A. Echaluce/Juanma Goñi. En una ciudad llamada Marchin, en Bélgica, viven algunas personas con pasado tolosarra, y esta circunstancia no es fruto de la casualidad, sino consecuencia de la tragedia de la guerra civil. Muchos 'niños' de esta contienda bélica salieron de ciudades vascas y se instalaron para siempre en Marchin, donde echaron raíces y donde nacieron sus descendientes.
Los alcaldes de Eibar y Tolosa, Miguel de los Toyos y Olatz Peon, respectivamente, junto a la embajadora de España en Bélgica, Cecilia Yuste, han estado recientemente en esta ciudad belga en un evento organizado con motivo del 80 aniversario de la llegada de los 'niños de la guerra' a esa localidad. Se calcula que fueron 240 personas, 90 mujeres y 150 hombres -entre ellos, algunos niños y niñas tolosarras, aunque más eibarreses- las que fueron acogidas en el año 1937, en este municipio ubicado a 45 kilómetros de Bruselas. De ellos, 118 tenían menos de 17 años.
La alcaldesa, Olatz Peon, ha regresado emocionada de Marchin. Dice que es una experiencia que no va a olvidar jamás, y de la que ha extraido una conclusión: «el ser humano puede tener la capacidad de ser solidario por el mero hecho de serlo, sin contrapartidas». Cuenta que la visita a Marchin ha permitido intercambiar opiniones sobre la tragedia humana que supone cualquier guerra, y de conocer personas que, habiendo nacido en Bélgica, están vinculadas a Tolosa. «Los archivos que guardan, como si de un tesoro se tratara, de todas las personas que estuvieron acogidas, demuestran que también para Marchin fue un hecho importante; archivos con fotos y fechas de acogida, información que podremos guardar a partir de ahora también en el archivo de Tolosa», cuenta la alcaldesa. Y asegura que el acogimiento en Marchin de las quince personas -mujeres y niños en su mayoría-, fue «un acto noble que posiblemente consiguió salvar las vidas de estas personas, una referencia que puede servir de espejo ante otros conflictos».
Olatz Peon y el concejal Jokin Azkue se reunieron con Cristina García, hija del 'niño de la guerra' Fernando Vitoria. Cristina señalaba, muy ilusionada, que había estado «varias veces en Tolosa. Mi padre era un 'niño de guerra' que se radicó en Marchin. Tengo un hijo que tiene una tienda de productos biológicos justo enfrente de la central nuclear que tenemos a las afueras de la ciudad». Olatz Peon insiste al asegurar que «las experiencias narradas por ciudadanos de Tolosa, acogidos en Bélgica, nos señalan que la ciudadanía belga se comportó con ellos de manera muy humanitaria».
El alojamiento y la manutención de las personas que huían de la guerra y recalaban en ciudades como Marchin corría a cargo de las autoridades y civiles de las distintas localidades, grupos políticos y organizaciones sindicales de izquierda, además de algunas instancias católicas. Estos 'niños de la guerra' padecieron la ruptura de la relación familiar y su vínculo con el lugar de nacimiento. Al llegar a su nuevo destino, eran repartidos por casas o instituciones benéficas. Encontraron su sitio en el mundo, pero nunca olvidaron de dónde vinieron.