Franck Dolosor. La creación de la primera institución de Iparralde ha centrado la actualidad en los últimos meses. ¿Qué nuevos datos ha querido aportar con este libro?
-Uno de los objetivos es recordar la historia de los territorios vascos que se sitúan dentro de la República francesa. Por primera vez desde la revolución cuentan con una entidad propia. Es necesario recordar el proceso y los actores que han permitido el cambio. También es imprescindible explicar cuáles son las competencias, las vías de financiación, la gobernanza, las claves de gobernabilidad y los nuevos retos a los que tiene que hacer frente la Mancomunidad única.
¿ Y cuales son estos retos?
-Además de los ámbitos que fija la ley, como el desarrollo económico, los transportes o la vivienda, el organismo creado en enero podrá adquirir nuevas competencias. La Mancomunidad Vasca cuenta con fiscalidad propia gracias a los impuestos locales que aplica a gran parte de los habitantes y empresas del territorio. En una época marcada por los recortes y el abandono del Gobierno francés en numerosos ámbitos en los últimos cinco años, la nueva entidad tendrá que negociar el incremento de las dotaciones que París reparte. El aspecto financiero condiciona claramente la capacidad para llevar a cabo políticas públicas ambiciosas. La nueva Mancomunidad tiene que responder a las demandas formuladas por las 300.000 personas que residen en Lapurdi, Baja Navarra y Zuberoa. Y tiene que demostrar, asimismo, que es capaz de gestionar las políticas públicas de proximidad de manera eficaz en todas las comarcas. Los ciudadanos tienen que notar que la unión de las diez mancomunidades en una única mejora su vida cotidiana. Los contribuyentes solo pueden aceptar el cambio si perciben mejorías.
Francia es un país centralista y jacobino. ¿Cómo se explica que finalmente haya propuesto crear una institución basada en un concepto histórico y cultural como el vasco?
-Históricamente, Francia ha sido un país muy centralizado, incluso antes de la revolución con la monarquía. La revolución de 1789 provocó una reordenación del territorio en el que se creó un departamento único en el que se unieron Iparralde y la vecina región del Béarn, y se fijó la capital en Pau, fuera del País Vasco continental. Durante décadas, el poder luchó contra las lenguas propias y, en este contexto, el nacionalismo vasco ha tenido que enfrentarse a numerosos obstáculos. En todo caso, en 1981 el nuevo presidente socialista François Miterrand elaboró la primera ley de descentralización y posteriormente llegaron otras dos leyes en 2003 y 2015. El objetivo de esta última ha sido reforzar las regiones y las mancomunidades.
Hace dos años París propuso la creación de una Mancomunidad. ¿Realmente era lo que necesitaba el territorio?
-En lla década de 1960 surgió la reivindicación de un departamento propio, y años más tarde el grupo armado Iparretarrak y el partido EMA reclamaron un estatuto de autonomía. En los últimos años, apareció un gran consenso entre los electos vascos para pedir la creación de una Colectividad Territorial Específica pero el gobierno de François Hollande y Jean Marc Ayrault se negó a darles lo que concedieron a otros territorios. París planteó posteriormente una propuesta alternativa, la de unir las diez mancomunidades vascas que agrupan los 158 municipios de Euskadi norte. Más de un 70% de las corporaciones municipales apoyó la oferta parisina y la nueva institución vió la luz el pasado uno de enero.
¿Y no irá más allá?
-La Mancomunidad de Iparralde es evolutiva y flexible. Es una de las diferencias, por ejemplo, con el Estatuto de Gernika, que fija las competencias y los recursos del Gobierno Vasco. En Iparralde, en cambio, se pueden adquirir competencias optativas que hoy en día gestionan el departamento de Pirineos Atlánticos, la región Aquitania o el Gobierno francés. Poco a poco se podría convertir en la Colectividad Territorial Específica que se reclamaba en 2013 y que prevé la elección de sus representantes a través del sufragio universal. En la actualidad son los alcaldes y los concejales quienes gestionan la nueva entidad.
El 8 de abril, la Mancomunidad aprobó su primer presupuesto de 295 millones de euros, 860.000 de los cuales servirán para la promoción del euskara.
-Supone el comienzo de una nueva fase. Desde los años noventa, París y sobre todo las instituciones locales como el departameto o la región llevan a cabo acciones a favor del euskara y en 2006 crearon de forma conjunta la Oficina Pública de la lengua vasca. Se ha reducido la pérdida de locutores y se ha conseguido cierta estabilidad. En este contexto, la Mancomunidad puede jugar un papel determinante si asume el liderazgo de la política lingüística.
LAS CLAVES
“Los ciudadanos tienen que notar una mejoría en su vida cotidiana; solo así pueden aceptar el cambio que se ha producido”
“La Mancomunidad es evolutiva y flexible, se podría convertir en una Colectividad Territorial Específica”