Aitor Anuncibay / Rubén Plaza. Ysursa es un conocido historiador y director de estudios vascos en la Universidad de Boise y durante años ha sido portavoz de la Federación de entidades vascas de Estados Unidos (NABO).
¿Por qué la diáspora de Boise es un ejemplo?
-Por un lado, es una cuestión de suerte porque tienes que tener números y con los vascos nunca tenemos muchos, pero en Boise nos juntamos para las fiestas vascas y, además, cuando vas a la escuela tienes siempre un conocido que es vasco, y al decir su apellido, la gente se sorprende y quiere conocer cosas sobre ti. También ayuda que los americanos tienen interés en las cosas vascas. El Jaialdi que organizamos en el año 2000 lo hicimos entre 800 voluntarios, y más de la mitad no eran vascos. Si no tuviésemos esa ayuda no se podrían hacer cosas como el Jaialdi. En inglés se dice que ser vasco no es solo para los vascos. Si vienes a mover sillas y poner mesas en un jaialdi ya lo eres. Eso es ser vasco.
¿Y los jóvenes?
-Son el tercer elemento. Por ejemplo, un chaval de 12 o 13 años tiene que escoger entre ser vasco o no. Si está con un amigo americano y este le pregunta : “¿Eres vasco?”. Tímidamente le contesta que sí. Y la reacción del amigo suele ser: “¡Qué guay! Tenéis esos restaurantes fenomenales y también la fiesta de San Ignacio”. Cuando ese chaval de 12 años ve que las cosas vascas tienen un valor también él tiene más interés.
¿Qué es lo que motiva a que haya una transmisión de la cultura y la lengua en la diáspora y qué provoca en los norteamericanos esa atracción por lo vasco?
-En EEUU nos faltan raíces. Es un país nuevo 24 horas 7 días a la semana. Entonces, en la cultura vasca buscamos lo antiguo. Y creo que continuaremos, aunque esto no sea nada sencillo porque ahora los jóvenes tienen que escoger. Ahora tenemos que estar en el mercado vendiendo eso de ser vasco y antes era algo automático.
¿Es más complicada la transmisión de la identidad vasca?
-Hoy en día, los jóvenes cuentan con muchas cosas para elegir pero los vascos tienen algo muy especial. El domingo estuvimos en una sidrería con unos amigos y hablando euskera. Unos eran de Nueva Zelanda, otros de Canadá, Australia, Noruega... y acabamos en circulo cantando. Cuando terminamos, la chica canadiense se acercó y me dijo: “Ha sido el mejor día de mi vida”. Tenemos algo especial que la gente siente porque hay raíces y perdura desde hace siglos. Y los que vivimos en otros puntos del mundo tenemos hambre de eso.
¿Cuáles son los puntos en común entre las diferentes diásporas vascas?
-Actualmente, el Gobierno Vasco. Tiene un departamento para las Euskal Etxeak y también con el Instituto Etxepare tenemos los estudios vascos.
¿Cómo han conseguido esa unión en Boise y que los norteamericanos sientan admiración por los vascos?
-Estuve siete años como portavoz de la federación de entidades vascas de Estados Unidos y no dejé de darle vueltas a esa pregunta en todo ese tiempo. ¿Cómo lo han hecho en Boise? Y me planteaba dar con la fórmula para “ponerla en una botella” y llevarla a otras ciudades con descendientes de vascos, pero eso no es posible. De momento, solo Boise se ha organizado para tener baile vasco, coro, ikastola, museo...
¿Quizá todo derive de una cultura de asociarse?
-Tienes que tener equipo y Boise lo tiene. Es lo que falta en algunas Euskal Etxea, pero eso no se puede controlar desde fuera. Sale bien o no.
¿Cómo se ve Euskadi desde la diáspora vasca?
-Nosotros tenemos que beber solo del País Vasco. Los vascos de la diáspora también tenemos cosas que podemos enseñar a los vascos de Europa. Podemos ganar las dos partes.
¿Qué es lo que podríamos aprender de la diáspora?
-Aquí hay hambre por lo nuevo, lo moderno, pero hay que tener cuidado y no olvidar el pasado porque, si no, será como los aeropuertos: todo igual. Tenemos que ir en busca de cosas nuevas porque hay que lograr relevancia, pero cuidado con dejar todo atrás. Y a nosotros, los vascos de la diáspora, nos pasa lo contrario. No podemos estar hablando solo de ovejas. Está bien recordar eso, pero hay que buscar cosas nuevas.
¿Cuál es el futuro de la diáspora vasca?
-Yo soy optimista pero tenemos pesimistas también. Se lamentan de que el euskera se está perdiendo y dicen que si se extingue el idioma poco queda. Pero en unas cuantas Euskal Etxea la gente joven sigue ahí porque tienen amigos que no son vascos pero que ellos también quieren serlo.
LAS CLAVES
“En inglés se dice que ser vasco no es solo para los vascos. Si vienes a un jaialdi a poner sillas y mesas ya lo eres”
“Desde la diáspora también tenemos cosas que podemos enseñar a los vascos de Europa”
“Los vascos tenemos que buscar cosas nuevas porque hay que lograr relevancia, pero cuidado con dejar todo atrás”