Enrique Echavarren /Donostia-San Sebastián. Aitor Mendizabal regresó el martes a casa después de su primera experiencia en Bakersfield (California), a donde viajó el pasado 25 de mayo invitado por la Euskal Etxea de la localidad estadounidense. No lo hizo solo. Le acompañaron Abel Barriola, Aitor Irusta, Jokin Etxaniz y Aritz Lasa. Salvo para el expelotari urretxuarra, recalificado ahora como aficionado, el viaje era novedoso para el resto de los integrantes de la expedición, que recogieron el testigo dejado el año pasado por Jaka, Urruzola y los pelotaris aficionados guipuzcoanos Santxo y Gorrotxategi. «Salimos de Loiu y tuvimos que hacer escala en Francfort antes de llegar a Los Ángeles. El viaje se hace un poco pesado, es casi un día entero entre ida y vuelta. Matas el tiempo como puedes, con los juegos de la pantalla del avión, viendo películas, echando una cabezada. Dormí mucho mejor al ir que al volver», recuerda una vez superado ya el 'jet lag' y después de haberse vestido de blanco la noche del viernes en el Adarraga de Logroño.
El antzuolarra prosigue su relato. «Era la primera vez que iba a Bakersfield, pero en San Francisco ya había estado otras tres veces. El estreno fue con 18 años para disputar una especie de campeonato organizado por Munduko Pelota Batzarra. Fuimos un montón de pelotaris, entre 50 y 60, manistas, palistas. Gané la txapela con Urrutikoetxea y Landaburu contra México. Las otras dos, como premio por haber ganado el Campeonato de Euskadi Elite, ya con 21 años. Primero fui como campeón y después porque un pelotari renunció y me animé a viajar de nuevo a San Francisco».
Una vez en tierra, Joxe Rekondo, un pelotazale de Mugaire que jugaba a pelota en su juventud antes de emigrar a Estados Unidos y que residen en Bakersfield (California) desde hace bastantes años, les dio cobijo. «Cuando sales fuera es otro mundo. Estuvimos en su casa cinco o seis días, nos trató de maravilla, como si fuésemos sus hijos. Estuvimos encantados, es un artista», afirma agradecido Mendizabal. Rekondo, el alma de la Euskal Etxea, lleva dos décadas patrocinando el viaje de los pelotaris vascos a Bakersfield. La cifra está bastante cercana al centenar.
Tres partidos de exhibición
Solo había un compromiso durante su estancia, disputar unos partidos de exhibición. «El frontón era descubierto, bastante seco. Llegamos a jugar a 35 grados, pero la gente se quedó contenta y nosotros también. En Bakersfield jugamos dos partidos. El primero lo perdí con Irusta (25-24), pero gané el segundo (25-24). En San Francisco también perdí (25-24), pero esta vez con Barriola. Fueron partidos bonitos».
VIAJE «Hicimos escala en Fráncfort, a la ida y a la vuelta, y se hace un poco pesado, un día entero»
RECIBIMIENTO «Joxe Rekondo nos ha tratado de maravilla, como si fuésemos sus hijos, estuvimos encantados»
LAS VEGAS «En nuestro hotel, como en todos, tenías que pasar antes por las tragaperras para ir a la habitación»
Bakersfield es una ciudad de 300.000 habitantes. «Muy tranquila, las casas son bajas, no hay rascacielos ni nada parecido. Es la típica ciudad americana, como las que salen en las películas. Cada casa con su jardín a la entrada. Estaba lleno de almendros, vides, campos de pistachos, pero es un terreno muy seco, casi un desierto. Nos dijeron que al año solo llueve cuatro o cinco días. Había muy buen ambiente, la gente tenía ganas de vernos y les hizo mucha ilusión que estuviésemos allí. Nos conocían a todos de vernos por televisión, sobre todo a Barriola. Nos quedamos asombrados. Pensábamos que seguían la pelota, pero no tanto. Veían todos los partidos los fines de semana. No se perdían ninguno. Tienen más afición que muchos de aquí. Al fin y al cabo son vascos que en su día emigraron para trabajar como pastores o para jugar a cesta y, aunque lleven tiempo viviendo allí, se sienten vascos».
No tuvieron excesivos problemas para hacerse entender. «En la Euskal Etxea nos hablaban en euskera, sobre todo la gente mayor. Allí hay mucho latino y también te entiendes en castellano. Cada uno chapurreaba un poco de inglés, lo malo es que hablan muy rápido y cuesta entenderles. Es complicado llevar una conversación como es debido. Estudié inglés desde pequeño, pero me ha quedado la pena de haber sabido un poco más. El que mejor se defendía era Aritz Lasa, éste era su cuarto viaje a Bakersfield».
Casinos y tragaperras
Los expedicionarios se trasladaron después a Las Vegas, donde estuvieron dos días. «Es un sitio impresionante, merece la pena. Cada hotel tiene su casino. El nuestro estaba bastante céntrico, pero para ir a las habitaciones tenías que pasar por todas las máquinas tragaperras. Lo tienen muy bien estudiado. Algo ya jugamos, pero ganar, poco». También les dio tiempo para visitar el Parque Natural de Yosemite. «Aquello era impresionante, unas cascadas, unos árboles y la montaña El Capitán. No se puede explicar con palabras», dice. Y San Francisco fue el destino final. «Ha sido una experiencia inolvidable, por supuesto que volvería. Es algo que no se olvida en la vida».