Pilar Fdez. Larrea. Tan joven y tan mítica. La coreografía de la Dominguera de la Comparsa de Gigantes y Cabezudos se ha hecho con un buen pedacito del corazón de la ciudad de Pamplona. Tiene solo 25 años, pero es como si fuera centenaria. Ha escrito ya páginas en la historia, en la menuda, y en la que queda en la memoria. Y nació, como lo hacen los encuentros eternos, casi por casualidad. Y no en casa, ni siquiera en Navarra. El boceto, al otro lado del Atlántico, en Argentina.
Mari Ganuza, encargado y presidente de la Comparsa durante décadas, recuerda que en 1995 el Gobierno de Navarra les encargó una réplica de dos gigantes, los dos reyes europeos, como un regalo de la comunidad al Centro Navarro de Buenos Aires, que cumplía 100 años. No estaban muy convencidos con eso de la copia. “Pero el entonces presidente Juan Cruz Alli me sugirió: Mejor hacedla vosotros, porque si no la harán otros”, cuenta que pudieron viajar a la capital argentina cuando se llevaron las dos figuras. Eran Alberto Español, ya fallecido, bailador del rey europeo y Mari Ganuza, de la reina.
Una vez allí, Mikel Aranburu les comunicó la posibilidad de que la pareja de gigantes bailara algo, junto con los grupos de danzas de Argentina, nada menos que en el teatro Belgrano de Buenos Aires. Así que improvisaron. “¿Qué podíamos bailar dos gigantes?, no éramos ocho. Una jota, la Dominguera. Pensamos, esbozamos una coreografía y la bailamos”, explica Ganuza que ya de vuelta en Pamplona lo comentó con Jesús Mari Viguiristi, otro histórico de la Comparsa. Entre los dos mejoraron la coreografía de esta obra de Silvano Cervantes.
“Jesús Mari, ‘Vigui’, fue quien propuso que los kilikis bailaran con las dantzaris de Duguna en el centro, entre los gigantes que, a su vez, interpretaban los pasos de la jota. Al principio salieron también los cabezudos andando, pero luego decidimos retirarlos”, recuerda que la composición no les convenció.
LA ÚLTIMA, EN 2019
El resto de la coreografía se quedó como se conoce hoy y se baila cada 14 de julio en la despedida de la Comparsa, en la Plaza del Ayuntamiento, con la música en directo de la banda municipal La Pamplonesa, y con la plaza abarrotada y entregada a la pieza, ya icónica en la sucesión de momenticos sanfermineros.
El 14 de julio de 2019 fue la última vez hasta el momento. Quedan los vídeos, las imágenes y sobre todo los instantes que se trazan en el corazón, con ellos se hace grande un baile.
“En uno de mis últimos años en la Comparsa, entré el 14 de julio al zaguán y me encontré a una de las dantzaris de Duguna llorando, una chica muy majica. ¿Qué te pasa?, le pregunté. ‘Es que no sabes lo que significa este baile para mí’, me dijo. Si supieras lo que significa para mí... le respondí. Y no añadí más. Son cosas que quedan ahí”, rescata Mari. A buen seguro, la joven tampoco sabría que quien le hablaba diseñó el traje que ella llevaba puesto.
“La Dominguera no es el baile más difícil, un paso de jota a pie cruzado, pero sí tal vez el más famoso”, sostiene Mari que se bailaba siempre, pero nunca hasta 1996 con coreografía. Fue en la misma década, tras la Expo de Sevilla en 1992, cuando los mismos miembros de la Comparsa empezaron a hacer coreografías, en especial en el 125 aniversario. “Manteniendo el baile a la bola, que ahora es más o menos el 40% del total, frente a un 60% de coreografías”, pasos que muchos niños y niñas de Pamplona y de todo Navarra serán capaces seguro de seguir.
“Hasta entonces bailábamos la Dominguera el 14, a la bola, y lo que cada uno aguantaba. Como las demás, tampoco había ensayos, salíamos el 6 y allá películas”, recuerda Jesús Mari Viguiristi cómo fueron engrosando la lista de coreografías y de nombres peculiares, muchos de manos de Andoni Iribarren. “De las primeras fue la Nueva, siempre la llamábamos la Nueva, y ahora es Cenón Iribarren”, apunta.
De regreso a la Dominguera, Viguiristi explica que lo de introducir kilikis y cabezudos se hizo “como un corte para el cambio de gigantero”. Pero vieron pronto que los cabezudos no encajaban en la estética de aquella pieza que habían bailado tantas veces a la bola, por ejemplo el día 7 de julio, en la procesión, en el momentico de la catedral, uno de los pocos en que se juntaba bastante gente. “Nada que ver con lo de ahora”, sostienen que las aglomeraciones en torno a la comparsa son cosa más o menos reciente.
A pesar del cansancio de nueve días intensos, subrayan que el 14 de julio “vas a casa con un nudico en la garganta”.