En el blog de Iñaki Anasagasti
Recepción en honor de la Delegación del Gobierno de Euzkadi
Hace más de un mes que se encuentran en Buenos Aires los delegados del Gobierno Vasco, doctor Ramón María Aldasoro, consejero del Gobierno y presidente de la Delegación y los señores Cunchillos. López Mendizabal y Artxanko. Todos ellos están ya entregados a la tarea que les trajo a estas hospitalarias tierras.
El pueblo argentino y con él los miles de residentes vascos en la República, han tenido conocimiento oportuno de la llegada de los comisionados, por los diarios metropolitanos. Algunos de estos publican substanciosas manifestaciones, del presidente de la Delegación y la casi totalidad de las publicaciones diarias de Buenos Aires registran el hecho por medio de fotografías e informaciones más o menos amplias.
En resumen, podemos decir que la llegada de los delegados ha tenido en la República Argentina el relieve que correspondía a una representación tan calificada del legítimo Gobierno de Euzkadi. El respeto y la simpatía suscitados por los viajeros no deja lugar a dudas sobre el inmejorable concepto que en esta República se tiene acerca del Gobierno Vasco y de la labor que realizó con Euzkadi hasta el momento en que hubo de evacuar su territorio ante los invasores. Las consideraciones acerca de este punto requerirían mucho espacio y, careciendo de él como carecemos, forzosamente hemos de detenernos en ellas. Únicamente insistiremos en señalar el hecho de que los delegados han encontrado desde el momento en que pisaron tierra argentina, un ambiente propicio traducido en los más diversos testimonios de respeto, de simpatía y de adhesión en suma, a la causa que representan, al pueblo vasco desterrado en una grandísima parte, aherrojado, en otra no menos importante y herido y ofendido en su totalidad por los promotores de la guerra de España en la forma más terrible que haya podido conocer pueblo alguno.
El recibimiento de los delegados — ya lo saben también nuestros lectores — fue cordialísimo. Acudieron al puerto muchos miles de almas, entre ellos un gran número de vascos residentes en Buenos Aires y en otras ciudades de la República. Acudió también una representación de la embajada española en la Argentina con el embajador doctor don Ángel de Osorio y Gallardo a la cabeza. No faltó la representación oficial compuesta por su batallador presidente don Jesús de Zabala y el total del Consejo Directivo. Igualmente –destaquémoslo en especial relieve- acudió al recibimiento una lucida representación de Emakume-Abertzale-Batza, de reciente constitución, según se sabe. Y también –otra nota simpática- otra representación destacada con tal motivo a Buenos Aires por Zazpiak-Bat de Rosario que presidía su activo presidente señor Alejandro Etxarte. Los delegados se encontraron pues, con un espectáculo cordialísimo que hubo de conmoverles profundamente. Quizá no esperaban que aquí el pueblo vasco tenía en sus tribulaciones presente aquel eco profundo que evidenciaba el recibimiento tributado a sus representantes.
Deliberadamente prescindimos del cúmulo de detalles del acto de la recepción, muchos de ellos de gran interés, pues esta reseña ha de ser forzosamente sucinta por apremios de espacio. Digamos tan sólo, que la distinguida señora de Aldasoro, que acompaña a éste en el viaje, fue agasajada por las emakumes que aquí, en Buenos Aires, laboran entusiastamente por Euzkadi y que los delegados recibieron miles de emocionados abrazos y apretones de manos. El embajador de España les hizo asimismo objeto de señaladas diferencias. Ya en Buenos Aires recibieron los viajeros continuos testimonios de consideración y también de explícita adhesión, testimonio que sería muy largo enumerar.
Pero no se quiso que quedara en esto el recibimiento y preparó en honor de los viajeros una comida que tuvo lugar en los locales del Casal Cátala, entidad tan entrañablemente identificada, como es sabido, con toda obra de vindicación del pueblo vasco. La comida tuvo lugar a los pocos días de la llegada de los delegados y constituyó otra ratificación rotunda, elocuentísima, del espíritu de solidaridad hacia el pueblo vasco que existe en la Argentina. Fueron muchos cientos — hombres y mujeres, vascos, catalanes, hijos de todas las nacionalidades ibéricas y ciudadanos argentinos — los que se sentaron a la mesa de los comisionados del Gobierno de Euzkadi. Tantos fueron que hubo que habilitar rápidamente muchos más cubiertos de los calculados, y así y todo hubo muchos que tuvieron que resignarse a no participar en la comida. También acudió una representación de la embajada de la República Española presidida por el doctor Jiménez Asua. El embajador no pudo hacerlo porque aquel mismo día su presencia en un acto de adhesión al pueblo español leal celebrado en Córdoba se había hecho imprescindible. Pero se excusó con una sentida carta, llena de conceptos laudatorios y afectuosos para el pueblo vasco, que fue leída al final de la comida y que mereció cálidos aplausos de aprobación y reconocimiento.
El entusiasmo durante la comida fue grande. Se evocó a Euzkadi, mártir de la guerra por todos los medios y, como es comprensible, a través de las más populares canciones vascas. La prestigiosa rondalla Cauvilla-Prim, que tiene ya una bella historia artística, amenizó la comida interpretando con su maestría conocida música vasca y argentina. El magnífico tenor señor Barrios contribuyó a caldear el ambiente interpretando unos zortzikos y unas jotas navarras.
En este ambiente emocionante, el señor Miguel Zarate, miembro del Consejo Directivo leyó las numerosas adhesiones recibidas, y con palabras conceptuosas adelantó algo acerca del significado del acto. Después, el presidente señor Zabala, glosó el acto en un bello discurso, trasunto fiel del alma vasca y de sus congojas en estos momentos. Explicó en él las razones de democracia, de fidelidad al más noble sentido humano y a su historia que han llevado al pueblo vasco a luchar al lado de la República Española. Merecía el discurso ser divulgado en su totalidad porque constituye una bella enseñanza acerca de cómo un pueblo democrático, con todo el alto valor humano que encierra una democracia bien entendida, ha sabido alzarse ante la fuerza bruta hasta llegar al más cruento de los sacrificios. Pero nuestros lectores han de conformarse con esta brevísima referencia de la hermosa oración.
Tomando pie de ella, el señor Aldasoro improvisó un sentidísimo discurso, que tuvo, entre otros méritos subidos, el valor de la convicción. Hombre que hubo de vivir en toda su intensidad la tortura de la guerra desde la responsabilidad de su cargo de consejero del Gobierno Vasco, el señor Aldasoro, luchando continuamente con su emoción para dominarla, pues, ante los ojos de sus oyentes todo el drama de la tierra vasca y también toda la dignidad con que lo subrellevó. La terrible injusticia de la inmolación de Euzkadi, conocida ya por el mundo, tuvo en labios del señor Aldasoro ecos profundos y emocionantes. Era el hombre que expresaba con fidelidad todo el dolor de la tierra vasca macerada y hollada brutalmente por el invasor. No había nadie en el local que no estuviese convencido íntimamente de la histórica injusticia padecida por aquel trozo de tierra; pero si lo hubiese habido, creemos que habría quedado plenamente seguro de ella después de oír al señor Aldasoro. Tal fuerza de convencimiento tuvieron sus palabras, animadas sobre todo por la sinceridad y el sentimiento, los mejores elementos, sin duda, en una improvisación como aquella. En algunos momentos el orador, vencido por los recuerdos dolorosos, se sintió impotente para contener las lágrimas que, a su pesar, resbalaron por sus mejillas.
Euzkadi podría exhibir ante la opinión universal este discurso del señor Aldasoro a la hora de pedir reparaciones. Es una verdadera lástima que la emotiva oración no haya tenido hasta el momento una mayor difusión, y muy sensible para nosotros no poder aquí, por la razón ya repetida, reproducirla con una mayor extensión siquiera.
Después del discurso del señor Aldasoro se cantaron el Himno Nacional Vasco y la marcha de los gudaris y con ello se dio por terminado el acto.
Los delegados prosiguen su labor tendiente a propiciar los intereses morales y materiales de Euzkadi en Argentina. Es cuanto podemos decir por ahora acerca de ella ya que los delegados trabajan en los comienzos de la misma, realizando diversas gestiones y estudios que en su día serán conocidos.