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Kepa Oliden. La tarifa para ser investido conde y coronel a un tiempo le costó 20.000 pesos al mondragonés José de Urquiola (1666-1727). La vida y fortuna de este caballero bautizado en la parroquia de San Juan y enriquecido y ennoblecido gracias a la plata de Zacatecas (México), continuaría sepultada en el olvido de no ser por el infatigable rastreador de la historia local Josemari Vélez de Mendizabal.

Ninguno de los cronistas que le precedieron, como Juan Carlos Guerra, José Letona o José María Uranga, dejaron mención alguna sobre este personaje. La primera pista le vino a Vélez de su colega Jose Mari Agirre. Tirando de ese hilo, el investigador arrasatearra ha desentrañado la biografía de este personaje nacido José Urquiola Echamendi el 16 de marzo de 1666, cuarto hijo de padre azkoitiarra y madre mondragonesa.

No se sabe ni cómo ni cuándo, el joven José emigró al virreinato de Nueva España (nombre anterior de México) y se empleó en las famosas minas de plata de Zacatecas. Las mismas que un siglo antes habían enriquecido a Juan de Araoz Uriarte, fundador del convento e iglesia de San Francisco (hoy Kulturate), y más adelante a la familia del filántropo Pedro de Viteri.

Vélez de Mendizabal reconoce que poco se sabe sobre la progresión económica y social de Urquiola, pero ha averiguado que contrajo un matrimonio de alto copete. María de Mendoza Carvajal estaba emparentada con el maestre de campo Vicente Zaldibar Mendoza, hijo del conquistador del mismo nombre, uno de los primeros 'habitantes' de las minas.

No le debían ir mal los negocios a Urquiola por cuanto compartía intereses con los propietarios de las minas Milanesa, Oyazo y Urista en la explotación de la plata y también en la agricultura y la ganadería.

Frédérique Langue señala en su libro 'Los señores de Zacatecas: una aristocracia minera del siglo XVIII' que los esclavos eran numerosos en Zacatecas y «los primeros Condes de Santiago de la Laguna –Joseph de Urquiola y María de Mendoza– eran dueños de 32 esclavos (señal indiscutible de riqueza) nacidos casi todos en sus haciendas».

Servicios a la Corona

Vélez de Mendizabal ha rastreado asimismo el significativo testimonio de un capellán que estuvo destinado en una de las haciendas del conde de Santiago de la Laguna D. Joseph de Urquiola. «Oí muchas veces a los mayordomos, azogueros y administrador de sus haciendas que le quedaban al amo libres cada día mil pesos, después de los gastos de sus haciendas, en que sacaba plata, dexando estas haciendas y otras de este mineral derechos y reales quintos cada año para el rey, doscientos y treinta mil pesos, como se ha verificado por los libros de las Reales Caxas».

Urquiola, hombre rico y poderoso, desempeñó los cargos de alcalde de Zacatecas y gobernador de la Sierra de Nayarit. Acumuló una gran fortuna «que puso a disposición de otros mineros, a los que prestó más de 50.000 pesos para el funcionamiento de sus minas. Parte de su capital lo destinó además a servir a la Corona, aprontando dinero para la realización de una vajilla para el rey –tasada en unos 4.300 pesos–; prestando a los oficiales reales de Zacatecas 10.000 pesos para la conquista de Texas; donando 2.000 pesos en 1721, y otras cantidades más para la pacificación y conquista de la Sierra de Nayarit».

Conde y coronel

Con tanto dinero y merecimientos no es por tanto sorprendente que cuando el virrey de Nueva España, el duque de Linares, «había sido dotado con diversas mercedes para enajenar en aquellos territorios, entre las que había títulos de Castilla y diversas patentes en blanco de grados militares, José de Urquiola volvió a realizar un 'servicio económico'» a la Corona, comprando tanto uno de los títulos nobiliarios como uno de los grados de coronel de infantería, mercedes ambas por las que desembolsó 20.000 pesos».