Itziar Altuna / Donostia-San Sebastián. El viernes cerró en el Kursaal su primera temporada como director titular de la OSE, con la satisfacción de haber superado los objetivos que se había planteado con la orquesta para este primer año. Robert Treviño se declara un enamorado de su trabajo y reconoce que aquí se siente «como en casa». Cree que la sinfónica vasca puede aspirar a mucho más, y por eso ha decidido ampliar su contrato hasta 2022 y continuar con el proyecto emprendido el año pasado.
- Está a punto de cerrar su primera temporada al frente de la OSE. ¿Qué valoración hace?
- Ha sido un año muy intenso. Yo llegaba a una gran familia, la que forma la orquesta con sus abonados y la sociedad a la que representa, y he intentado entender esa relación y ser muy cuidadoso. He querido hacer música con ellos y me planteé una expectativas muy altas, que se han cumplido antes de lo que yo esperaba, no pensaba que lo íbamos a conseguir tan rápido. Hemos interpretado a Mahler, Shostakovich, Beethoven o Verdi, y siento ya que llevó dos o tres años con la orquesta. Miro a los músicos y ya sé lo que piensan. Yo ahora estoy centrado en crear un lenguaje común con la orquesta y acordar cómo vamos a hacer nuestra relato musical.
«Estoy centrado en crear un lenguaje común con la orquesta y un relato musical»
- ¿Qué cree que ha aportado a la orquesta?
- Todo lo que soy. Y aquí voy a serle sincero. Desde que he llegado aquí he percibido que la manera de ser de la orquesta, como la de la sociedad vasca, es muy humilde, se piensa y se siente que se está bien y que no se necesita más. Es lo que he sentido aquí, y es todo lo contrario a mi forma de ser. Yo vengo de una familia de origen mexicano que emigró a Estados Unidos y que sobrevivió con muchísimos dificultades económicas. Por eso, cada día intento transmitir a la orquesta mi experiencia y esa capacidad de superación, de creer que pueden dar más de sí. Tenemos mucha materia para ser mejores. Creo que esta orquesta puede dar mucho más de sí.
- ¿Falta ambición?
- No, yo diría que es más creer en lo que se puede llegar a hacer. Creo que la sociedad vasca tiene una visión muy práctica de lo que se hace, pero está más en el día a día y no se tiene esa visión de futuro. En el ámbito cultural, que es en el que yo me muevo, tenemos un enorme bagaje, capacidad de crear y también de beber de otras culturas de todo el mundo. Pero hay muchas cosas que se podrían exportar y dar a conocer fuera de aquí. Deberíamos intentar que el mundo adoptara algo de este 'vasquismo'. No sé si existe esta palabra.. .
«Trabajo con los compositores vascos para que tengan más presencia internacional»
- ¿Y cómo se puede dar ese paso?
- Yo quiero poner el foco en crear una música vasca que nos distinga como entidad y país cultural, porque esta orquesta es como un pulmón de la cultura vasca. Hay que insistir en aquello que nos distinga y creérnoslo, y es en lo que estoy trabajando.
- ¿Usted conocía algo de la cultura vasca antes de dirigir a la OSE?
- No, no conocía nada. Pero estoy trabajando mucho en este terreno. Estoy conociendo a distintos compositores, con los que me he reunido y lo seguiré haciendo. Quiero conocerlos personalmente, empujarles y ayudarles en la creación, que tengan libertad para ello y que tendrán más presencia internacional con la marca Euskadi. Estoy trabajando con mucho interés con ellos.
- Y también se ha sumergido en el Archivo Vasco de la Música para recuperar obras de compositores vascos...
- Sí, he pasado muchos días en Eresbil, con Jon Bagüés. He recopilado unas 600 obras que podrían ser de interés y ahora mismo tengo unas 40 piezas en casa esperando a ver en qué concierto los puedo encajar.
«Se ha hecho un gran esfuerzo en la gira y creo que la orquesta estará a la altura»
- Es la primera orquesta de la que es director titular. ¿Se han cumplido sus expectativas?
- Yo ya siento que esta orquesta es mi casa. Yo, por mi forma de ser, me involucro mucho en todos los proyectos, y aquí, al margen de la parte musical, también participo en la parte organizativa. Eso sí, antes de aceptar cualquier trabajo procuro que se adecúe a mi forma de ser. Antes de venir aquí tuve otras opciones y experiencias, pero cuando conocí la OSE tuve claro que quería venir aquí. Y me siento muy a gusto.
- Y por eso ha decidido prolongar su contrato por dos temporadas más, hasta 2021-2022.
- Sí, siento un gran compromiso , amor y afecto hacia la orquesta y creo quiero seguir trabajando con estos planes a largo plazo que nos hemos marcado.
- Uno de los objetivos que se propuso cuando llegó fue la de mejorar la presencia de la orquesta en el ámbito internacional, y acaban de anunciar una gira por Alemania y Austria en diciembre. ¿Qué va a suponer esa gira?
- Todos los retos hay que afrontarlos con seriedad y con nervios, pero en positivo. Se ha hecho un gran esfuerzo para organizar este viaje, y creo que la orquesta va a estar a la altura, con un repertorio muy exigente además, con la Cuarta Sinfonía de Mahler y obras de compositores vascos como Aita Donostia y Pablo Sorozábal. Visitaremos las ciudades austríacas de Bregens y Linz, y también actuaremos en Munich, un escenario más exigente y arriesgado, donde la expectación cuando va una orquesta extranjera es muy alta. Pero creo que la orquesta está en un buen momento y lo hará muy bien. Además, esta gira también ha servido para motivar a los músicos, a los que exigiré lo mejor para mostrar al mundo el nivel que tenemos. Euskadi es conocido por su industria y gastronomía, pero no tanto desde el punto de vista de la cultura. Por eso quiero asumir la responsabilidad de presentarnos como ejemplo de la cultura vasca. Y espero que esta sea la primera de otras muchas giras.
«Cada vez que interpreto a Mahler intento dar mi punto de vista»
- Esta temporada también se ha querido involucrar personalmente en los conciertos educativos dirigidos a los jóvenes.
- Creo que los programas didácticos son una gran oportunidad para trabajar con la sociedad, la orquesta en este sentido es un motor de la educación y tiene una gran responsabilidad. Yo parto de la premisa de que la música es un reflejo de la sociedad. Por eso en uno de los programas elegí la Quinta de Shostakovich, por su complejidad y todo el mensaje que tiene. A estos jóvenes no los veo como niños y quiero generar en ellos una nueva mentalidad, porque serán los futuros responsables de la sociedad y de sus decisiones. Otro de los proyectos, la 'Pastoral de Beethoven', se hizo sin director, porque lo importante es trabajar en el desarrollo de la música y de la orquesta, entendiendo aquí la orquesta como un grupo de individuos de la sociedad. Además, creo que es muy importante que los músicos también se relacionen con los estudiantes.
- ¿Con qué programa se va a encontrar el abonado de la OSE la temporada que viene?
- No sé con qué se van a encontrar... Lo que les planteamos es un viaje que haremos juntos. Cada uno tiene su propia experiencia de cada concierto. El programa se ha concebido desde la perspectiva de las variaciones, no solo desde el punto de vista musical, sino también desde el punto de vista de la vida y de la evolución. Hay compositores como Rachmaninoff o Elgar, que no fueron bien considerados en sus inicios y luego sí que fueron reconocidos. Está la Novena de Mahler, que es una variación en si misma, y que tiene que ver mucho con nuestras vidas, porque todos nacemos y morimos. Pero como te decía, no quiero que los espectadores se queden con una idea en concreto, quiero que sientan ese viaje que les proponemos.
- Y Mahler vuelve a estar en el programa, uno de los compositores con los que más disfruta...
- Sí, tengo que reconocer que adoro a Mahler desde la primera vez que lo oí, aunque no es mi compositor favorito. Cada vez que interpreto una obra suya intento dar mi punto de vista y espero que la gente lo aprecie.
«Soy director porque creí que era mi manera de aportar algo a la sociedad»
- ¿Por qué decidió ser director de orquesta?
- El viaje empezó cuando vi a un director en televisión. En cuanto lo vi quise ser director. Antes ya tenía claro que quería dedicarme a la música y había iniciado mis estudios, pero fue entonces cuando me di cuenta que esa podía ser la manera en la que yo podría aportar algo a la sociedad. Me gusta mucho mi trabajo y siento que es la mejor manera en la que puedo dar algo a mundo.
- Tiene 34 años, es ya director titular de una orquesta y ha dirigido a otras grandes sinfónicas. ¿A qué aspira?
- A que los lugares en los que trabaje sean mejores tras mi paso, desde el punto de vista musical. Yo no sé por donde me llevará la vida, pero en cada proyecto lo doy todo. Cada día busco tener una plataforma desde donde trabajar en conseguir que la gente pueda crecer y hacer más dentro de la sociedad. Para mí lo importante no es llegar arriba, sino hacer ese camino para mejorar todo.
Muy buen conocedor de la gastronomía local
El director pasa largas temporadas en Donostia y ya tiene su propia guía con los mejores pintxos y restaurantes de la ciudad
Imanol Arruti. En su primer año de estancia en la ciudad, Robert Treviño siente que este es su «hogar». Todavía no habla español, aunque está aprendiendo y cada vez entiende más. Incluso ya se atreve con algunas expresiones en euskera. El director tejano tiene su residencia en Estados Unidos, aunque pasa largas temporadas en San Sebastián junto a su mujer, «casi la mitad del año». Ha conocido a mucha gente y algunos ya los considera «amigos». Muy emocionado, cuenta cómo hace dos semanas se percató de lo unido que está a la ciudad. «Me enteré del fallecimiento de una persona a la que apreciaba y lo sentí mucho. Entonces me di cuenta que esta ciudad ya ha pasado a ser mi hogar».
El director vive en el barrio de Gros, y nada más levantarse «lo primero que veo es el Kursaal, luego voy a la sede de la OSE y veo todo el verde que hay alrededor». Su vida aquí «es maravillosa», dice, porque se dedica a trabajar en lo que le gusta, «me levanto pensando en la música y me acuesto pensando lo mismo», aunque después de recapacitar un poco, reconoce que la cocina es su otro hobby. «Me gusta cocinar, aunque mi mujer lo hace mejor». En el mismo barrio de Gros ha encontrado «su lugar favorito para comer y relajarse». Se trata del 'Gerald´s Bar', donde se le puede encontrar con facilidad. «Aquí me siento como en familia, y me dan muy bien de comer. Saben lo que me gusta y no tengo ni que elegir en la carta». Después de cada concierto, es el lugar al que suele acudir a cenar y a relajarse.
Pero no es el único restaurante al que suele ir; «por lo menos he visitado medio centenar», reconoce. Preguntado por su plato favorito, sonríe y saca su teléfono móvil, donde tiene anotados los nombres de los establecimientos a los que ha acudido y los platos que más le gustan. «Los txipirones a lo Pelayo del Portuetxe, la brocheta de la Bodega Donostiarra, la chuleta del Gandarias, La Cuchara de San Telmo, el pintxo de bacalao ahumado del Zeruko, el volcán de morcilla del Hidalgo, los calamares del Atari Gastroteka, las anchoas del Txepetxa, el gazpacho del Astoria», enumera. También ha visitado algunos de los templos de la gastronomía guipuzcoana. «Uno de mis restaurantes favoritos es el Akelarre. También me gusta mucho el Mirador de Ulía y disfruté mucho en el Arzak. Otro día me llevaron al Asador San Martín de Orio y me pareció algo increíble».