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Vidángoz, 'uskara' y gastronomía; las calles del casco urbano de Bidangoze acogerán este sábado una nueva edición del Uskararen Eguna, Día del Euskera (en Diario de Noticias)

23/05/2005

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Bidangoze, Nafarroa. El valle de Roncal tiene sus ateas , palabra euskaldún muy arraigada en la zona que significa puerta. Al sur está la foz de Burgui, y al norte las ateas de Belagua y de Belabarce. Son topónimos, estos últimos, antiquísimos, y que no hacen sino ser un indicador más de la presencia secular de la lengua vasca en este valle, desde tiempos muy remotos hasta la desaparición de los últimos euskaldunes a lo largo de la segunda mitad del siglo XX.

Y, si el valle de Roncal tiene sus propias ateas , la localidad roncalesa de Vidángoz, o Bidangoze, nos recibe también a los que subimos remontando el cauce del Biniés, con una pequeña puerta natural de gran encanto, en la que la Pitxorronga, altiva y pétrea, se convierte en testigo mudo de la vida y de la historia de esta villa y de cuantas generaciones la han habitado.

Precisamente, este sábado que viene las empedradas calles de Vidángoz van a acoger una nueva edición del Uskararen Eguna , una fiesta anual e itinerante organizada por la Asociación Cultural Kebenko, y que este año va a estar centrada en todo lo que concierne a la gastronomía roncalesa. Uskara y gastronomía, dos condimentos que hoy vamos a tratar de combinar desde estas páginas, y que el sábado ambientarán una fiesta que ya empieza a ser veterana, celebrada en un marco rural, como lo es Vidángoz, que a nadie decepciona ni deja indiferente. Vidángoz enamora; que nadie diga que no lo he advertido.

Personajes euskaldunes

Dentro de lo que es la historia del uskara roncalés hay que reconocer que esta villa roncalesa ha escrito capítulos verdaderamente importantes. Capítulos estos que, al margen de un sinfín de personajes anónimos que son los que generación tras generación han sabido transmitir a los suyos el legado que recibieron de sus antecesores, tiene también unas protagonistas, no muy lejanos en el tiempo, con nombres y apellidos, y con una aportación a la lengua roncalesa bien definida, bien oportuna, y tal vez, no lo suficientemente reconocida.

Pongo, como un primer ejemplo, a la figura del padre Prudencio Hualde, sacerdote y escritor euskaldún. Nace nuestro protagonista en la villa de Vidángoz el 26 de abril de 1823. Tan sólo treinta años después (1853) es nombrado párroco de su pueblo natal. Fue colaborador del príncipe Luis Luciano Bonaparte en los trabajos de investigación que éste hizo sobre la lengua vasca. Precisamente por encargo del príncipe Bonaparte, el padre Prudencio Hualde, entre los años 1856 y 1869, traduce al uskara roncalés el Evangelio de San Mateo , una obra colosal que ha sido de gran utilidad para los posteriores lingüistas que se han esforzado en las últimas décadas en recomponer el uskara roncalés. En 1869 publica Bonaparte Le petit Catèchisme espagnol du P. Astete traduit en trois dialectes basques: Aezcoan, por Pedro José Minondo; Salazarais, por José Samper, cura de Jaurrieta; y Roncalais, por Prudencio Hualde (Londres, 1869. 74 páginas). La traducción que hizo del Evangelio de San Mateo se comenzó a publicar en la Revista Internacional de Estudios Vascos (R.I.E.V.) de San Sebastian (1934, págs. 527-548; y 1935, págs. 185-195). El padre Prudencio Hualde Mayo murió en Vidángoz, a los 56 años de edad, el 9 de diciembre de 1879.

Cien años después de su muerte, el 12 de agosto de 1979, en medio de un multitudinario acto, se descubría una placa-homenaje colocada sobre la fachada de su casa natal. Y el 23 de mayo de 1998, con motivo de la celebración de la segunda edición del Uskararen Eguna , celebrado ese día en Vidángoz, el padre Prudencio Hualde, junto con otros seis euskaltzales del Valle, era homenajeado de nuevo.

Entre esos otros seis vascoparlantes del uskara roncalés que fueron homenajeados en 1998 estaba también otro bidangoztarra digno de mención, Mariano Mendigacha Ornat, colaborador igualmente del Príncipe Bonaparte y del padre Resurrección Mª Azkue en los estudios de éstos sobre el dialecto roncalés.

Nace Mariano Mendigacha en Vidángoz el 12 de febrero de 1832. Su oficio era el de labrador. Algún historiador llegó a decir que los roncaleses, por naturaleza, son personas cultas aunque carezcan de estudios; este el caso concreto de Mariano Mendigacha, de quien Bernardo Estornés Lasa llega a decir que estaba dotado de notable talento natural. Mendigacha no tuvo más preparación que la primera enseñanza en la escuela del pueblo; hablaba muy bien el vascuence roncalés, y tenía relativa facilidad para escribirlo, e incluso para traducir, como lo hizo con el Salmo Quincuagésimo y con Orreaga . Cuenta Estornés en la Enciclopedia General Ilustrada del País Vasco que tenía 25 años Mendigacha cuando el príncipe Bonaparte, en su tercer viaje, llegaba al pueblo de Vidángoz en su coche de caballos y contacta con el padre Prudencio Hualde y con él, iniciándose desde entonces una estrecha colaboración entre ellos. En 1867 convocó Bonaparte en San Juan de Luz a varios euskaltzales, entre ellos a Mariano Mendigacha que acude haciendo su viaje a través de las montañas montado en un mulo. Al fallecer el príncipe Bonaparte, el bidangoztarra establece relación, a través del coadjutor de Uztárroz don Dionisio, con el padre Resurrección Mª Azkue, desde 1902 hasta 1916, con quien intercambia numerosas cartas en las que, no sólo hace importantes aportaciones al estudio del dialecto roncalés, sino que además transmite en ellas numerosos cuentos, canciones y refranes, a la vez que refleja en ellas las formas de vida, relatos, leyendas y costumbres de la época, convirtiéndose así estas cartas en un importante documento etnográfico, de inestimable valor, para Vidángoz y para todo el Valle de Roncal.

Sus cartas fueron publicadas en la revista Fontes Linguae Vasconum , traducidas por José Estornés Lasa, en el nº 43; y anteriormente en la revista Euskera , 1957 (II, págs. 119-170) por Alfonso Irigoyen, y en la misma revista, 1961 (VI, págs. 183-208) por Faustino de Cerio; cartas estas que le sirvieron a Resurrección Mª Azkue para escribir posteriormente el trabajo Particularidades del dialecto roncalés publicado en la revista Euskera.

Mariano Mendigacha, que también estuvo presente en la vida política local como concejal de su ayuntamiento durante varios años, fallecía en Vidángoz, a los 87 años de edad, el 31 de julio de 1918.

Hualde y Mendigacha son dos personajes emblemáticos dentro de la historia del uskara . Sus aportaciones a esta lengua merecen un reconocimiento permanente, de agradecimiento.

Gastronomía roncalesa

Cada edición anual del Uskararen Eguna está dedicada a un tema concreto. En esta ocasión el colectivo Kebenko de esta localidad ha querido enfocarlo hacia la gastronomía.

En el caso concreto del valle de Roncal hablar de gastronomía es hablar, en primer lugar, de su producto estrella, el queso. Y el queso de Roncal, confeccionado directamente por los pastores, tiene precisamente el gran mérito de haberse situado hace siglos en la cúspide de la fama, en ese podium de honor en el que le pusieron los consumidores que desde lejanas tierras acudían a este valle a comprar tan preciado producto, podium este en el que a día de hoy sigue manteniéndose combinando hábilmente la tradición y la calidad. Los pastores roncaleses han empleado siempre una misma técnica, no especialmente diferente a las empleadas en otras zonas, pero que cuenta con unos aliados de honor, como lo son los pastos de alta montaña y la orientación de esos montes.

Pero no voy a caer en el error de unir en un único concepto gastronomía y queso, con todo lo importante y emblemático que es este último, pues la gastronomía roncalesa es un concepto mucho más amplio que abarca desde el queso hasta las migas de pastor, pasando por la caza, las técnicas de conservación de los alimentos, las variadísimas recetas específicas de la zona, el sistema de arriendo de los hornos y de las carnicerías, las vainetas --alubia verde-- en hilos, la utilización de fresqueras, las formas de proteger los alimentos de la voracidad de otros animales, el uso de las hierbas y plantas medicinales, la influencia de la religiosidad popular en los alimentos incluidas las variadas formulas de bendecir la mesa, el mercado y comercio de la carne a lo largo de los siglos, la importación del abadejo, el cultivo de las ranas como fuente alimenticia, la utilización de la sal, las antiguas novenas sanatorias de suero en las muideras, el transporte de la leche y el del agua, la labranza en todas sus fases, la regulación del ayuno a través de las ordenanzas eclesiales, la comida de Navidad, la petición de alimentos en carnavales o el día de San Nicolás, la matanza del cerdo con todos sus derivados, la jerarquía familiar a la hora de colocarse en la mesa, la utilización de piedras rusientes para calentar la leche, la organización de la despensa, las marcas del pan, la bendición de los campos, los amuletos y las medidas populares para evitar las plagas, la elaboración de tarteras y vasija de barro cocido, la repercusión del hongo en la economía familiar, o la fabricación artesana de cucharas de boj, por poner tan sólo algunos ejemplos de hasta donde llega en el valle de Roncal el concepto de la gastronomía.

Cualquiera de estos aspectos, por sí solo, requeriría un estudio detallado y minucioso. Y Kebenko lo que hace ahora, muy oportunamente, es hacer que centremos nuestra atención en este aspecto de nuestro patrimonio etnológico. A esto, que no es poco, debieran de seguir otros pasos encaminados a intervenir de forma efectiva sobre esta parcela patrimonial que es la gastronomía. Hay canciones alusivas a este tema; hay refranes, dichos y leyendas; y, sobre todo, lo que hay es muchos conocimientos en la memoria de la gente mayor, conocimientos estos que poco a poco hay que ir sonsacándoselos para que queden salvaguardados para siempre.

Es lo mismo que en su día se hizo con el uskara roncalés. Sí, ya sabemos que se ha perdido para siempre, pero nos queda ahora el consuelo de saber que los vocablos, canciones, refranes, expresiones, y dichos, que daban riqueza a esta lengua, han quedado, al menos, salvaguardados en libros, folletos, y grabaciones. Ahora sólo nos queda asumir sin miedo, dejando a un lado condicionantes políticos, que la lengua roncalesa, la lengua vasca, forma parte de nuestra esencia como pueblo, y no una parte más cualquiera, sino una parte fundamental sin la que sería muy difícil de entender todo lo demás.

(publicado el 23-05-2005 en Diario de Noticias de Navarra)


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