Idoia Eraso. La aventura que se muestra en la película dirigida por brasileño residente en Angelu Carlos Portella, empezó en el siglo XX con el descubrimiento de Kepa Etchandy de una carta que un tío-abuelo suyo envió desde Argentina a la familia que se había quedado en Euskal Herria. En su viaje a través de la cultura vasca en Argentina el protagonista se para en el ambiente de las Euskal Etxeas de Buenos Aires, antes de encaminarse hacia la Pampa que acogió a su particular “Gaucho Basko”. Proximamente se podrá ver la versión en euskara en Kanaldude.
El documental comienza con el momento en el que encontró usted una carta y una foto de un familiar que había ido a Argentina. ¿Cómo fue?
En un cajón familiar encontramos un sobre de 1927, en el que había una carta y una foto. Mi padre me había dicho que teníamos familia en América, pero que no sabía donde. La gente cuando salía de aquí iba a Montevideo, y mi padre había buscado a su tío en Uruguay, pero no lo encontró, y cuando encontramos la foto, vi que venía de Argentina.
Entonces llamé a la Embajada de Argentina en París, eso fue en los años 1990, antes de Internet, y me mandaron un fax con las direcciones de todos los Etchandy de Argentina. Envié una carta a todos, diciendo que estaba buscando a mi familia, y al de seis meses me escribió una mujer diciendo que su abuelo se llamaba Jean Etchandy, y que le sorprendía mucho que dijese que era vasco, ya que él decía que era francés. Pero también decía que siempre les hacía reír, porque cada vez que estaba con un francés se veía que no entendía ni que hablaba muy bien, en cambio, le habían visto hablar con vascos en vasco. Y no sabía nada más.
¿Fue entonces cuando decidió ir a Argentina?
Sí, fui en el 2000. Encontré a los descendientes de mi familia en 1999, y mi tío-abuelo se fue en 1899, los encontré justo 100 años después. Me reuní con mi familia, que no tiene ninguna relación con la cultura vasca, y que no tiene ningún apego. Yo me fui así sin más, y cuando llegué empecé a ver apellidos vascos por todas partes, ciudades que se llamaban Uztaritze, Bergara… y entonces me sorprendí. En Argentina son tres millones y medio de personas de origen vasco, son más que la totalidad de las siete provincias hoy en día.
¿Qué es lo que le impulsó a hacer el documental?
En mis viajes he conocido a mucha gente. Lo que me llamó la atención fue la cantidad de emigrantes vascos, allí o en cualquier otro lugar. Es normal que haya inmigración, pero que haya tal cantidad, es raro. Cuando vi la situación en Argentina, y supe que Uruguay era parecido, me pregunté: ‘¿Por qué se fueron? ¿Y cómo es posible que se fuese tanta gente?’. Una vez que te haces esa pregunta, inevitablemente llegas a las consideraciones políticas.
En Hegoalde, después de cada guerra carlista, la solución fue la misma, los vencidos tenían la elección entre la prisión o ir a América, por lo que la elección era fácil. Durante el XIX siglo el 50% de la población que nació en Hegoalde murió en América. En Iparralde las cifras son mayores, dos tercios de las personas entre 15 y 35 años, se fueron a América.
El punto de partida de mi reflexión, se refiere a que no se trata de una emigración que no está basada en que el caserío era demasiado pequeño, o cualquier otra cosa de ese estilo. Lo que quiero decir es que si tantos vascos se fueron en el siglo XIX, no es una emigración, es un éxodo. Y si es un éxodo, tiene claramente razones políticas.
Las razones políticas que aduce en Hego Euskal Herria son las guerras carlistas. ¿En Ipar Euskal Herria cuales fueron?
Primero se trata de la revolución francesa, en la que deportaron a pueblos que se habían convertido en fronterizos, entre Biriatu y Bidarrai; las poblaciones de Senpere, Ainhoa… fueron deportadas al sur y al norte de las Landas.
Por otra parte, está la epopeya de las tropas napoleonicas. En aquella época, la población de Iparralde era de entre 120.000 y 130.000 habitantes, y las tropas de Napoleón eran 80.000 hombres, que comían todos los días, y se servían como querían en los caseríos del País Vasco. Es evidente, en muy poco tiempo ya no quedaba nada que comer, y en aquel momento en Argentina había una población muy pequeña, y los primeros que fueron escribieron a la gente que estaba aquí, y les dijeron que dejasen el caserío con las malas condiciones y que fuesen allí. Los anglosajones llaman a eso el “push and pull” (empujar y tirar), y así poco a poco la gente se fue yendo.
Allí estaba todo por hacer, tal y como digo en la película, los vascos hacían los trabajos que los demás no querían hacer, ellos fueron a la Pampa, cuando los demás no querían, y así construyeron el país, y muchos de ellos tenían después una buena situación económica.
Con la dictadura de Franco y de Primo de Rivera, es la misma lógica, tengo la impresión de que como no conseguían atrapar el pez, han vaciado la pecera. Personalmente creo que los Estados español y francés crearon las condiciones para una emigración masiva de los vascos a América, y por razones políticas, evidentemente.
¿Habló de eso con la gente con la que se cruzó allí?
Sí, por supuesto, es así en toda América Latina. Cuando hablo español, tengo un acento de aquí, y la gente al ver que soy vasco, varias veces me ha dicho que les habían robado todo, y que se vieron obligados a ir allí. La gente allí lo sabe, saben que la gente no se fue cantando y contentos a América, se fueron obligados. Si vas a las Euskal Etxeas, y hablas con la gente, enseguida llega esta historia, la gente tiene la sensación de que sus ancestros fueron expulsados.
Los ingleses hicieron lo mismo para colonizar Irlanda, hicieron marcharse a los irlandeses, en Ucrania hicieron lo mismo, es algo que se ha hecho desde siempre, yo creo que Euskal Herria ha sido víctima de un política intencionada de empujar a la gente a la emigración.
¿Los argentinos con ascendencia vasca que encontró se sentían orgullosos de su ascendencia?
Estuve con mucha gente, en las diferentes visitas que realicé. Hoy en día son 3,5 millones de descendiente vascos, de entre ellos, alrededor de un 10% son conscientes de ser vascos. Una cosa que me llamó mucho la atención, es que hay argentinos, que viven en Argentina, de lunes a viernes, y desde el viernes por la tarde al domingo por la tarde, van a la Euskal Etxea, y allí cambian totalmente de mundo. Van para jugar al mus, aprender a bailar, jugar a pelota, ir a la biblioteca, comer, tomar clases de cocina… Es gente que vive como aquí, y que están muy orgullosos de ser vascos.
En los 20 años que he estado yendo a Argentina, me ha llamado la atención, que en estos momentos hay un entusiasmo por el euskara. Prácticamente en todas las Euskal Etxeas se dan clases de euskara, de hecho el Gobierno Vasco forma a profesores. Ese fenómeno, es únicamente en Argentina, un poco en Uruguay y en Estados Unidos, en Idaho, California y Nevada, lo vascos de Venezuela o de México, por ejemplo, no son así.
En la diáspora de esos tres estados, hay una voluntad de recuperar la lengua y la cultura, y transmitirla a los niños. Es un fenómeno muy sorprendente, porque para el que no lo conoce, es una lengua muy difícil de aprender, y sí aquí, en Euskal Herria, no es fácil, en Argentina menos todavía. Se trata de gente que probablemente nunca vendrá al País Vasco, y que al preguntarles porqué la aprenden, te dicen que lo hacen porque es la lengua de sus ancestros, y que quieren transmitírselo a sus hijos.
Cuando fue a grabar la película a Argentina, ¿cómo le acogieron allí?
La gente nos esperaba y estaba muy contenta, están muy orgullosa de que hablemos de ellos. Como vasco, y como vasco de Iparralde, estoy muy contento de haber participado en esta aventura.
Después también fue a la Pampa, a la tierra que acogió a su antepasado, un mundo totalmente diferente. Fui a Las Eras, y creo que allí el 90% de la gente se llama Etxeberri, o Buztingorri… es impresionante, pero la mayoría no conoce sus orígenes. Allí estuve con Roberto Landaburu, y él es un caso típico, a los 40 años descubrió que era vasco. Se trata de gente que ha descubierto la lengua y la cultura vasca, y ahora con Internet, es más fácil, meten a sus hijos a cursos de danza… Se trata de un fenómeno nuevo.
¿Con qué se queda usted de ese viaje, de esa experiencia?
Me quedo con un mayor conocimiento del País Vasco, de su historia y de una voluntad de defender nuestro país. Me he enriquecido con todas la gente con la que me he encontrado.
Cambiando de ámbito, usted es fotógrafo, y este verano ha habido una exposición conjunta con Anne Kuhn y Abel Bourgeois en la sala Didam de Baiona, que ha tenido un éxito considerable. ¿Qué fotografías presentó allí?
Estoy preparando un libro, y las fotografías de la exposición eran básicamente las mismas que aparecerán en la publicación, es el trabajo que he realizado durante mis años como fotógrafo.
El libro no es un solo de fotos, también hay texto. Trabajo mucho como fotógrafo de prensa, también he realizado fotos para libros, he participado en exposiciones conjuntas, pero como fotógrafo tenía una pequeña frustración, la de no ser nunca el decisor de un proyecto, por lo que he querido escribir un libro con mis fotografías.
Me ha tomado dos años hacer el libro. El último capítulo es sobre la diáspora, en donde explico el viaje que realicé a Argentina, y con un pequeño guiño divertido, en donde muestro el encuentro que tuve con un jefe indio que tenía apellido vasco. Saldrá para Navidades y se titulará ‘Au pays des basques. Euskaldunen herria’.