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Joseba Etxarri. Nos habíamos saludado por última vez el pasado mes de febrero en el restaurante Toki Ona de Boise. Pete estaba cenando con un grupo de visitantes y se levantó --era una persona de trato exquisito y siempre mantuvimos una excelente relación--  al verme entrar, para fundirnos en un abrazo. Nos habíamos conocido en mi primera visita a Boise, en 1988, cuando los buenos oficios de su jefa de gabinete, boiseana y euskaldun como él, Miren Rementeria Artiach, me encontraron un hueco en su agenda y departimos por horas en una entrevista que más tarde publicaría la revista Muga.

Recuerdo que años más tarde viajó a Euskadi y que poco antes me envió un fax con su programa de visitas, en inglés y con el correspondiente membrete de la Secretaría de Estado, pero con algún número bailado, de modo que aquello fue a parar casualmente a la oficina del PP en Donostia, quienes --aprovecho para agradecérselo-- tuvieron la amabilidad de averigüar mi teléfono, llamarme y hacerme llegar finalmente el fax. Pete y Miren, junto a Ben Ysursa, el actual secretario de estado --entonces subsecretario de estado y mano derecha de Pete--, eran una pica vasca en ese ala del Capitolio de Idaho, en el que el euskera retumbaba con la mayor naturalidad, y Pete recibía a numerosos vascos, por el mero hecho de serlo.

La noticia de su muerte, el pasado domingo a los 95 años y tras tres años de combate contra un cáncer, no por esperada ha golpeado menos; y a mucha gente; en su entorno norteamericano, en Euskadi y entre los vascos del mundo. Pete era el prototipo de vasco de la Diáspora en su primera generación nacida en el nuevo país, que sumaba al natural orgullo de su lugar de nacimiento el no menos natural de la herencia recibida en la casa, en el hogar vasco que el munitibartarra Joe Cenarrusa(beitia) y la gernikarra Ramona Gardoqui crearon en la segunda década del siglo XX en Carey, Idaho, y en el que educaron con lo mejor de sí mismos a sus cinco hijos.

Vascófilo 'desde siempre', su primer viaje al País Vasco supuso un punto de inflexión en su visión y compromiso con la tierra de sus padres. Franco aún vivía y se entrevistó en Lapurdi con el Gobierno Vasco en el Exilio y vivió jornadas en Bizkaia y Gipuzkoa en la clandestinidad. Viajaría más veces a Euskadi, donde la Fundación Sabino Arana le hizo entrega años más tarde (2000) de uno de sus premios. Su adhesión al Gobierno Vasco le habían llevado, desde el restablecimiento en Hegoalde de las instituciones forales y comunes, a colaborar con las mismas y su trabajo, junto al de Paul Laxalt, fue decisivo para que el presidente Reagan recibiera en la Casa Blanca al lehendakari Ardanza en el primer viaje que éste realizó a Estados Unidos en 1988. Ese mismo compromiso le llevó a aceptar en 1994 incorporarse a la American Basque Foundation, una entidad vasco-americana impulsada en aquel momento desde el ejecutivo vasco a modo de lobby, con sedes en Washington DC y Boise, que Ardanza inauguraría en su segunda visita al país en 1994.

Recordando a Pete me viene a la memoria la anécdota de aquella campaña en favor de la preservación del medio natural que lanzó el Estado de Idaho, que incluyó la edición de unas pegatinas con el eslógan "Keep Idaho green" y que tuvieron asimismo una versión en euskera bajo el texto "Euki Idaho berde". Mantuve durante años pegado en mi coche el ejemplar que me regaló Pete, como él mismo pudo comprobar en uno de sus viajes en el que nos reunimos en Bizkaia.

Son muchas las anécdotas que se agolpan sobre el gran hombre que fue Pete. Solía repetir una y otra vez que los vascos no hemos de aspirar a ser una minoría, él así lo veía en Estados Unidos, sino a ser parte de la mayoría, ahí veía el futuro. Jugando con su apellido y la imbricación de lo vasco y de él mismo como americano y vasco que era, en alguna campaña sacó asimismo el eslógan y unas pegatinas pidiendo el voto para Pete CenarrUSA.

Hace unos años, el historiador vasco boiseano John Bieter --hermano del alcalde de Boise, Dave Bieter, coautor junto a Pete de la Declaración del Estado de Idaho en 2002 en favor del derecho vasco a decidir-- propuso y logró el inicio en Boise de una fundación, que hoy lleva el nombre de Cenarrusa Foundation for Basque Culture, que desde el entorno académico y cultural contribuye al desarrollo cultural vasco en Estados Unidos y de esa zona del Oeste en particular. Su contribución llegó también hasta el Basque Minor y el Centro de Estudios Vascos fundado en la Boise State University, inaugurado con la participación del lehendakari Ibarretxe en 2005.

Los periódicos y la prensa convencional recuerdan su faceta de Pete como político y como la persona en todo Estados Unidos que ha ejercido más años como secretario de estado. Desde estas líneas lo hacemos con su vertiente de vasco de la Diáspora, o de vasco si más adjetivos, que decidió compartir y dar testimonio de su vasquidad en su entorno americano. Gracias a Pete --y a miles de personas como él en el resto de la Diáspora--, Boise, en este caso, ha sido y es "etxea", "casa" para muchos visitantes vascos, que se han sentido, que se siguen sintiendo en Boise como en casa. Lo bueno es que, aunque él se ha ido físicamente, su recuerdo, su legado y ese pasado que nos enseña como bailar el presente y cultivar el futuro continúan su actividad en Boise, en Idaho, en la Diáspora.

Doluminak, nuestras más sinceras condolencias y un fuerte abrazo a Freda, mujer y compañera inseparable de Pete, a la familia y amigos de Boise, a la comunidad vasca en general, y a Miren Rementeria Artiach, fiel colaboradora de Pete durante muchos años en el Capitolio de Boise. Goian Bego.