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Buenos Aires, Argentina. Al momento de iniciar una conversación con un miembro de la colectividad vasca, suele ser común preguntarle si pertenece a alguna euskal etxea. Y si bien en muchos casos es un punto de partida para el diálogo, existen tantos otros en los que la pertenencia a la colectividad va más allá de la participación en una institución determinada. Y ésta es, quizás, la situación de Valeria Magliocchetti, quien trabaja en la difusión de nuestra cultura sin pertenecer a ninguna casa vasca en particular.

“Mi relación con la colectividad vasca comienza aproximadamente en el año 2001; me acerqué al Zazpirak Bat de Rosario porque estaba interesada en tomar clases de euskera”, explica Valeria. “En ese momento yo ya pertenecía al Centro Navarro de Rosario; de pequeños con mis hermanos fuimos parte del cuadro de danzas y cuando en el 1994 se abrió el taller de música, comenzamos los tres a tomar clases y aprendimos a tocar el txistu. Luego de unos inconvenientes, decidimos renunciar al Centro Navarro, y al tiempo el Centro Vasco me ofreció hacerme cargo de las clases de txistu y música. Al principio lo dudé, ya que la experiencia que habíamos tenido fue muy angustiante y no quería pertenecer otra vez a una institución de esas características, pero lo intenté y me fui entusiasmando”.

“En cuanto a si pertenezco a alguna euskal etxea… sí y no. Hace dos años me mudé a Buenos Aires, y lo de viajar se me hizo complicado, pero aún así seguí, e incluso comencé también a ir a San Nicolás, donde me ofrecieron realizar talleres de música y a donde viajo dos veces por mes. Por lo tanto, viajo y me hacen sentir como en casa, pero pertenecer, no pertenezco a ninguna institución en particular”, aclara la txistulari rosarina.

[Imágenes de talleres y participaciones en espectáculos de Valeria Magliocchetti] 

Con tantos años de oficio, los secretos sobre cómo enseñar música y danza no son desconocidos para Valeria. Según ella, la danza y la música son inseparables, y la posibilidad de bailar con música en vivo es inmejorable. Sin embargo, también hay dificultades a la hora de emprender este recorrido. “En el taller de San Nicolás estamos haciendo un trabajo de grupo, en el que algunos aprenden a tocar y otros a bailar, simultáneamente. Es algo que no suele suceder aquí, son muy afortunados los nicoleños de poder aprender las danzas típicas sin tener que utilizar un grabador. Además los txistularis aprenden a tocar y a acompañar en el mismo tiempo prácticamente. Para ser un buen txistulari, hay que saber danzar…y eso es lo que intentamos hacer, que la danza y la música vayan juntas”, argumenta la joven rosarina. 

Pero tal como expone Valeria, difundir este método de enseñanza no es fácil si no se valora el trabajo de quienes lo pueden llevar adelante. “Algunas instituciones no valoran el hecho de tener un txistulari-músico entre sus integrantes, aún cuando no tenga demasiadas pretensiones económicas y de tiempo, y esté dispuesto/a a brindar y compartir su experiencia y conocimientos. Somos muy pocos/as txistularis, que además podemos enseñar otros instrumentos vascos como también a bailar. Generalmente se piensa que como una llega a la euskal etxea por amor a la cultura, o a sus orígenes, no tiene derecho a hacer de esto un trabajo sustentable. Pero hay que trabajar para poder vivir. La condición para dar un taller es, en primer lugar, que haya interés en aprender algún instrumento o la conexión de la música con la danza. Luego los honorarios se ven en cada situación en particular. Quienes estén interesados se pueden comunicar conmigo por mail (valeizar@hotmail.com) o en Facebook (Valeria Magliocchetti). En cuanto a lo económico, lo mínimo indispensable son los viáticos; creo que si hay buena predisposición y ganas de aportar para el desarrollo de lo cultural, se puede llegar a un acuerdo”.

Valeria Magliocchetti es Maestra Nacional de Música con especialidad en Piano, recibida en la Escuela Provincial de Música de Rosario. Y si bien desde que se involucró con la música de Euskal Herria ha experimentado con txirula, txalaparta, pandero, alboka, atabal y tamboril, su instrumento favorito es el txistu. “Yo siento que todos los instrumentos de alguna u otra manera me interesan, pero con el txistu tengo una relación especial, es parte de mi cuando empiezo a tocar y eso no me pasa con los otros”, confiesa la txistulari.

“Si pudiéramos viajar y conectar un lugar con otro a través de la música vasca, sería maravilloso… es uno de mis sueños, pero la verdad es que sin subvención económica se hace imposible”, concluye Valeria.