Fueron por delante de su tiempo. Cuatro navarras que abrieron huella en diferentes ámbitos y que hasta hace poco ni siquiera habían sido conocidas ni reconocidas. María Lacunza, la primera abogada; María Ana Bidegaray, literata y cooperante de la paz en las guerras mundiales; las hermanas Úriz y Camino Oscoz, pioneras del mundo educativo. Ellas son las protagonistas del ciclo Mujer y compromiso social en la primera mitad del siglo XX organizado por la Biblioteca de Navarra.
MARÍA LACUNZA EZCURRA
Luis Garbayo y Pedro Charro
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La primera abogada en Pamplona y Donostia durante la II República
Luis Garbayo, autor de su biografía Un momento en la luz (Ken), y Pedro Charro fueron los encargados el pasado lunes precisamente de poner luz a la figura de esta pamplonesa olvidada hasta hace poco. Nacida en 1900, tuvo que superar los prejuicios de una época en la que las mujeres rara vez accedían a la educación universitaria;y en la que, por supuesto, era poco frecuente que una mujer ejerciera el Derecho. Lacunza fue la única alumna oficial de su clase en los cinco cursos de la carrera que estudió primero en Zaragoza y luego en Madrid. Sin embargo, esto no fue nuevo para ella, ya que había vivido esta misma situación en el instituto de Pamplona, donde también fue la única mujer que en aquella época realizaba estudios de Bachiller. Tras su colegiación en Pamplona y Donostia en 1927, la abogada trabajó en su propio bufete en ambas capitales hasta 1931, periodo en el que llevó varias causas como abogada defensora en ambas audiencias lo que le coloca al nivel de Ascensión Chirivella, Victoria Kent, Clara Campoamor, Matilde Huici, Concha Peña, como las primeras abogadas de la historia. Falleció en Valencia, donde se refugió como consecuencia de la guerra civil y su lealtad a la República, condición por la que fue depurada.
MARÍA ANA BIDEGARAY
Xabier Irujo y Arantza Ametzaga
Una ilustrada activista por la paz durante las dos guerras mundiales
Es una figura “muy poco conocida”, pero su labor influyó en la “humanización” tanto de la primera como de la segunda Guerra Mundial. María Ana Bidegaray tuvo una vida de película, desde su mismísimo nacimiento. Pese a ser hija de emigrantes vascos en Uruguay en el siglo XIX -marcharon a Latinoamérica en la diáspora producida por las guerras carlistas-, Bidegaray nació en Iparralde. No en vano, por voluntad de su padre, el matrimonio retornó al caserío familiar a Hazparne en 1890 para que María Ana adquiriese “cuna vasca” (naciera en la misma cama que sus padres), título de unos de sus tres libros. Los otros dos son El león de brabanzon y Hojas de otoño. Esta faceta de literata fue una de las dos que unió su familia con la de los Amezaga-Irujo, también en el exilio. Especialmente con Arantzazu Ametzaga con quien compartió su afición por las letras. La segunda vía de conexión tiene que ver con otro compromiso de Bidegaray y su marido, Raymond Jannessen, cónsul belga en Uruguay, y los Irujo: la colaboración con la red de contraespionaje e información del gobierno vasco dirigida por Bingen Ametzaga en favor de la causa aliada en un país neutral pero el que el Eje buscó apoyos usando la causa católica en la que los vascos fueron un efectivo contrapeso. María Ana, no obstante, destacó sobre todo -según cuenta Xabier Irujo- por su activismo por la paz en las dos contiendas mundiales como cooperante para “humanizar” la guerra, lo mismo logrando alimentos y ropas para los más débiles como ayudando a la fuga de prisioneros desde Latinoamérica y Europa.
JOSEFINA Y ELISA ÚRIZ
Manuel Martorell
Dos pioneras en la Pedagogía republicana y el movimiento antifascista
El miércoles, 5 de junio, le corresponde al periodista e historiador Manuel Martorell, coautor del libro Pioneras: historia y compromiso de las hermanas Úriz Pi. Impartirá una charla sobre estas pedagogas que fueron muy influyentes en los movimientos de renovación educativa y, entre otras muchas cosas, impulsaron en 1934 la creación de la Asociación de mujeres españolas antifascistas.
CAMINO OSCOZ
Joseba Eceolaza
Una maestra militante y asesinada en el 36
Camino Oscoz fue militante de izquierdas y republicana, secretaria del PCE y afiliada a la FETE-UGT. Detenida y encarcelada el 31 de junio del 1936, posteriormente, los franquistas la mataron en Urbasa. Durante su corta pero intensa vida destacó por su implicación tanto en la escuela rural como por la apuesta por la renovación pedagógica. Joseba Eceolaza, autor del último libro sobre su biografía, dará una charla el día 4 para cerrar el ciclo.