Silvia Naishtat. Tal vez porque en Argentina existe la mayor colectividad vasca fuera de España, con 3 millones de personas y muchos de ellos devenidos en empresarios de todo tamaño, existe la sensación que la realidad industrial del llamado país vasco se puede tocar con la mano. Esa transformación que se logró en 30 años y que remite a una zona que había estallado por la crisis económica y el terrorismo, “ se logró con un Estado muy activo que incentivó asociaciones industriales innovadoras, muy profesionales e internacionalizadas”, dijo muy inspirado el secretario de Industria, Martín Etchegoyen, descendiente de vascos, tras una misión, que dio su primer fruto con un acuerdo entre el INTI, sus homólogos de España e industrias metalúrgicas para mejorar materiales ferroviarios.
A Bilbao viajó invitada por el gobierno vasco, una delegación público-privada. Etchegoyen, el secretario de Transformación Productiva Lucio Castro, Juan Carlos Lascurain, dirigente de los industriales autopartistas y el presidente del INTI, Javier Ibáñez.
Esa región de España con 2,1 millones de habitantes tenía al finalizar la dictadura de Franco 25% de desempleo. “Estaban en la cola del mundo, pero empiezan a unirse a la Unión Europea y desarrollaron un plan de transformación basado en el sector industrial impulsando la competitividad con un esquema innovador y salarios altos que les permitió mejorar el standard de vida. Es un ejemplo cercano”, amplía Echegoyen.
La delegación visitó pymes, los 19 centros de innovación y los polos de producción automotriz y máquina herramienta. A los funcionarios y empresarios les llamó la atención que Mercedes Benz y Rolls Royce, contabilicen plantas cerca de Bilbao pese a la energía cara y los salario altos. “La clave son los proveedores, empresas pymes de gran nivel que generan un sistema de competitividad, como factor de atracción para la inversión extranjera”, les explicaron.
La delegación fue convencida que Argentina tiene un patrimonio del que no se habla y es el activo industrial. “Somos uno de los tres grandes complejos industriales de América Latina con un conjunto de capacidades tecnológicas, profesionales, empresariales que pocos países tienen en esta región. En el país vasco nos dijeron que ellos construyeron en base a lo existente. Y esa es una gran lección”, afirmó Castro a Clarín.
De acuerdo al funcionario, se basan en un esquema productivo con el foco en la calidad, la innovación y en la internacionalización de las empresas. “No compiten en base al bajo salario sino en función de producir bienes que no fabrican los demás”, añade. Según su razonamiento, son procesos que llevan tiempo y se sostienen en instituciones, como los centros de innovación en los que se destacan en robótica, fabricación adictiva con impresoras 3 D aplicada a la metalurgia, e internet de las cosas. A todos les sorprendió durante los recorridos observar sensores en las fábricas que avisan en tiempo real cualquier desajuste.
Etchegoyen remarca que “no fue un proceso exento de conflicto. Hay que acostumbrarse al conflicto. No es un drama, se construye con el disenso y la oposición. Se hace hablando”, manda como mensaje.
-Pero, ¿es replicable ese modelo?
- Ellos apostaron por la industria que era lo que tenían con el foco en la calidad, la innovación y la inserción en el mundo. Hubo un fuerte apoyo del Estado con los centros tecnológicos, la formación profesional y el desarrollo de asociaciones productivas. Y hubo una fuerte red de contención social para integrarse al mundo sin dejar a nadie afuera. Claro que se puede replicar.
Lagun bati bidali
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