Por Marta Macho Stadler
Magdalena Mouján Otaño nació en la localidad de Pehuajó (provincia de Buenos Aires, Argentina) el 26 de marzo de 1926. Era hija de Armando Mouján y María Teresa Otaño Alberdi.
El abuelo materno de Magdalena, Pedro Mari Otaño (1857-1910), fue un famoso poeta descendiente de una dinastía de bertsolaris y natural de Zizurkil (Gipuzkoa). Por avatares de la vida, emigró a Argentina en 1898 junto a su esposa, María Magdalena Alberdi Descarga, y tres hijos. María Teresa, la madre de Magdalena, nació en Argentina en 1899. Aunque Mouján Otaño nació 16 años después del fallecimiento de su abuelo materno, estuvo muy influenciada por su poesía y sus raíces vascas; su madre le enseñó el idioma de sus antepasados, el euskera.
Magdalena asistió a las escuelas primaria y secundaria en Pehuajó. Posteriormente ingresó en la Universidad Nacional de La Plata, donde tuvo como profesores a los matemáticos Manuel Sadosky (1914-2005) –considerado por algunas personas como el padre de la computación en Argentina– y a Luis Santaló (1911-2001) –quien había abandonado España por motivos políticos durante la Guerra Civil Española–.
Se graduó en matemáticas en la Universidad Nacional de La Plata y consiguió un doctorado en esta área en 1950.
Mouján Otaño comenzó a enseñar matemáticas, área en la que también investigó, y escribió algunos artículos de divulgación para la revista Mundo Atómico entre los años 1952 y 1955.
Investigación operativa: una nueva disciplina
En 1957, el matemático Agustín Durañona y Vedia (1904-1980) propuso a la Junta de Investigaciones Científicas y Experimentaciones de las Fuerzas Armadas (JICEFA) la creación de un Grupo de Investigación Operativa –que lideraría él mismo– al que se incorporaron Magdalena Mouján Otaño, el ingeniero de estructuras Horacio C. Reggini (1933-2022) y el ingeniero de caminos Isidoro Marín (1921-2020). Tras dos años de estudio e investigación en esta nueva disciplina, los componentes de grupo publicaron más de veinte trabajos teórico-prácticos, asesoraron a organismos del estado, e impartieron cursos y conferencias. Con su trabajo, los miembros de este equipo ayudaron a introducir la investigación operativa en Argentina.
Durante su trayectoria docente, Magdalena Mouján Otaño enseñó matemáticas y estadística en varias universidades públicas y privadas de Argentina, como la Universidad Católica de la Plata, la Universidad Nacional de Córdoba, la Universidad Nacional del Comahue o la Universidad Nacional de Luján.
La computadora Clementina
En 1966, Mouján Otaño entró a formar parte de la Comisión Nacional de Energía Atómica y fue una de las primeras personas en trabajar con la computadora Clementina, ubicada en el Instituto de Cálculo dependiente de la Universidad de Buenos Aires. Este ordenador, un Ferranti Mercury, fue la primera computadora en instalarse en Argentina con fines científicos. Su nombre se debía a que había sido programada para reproducir la canción Oh My Darling, Clementine.
Sadosky fue el responsable de llevar ese ordenador a Argentina; el equipo que lideraba el trabajo de la computadora Clementina contaba, además, con dos amigas y compañeras de estudios de Magdalena, la matemática Rebeca Guber (1916-2020) y la matemática y programadora Cecilia Berdichevsky (1925-2010).
Parte de los cálculos realizados con ayuda de ese ordenador se utilizaron en la construcción del reactor RA1.
Mouján Otaño, escritora de ciencia ficción
En 1966, tras el golpe de estado del general Juan Carlos Onganía, Magdalena abandonó temporalmente la docencia universitaria, al no apoyar al golpista. Al cabo de unos años, Mouján Otaño regresó a su trabajo de profesora y comenzó a crear relatos de ciencia ficción bajo el seudónimo de Inge Matquim, consiguiendo un gran éxito como escritora.
Uno de sus relatos más conocidos es Gu ta Gutarrak –Nosotros y los nuestros, en euskera–. Trata de una familia vasca que realiza un viaje en el tiempo para encontrar sus orígenes. Este cuento se lo dedicó a su abuelo, quién escribió en 1899 el poema del mismo título en el que se preguntaba –lejos del lugar en el que había nacido– sobre el origen del euskera y del pueblo vasco.
En esta divertida historia, uno de los hijos del protagonista –Xaviertxo, que es superdotado– se convierte en físico para «estudiar la estructura del continuo espacio-tiempo». Sus conocimientos le permiten construir una máquina del tiempo –bautizada como Pimpilimpausa (mariposa, en euskera)– con la ayuda de su hermana pequeña –Malentxo– que inventa una nueva lógica, la necesaria para evitar las paradojas producidas por los saltos en el tiempo. Esta máquina supone «… la gran revolución en la física, algo mucho más importante que la relatividad, y que la teoría cuántica y la bomba atómica…». Gu ta Gutarrak puede leerse en este enlace.
Magdalena Mouján Otaño falleció el 16 de julio de 2005, a los 79 años. Pidió ser enterrada junto a su abuelo, el bertsolari, en el cementerio de Mar del Plata.
Referencias
-Carlos Domingo, Construcción, uso y reforma del Reactor Argentino 1 (RA1), 2005
-Marta Macho Stadler, Magdalena Mouján Otaño: matemáticas y ciencia ficción, Mujeres con ciencia, Vidas científicas, 29 marzo 2018
-Isidoro Marín, Investigación Operativa en Argentina, Investigación Operativa no. 38 (2015) 2-17
-John J. O’Connor and Edmund F. Robertson, Magdalena Mouján, MacTutor History of Mathematics archive, University of St Andrews
-Uxune Martinez, Magdalena Mouján (1926-2005): Argentinako matematikari gutarra, Zientzia Kaiera, 26 diciembre 2014
Sobre la autora: Marta Macho Stadler es profesora de Topología en el Departamento de Matemáticas de la UPV/EHU, y colaboradora asidua en ZTFNews, el blog de la Facultad de Ciencia y Tecnología de esta universidad