diáspora y cultura vasca
16/07/2009
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Alejandro R. Roces/Manila. En cuestión de infraestructuras, Filipinas tiene dos necesidades importantes: mejores carreteras y puentes, y un edificio que, con sólo verlo, traiga automáticamente a la mente nuestro país. Existe solamente un puñado de estructuras alrededor del mundo que se hallan irrevocablemente ligados a una ciudad determinada: entre ellos, el edificio del Empire State, la torre Eiffel y el edificio de la Ópera de Sydney. Estos edificios han sido asimismo heraldos de la renovación y la preservación urbanas.
En Bilbao, en el País Vasco, el gobierno de la ciudad construyó el hoy mundialmente famoso Museo Guggenheim, diseñado por Frank Gehry. Su finalización estimuló el renacimiento de la ciudad. Manila, con sus rica y variada historia, se halla en una excelente posición para ser la próxima gran historia del mundo en materia de renovación y de conservación urbanas; si por lo menos tuviéramos la voluntad de hacerlo así.
En la última parte del siglo XIX, Manila era una metrópoli en crecimiento digna del sobrenombre de “perla del Oriente”. El gobierno de la ciudad pavimentaba las calles nuevas y ponía en servicio nuevos puentes para ayudar a una economía en alza. Uno de los símbolos de Manila, y de la firma vasco-filipina Ynchausti y Companía, era el Puente Colgante. En 'Manila mi Manila', Nick Joaquín describe el puente durante los 1870s: “a través del río de la ciudad ahora arqueado… el asombroso Puente Colgante, suspendido en el aire, como un saludo a la edad de la ciencia y de la ingeniería.” La edad industrial encontró su expresión en Filipinas bajo la forma de puente sin par en toda Asia.
Originalmente, el nombre del puente era Puente de Clavería (puente de Claveria). Es probable que el puente fuera denominado así en honor al Gobernador-General Narciso Clavería y Zaldua, quien fue gobernador-general de las Filipinas del 16 de julio de 1844 al 26 de diciembre de 1849. Una de las medidas que le dio acceso a la fama fue que se trata de quien obligó a que los filipinos tomaran apellidos españoles. A resultas de su diseño (era un puente de acero en suspensión), el nombre más comunmente usado para designarlo fue simplemente 'el Puente Colgante'. La construcción de su estructura comenzó en 1849 y fue terminada en 1852 por Ynchausti y Companía (que de la que era propietario y cabeza visible José Joaquín de Ynchausti). El gobierno de la ciudad de Manila concedió a la corporación una licencia del noventa años para su construcción y explotación subsiguiente. De acuerdo a documentos norteamericanos, los peajes del puente constituyeron una fuente de recursos para Ynchausti y Companía.
Uno de los mitos mas comunes que rodean el puente es que fue diseñado por Alexandre Gustave Eiffel (famoso por la torre Eiffel). Resulta posible leer esta versión en libros de textos supuestamente fiables como “Historia del Pueblo Filipino”, de Teodoro A. Agoncillo: “Para evitar los atascos de tráfico en Arroceros y Quiapo, se construyó el Puente Colgante (hoy día Puente Quezón), el primer puente en suspensión en todo el Extremo Oriente. Con unas medidas de 110 metros de largo y siete metros de anchura y diseñado por Gustave Eiffel…”. En el lado positivo, él identificó correctamente la localización y las medidas del puente. Pero hay que señalar que Gustave Eiffel nació el 15 de diciembre de 1832.
Ynchausti y Cía encargó al ingeniero vasco Matías Mechacatorre para diseñar la estructura. Él había diseñado ya algunos puentes en suspensión en el País Vasco y resultaba una opción lógica para diseñar el Puente Colgante. Su localización conectó los almacenes y las fábricas de Ynchausti y Cia. El puente se convertiría en una de las señales más identificables en la Manila de la época previa a la II Guerra Mundial y conocida por ser el primer puente de acero en suspensión de Asia.
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