diáspora y cultura vasca
31/07/2014
PUBLICIDAD
Joseba Etxarri. Son muchos quienes consideran San Francisco como la ciudad más hermosa de Estados Unidos, quizás por su color y vida, por el dinamismo de sus gentes o su descarada naturaleza cosmopolita. Nuestra contertulia de hoy es una sanfranciscana de pro que presume del privilegio de poder aunar y disfrutar en su persona y su entorno de lo mejor de dos mundos, el de la Joven Dama del Norte Californiano y el de la Vieja Garazi Bajonavarra, cuna de sus ancestros.
-¿Qué tipo de ciudad es San Francisco?
-Es una ciudad diversa y cosmopolita que, a pesar del carácter de internacional que le proporcionan los miles de personas de muy diferentes culturas que residen en ella o la visitan, no pierde su condición de pequeño pueblo. A los sanfranciscanos nos gusta pensar que a pesar de la fuerte proyección internacional, la ciudad conserva asimismo su carácter de pequeña comunidad.
-Estamos en plena crisis económica. Vosotros pasásteis por ella. ¿En qué momento os halláis exactamente?
-Parece que las cosas levantan el vuelo. Afortunadamente estos dos últimos años ya se ve a la gente más optimista, financieramente hablando. La gente comienza darse algunos caprichos, cuando hace dos años los gastos se limitaban estrictamente a cubrir las necesidades. Creo que en San Francisco y en California en general vamos moviéndonos fuera y vemos cerca la luz del final del túnel. La crisis no ha terminado de pasar, pero se palpa un ambiente mucho más optimista que en los últimos años.
-Conoces de cerca el momento económico que atravesamos en Euskadi y en Europa ¿Cómo nos ves?
-Lleváis un retardo en relación a nosotros de tres o cuatro años, estáis todavía en ello y no sé si habéis llegado al punto de inflexión en el que las cosas comienzan a enderezarse. Por lo que oigo, ajustar el presupuesto preocupa a mucha gente, en el mejor de los casos prima la prudencia y se contiene el gasto, se cuida mucho en qué se gasta. En Estados Unidos nos llevó tiempo salir, pero qué duda cabe de que todo lo que empieza termina. La madre del cordero es el cuándo, cuándo llegará ese momento.
-Algunas personas comparan Donostia con San Francisco. ¿Cuál es tu opinión?
-(Se toma unos segundos) Creo que hay una cierta vitalidad que comparten ambas ciudades, un cierto talante o disposición. Ambas ciudades logran que te sientas bienvenido a su cultura, y no hablo en este caso de la cultura vasca, sino de de la propia cultura de la ciudad. Te hacen sentirte bienvenido y eso anima a la gente a participar, sea yendo a North Beach y siendo testigo de su vida o saliendo por la noche a la Parte Vieja donostiarra. Me refiero a ese sentido de la integración o aceptación. En la Parte Vieja de Donostia puedes escuchar muchas lenguas diferentes, no solo euskera o español, sino inglés, francés, mucha gente viene de muchos lugares. Creo que eso tienen en común. Por otro lado, ambas ciudades son costeras, tienen bahía... aunque el agua en Donostia está más caliente que en San Francisco. Nadar en San Francisco supone zambullirse en agua realmente fría.
-Eres presidenta de NABO, la federación de entidades vascas de Norteamérica, y dirigente de la comunidad vasca de San Francisco. ¿Cuántas euskal etxeas hay en California?
-Veamos: los centros de Susanville, Rocklin y Marin-Sonoma; en San Francisco, el San Francisco Basque Club, San Francisco Basque Cultural Center, San Francisco Anaitasuna y BEO (Basque Educational Organization); y luego están aas euskal etxeas de Los Banos, Fresno, Bakersfield, Ventura, Los Angeles Oberena, Chino y La Puente. Creo que suman catorce, de un total de 42 centros asociados que tenemos en Estados Unidos.
-Diriges también el Zazpiak Bat Basque Dancers de San Francisco. Tuviste un buen maestro.
-Aprendí de mi padre, Pierro Etcharren, que durante muchos años enseñó baile vasco en la ciudad. Con el tiempo le cogí el testigo. En mi familia el baile es tradición, no solo como dantzaris sino como instructores de baile. Mi hija Joana, de catorce años, baila ya con el grupo de adultos y viene los sábados a los ensayos, a ayudarme con el grupo de niños. La vida sigue.
-También eres txistulari.
-Creo que la música y la danza son importantes. No es solo cuestión de ver y oir, con ellas sientes y haces sentir, desarrollas un sentido de sano orgullo y de pertenencia que procuras transmitir. No es casualidad que la danza, la música y el canto se conserven con fuerza en la Diáspora, te unen de una manera particular con Euskal Herria.
-Todo ello aprendido en San Francisco.
-Sí, aunque también he viajado y viajo con asiduidad, sobre todo a la Baja Navarra, de donde procede mi familia. Empecé con el txistu con mi primo Alain Erdozaincy, que era txistulari en San Francisco. Más o menos al tiempo que con el baile, con siete u ocho años. Continué en Udaleku, los campamentos de verano de NABO, con Manu Pe-Mentxaka, un txistulari que venía cada año desde Euskadi. Y más tarde tuvimos la suerte de tener a aita Martxel Tillous, que tocaba la txirula y el txistu. La verdad es que en San Francisco siempre hemos contado con una pequeña banda de txistularis, con alrededor de cinco componentes.
-Te hallas en estos momentos en la Baja Navarra, con un grupo de dantzaris de San Francisco, para una estancia de un par de semanas.
-Sí, he venido con seis dantzaris jóvenes. Hemos pasado una primera parte del pequeño curso que hemos montando en Zuberoa, aprendiendo de una dantzari local. El pasado fin de semana dimos una actuación en Barkoxe y nos vimos sorprendidos por una audiencia que superó las seiscientas personas. Ahora estamos haciendo lo propio en la localidad de Arnegi. En este caso actuaremos este próximo sábado, día 2, a las 9:30 de la noche en un festival en el frontón local.
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
© 2014 - 2019 Basque Heritage Elkartea
Bera Bera 73
20009 Donostia / San Sebastián
Tel: (+34) 943 316170
Email: info@euskalkultura.eus