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Un film sobre un galeón vasco hundido en Chile abrirá el ciclo de Cine Submarino de Donostia. 'Operación Mejillones', de Joshean Galdona, se proyecta mañana en la jornada inaugural (en el diario Gara)

12/04/2004

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Martin Anso/Donostia. 'Operación Mejillones', del donostiarra Joshean Galdona, abrirá mañana el Ciclo Internacional de Cine Submarino de Donostia. La cinta da cuenta de la excavación arqueológica realizada en aguas chilenas de los restos de un galeón hundido en 1759, el San Martín, construido en Pasaia. 'Operación Mejillones' será la primera de las veinticuatro películas que, a partir de mañana y hasta el domingo, se proyectarán dentro del 28º Ciclo de Cine Submarino de Donostia.

Joshean Galdona es un buzo profesional que ha desarrollado su labor tanto en aguas del Cantábrico como del Caribe o el Mar Rojo. En muchas ocasiones, su trabajo ha estado relacionado con la arqueología, y fue una de esas ocasiones la que hace ya unos años lo llevó a Chile, a la bahía de Mejillones, al norte del país.

'Habían encontrado los restos de una embarcación ­explica­ y en la prensa chilena podían leerse titulares del tipo 'El oro de la Corona está bajo el mar de Mejillones'. Creían que encontrarían 3.000 kilos de ese metal e incluso se había creado una sociedad encargada del rescate. La parte arqueológica de la operación recayó en la Universidad SEK, que, como carecía de experiencia en ese tipo de trabajos, contactó con Alberto Martín, del Centro de Arqueología Subacuática de Cataluña, con el que he trabajado en muchas ocasiones. Y él recurrió a mí'.

Desde la primera inmersión quedó claro que en Mejillones no había oro. 'Aparte de los restos del barco, sólo encontramos unos cañones, un tintero, una piedra para curtir pieles y poco más'. Lo cual no es extraño, por una parte, porque, según documentación hallada en el Archivo de Sevilla, los restos resultaron ser del San Martín, que viajaba de vacío cuando se hundió, y, por otra, porque, en caso de que hubiera quedado algo, lo habrían recuperado hacía tiempo los vecinos de Mejillones. 'Viven del marisqueo y, para cuando los 'buscadores de tesoros' dieron con los restos del barco, ya lo conocían y, de hecho, para ellos era una especie de vivero', indica Galdona.

La campaña arqueológica se prolongó durante dos meses y, aunque las condiciones eran difíciles, el buzo vasco disfrutó mucho. 'Es trabajo, qué duda cabe, pero un encargo de este tipo lo haces a gusto y es, casi, casi, como si estuvieras de vacaciones', afirma.

Aquella experiencia chilena queda reflejada ahora en 'Operación Mejillones', una cinta de doce minutos que no habría completado si no fuera por su hija Ana, que trabaja en el mundo audiovisual. 'Y es que', ­explica Joshean Galdona, 'yo filmo, y mucho, para documentar trabajos, pero no me dedico a hacer películas para exhibirlas ante el público. En este sentido, 'Operación Mejillones' es la primera, y no la habría hecho si mi hija, que sí es una profesional del medio, no hubiese tomado cartas en el asunto'.

Galdona dedica el filme a Rafa Treku, realizador donostiarra especializado en documentales sobre la naturaleza fallecido en setiembre de 2000. 'Anduve mucho con él... en el Mar Rojo, en el Golfo de Guinea... Su muerte fue totalmente inesperada. Cinco días antes, habíamos estado juntos en el Bidasoa, filmando salmones. Y planeábamos viajar a Florida para hacer un reportaje sobre un cazador de tiburones, el que suministró los ejemplares que se exhiben en el Aquarium', recuerda Joshean Galdona.

Memoria de la ultima singladura del San Martin

Documentación hallada en el Archivo de Sevilla ha permitido reconstruir la historia del galeón San Martín y, muy particularmente, su última singladura.

Fueron los oriotarras Manuel de Aizpurua y Juan de Arizmendi quienes construyeron esta nave, de 685 toneladas, que fue botada en Pasaia el día 12 de enero de 1747.

Tras ser empleado durante varios años en el tráfico transoceánico, el principio del fin del San Martín llega en el año 1759, cuando arriba a la ciudad chilena de Valparaíso, donde las autoridades reciben la denuncia de algunos tripulantes ­incluido un desertor­ que aseguran que el galeón 'hace más agua que lo regular'. El capitán, Andrés Ramírez de Arellano, lo niega tajantemente. Las pruebas que se practican parecen darle la razón y el San Martín parte de regreso a la Península cargado con un auténtico tesoro... 490 cajones de oro y plata acuñada, 28 de plata labrada, 3 con piedras de metal de plata, 2 barras de plata, 1 cajón con alhajas... además de cueros, lana de vicuña, estaño, cacao, loza, añil... e incluso un cajón con el diseño de la catedral de Lima.

Sin embargo, sin haber tenido ocasión de navegar demasiadas millas rumbo al sur, la evidencia se impone. El navío hace aguas, y el capitán no tiene más remedio que poner nuevamente proa al puerto de Valparaíso, donde, por una parte, es puesta a salvo la carga y, por otra, queda en evidencia que los controles de seguridad se habían practicado en condiciones fraudulentas.

El San Martín vuelve a hacerse a la mar en lastre, con el objetivo de cargar madera con la que ser reparado en el puerto peruano del Callao. Pero ni para eso le queda ya aliento. En vista de las circunstancias, el 1 de agosto de 1759, el capitán lo lleva a embarrancar deliberadamente en la playa de Mejillones, donde la poca profundidad permite rescatar todo lo rescatable. Y no sólo eso, sino que, incluso cuando toda la tripulación ha sido ya reembarcada en otros navíos, en la playa queda un retén, con el objetivo de recuperar también los mástiles de la embarcación, piezas de indudable valor, tan pronto como las circunstancias lo permitan.

Por eso, salvo los restos del casco, poco de valor ­de valor no estrictamente arqueológico quiere decirse­ podía quedar en el San Martín cuando Galdona y otros buzos se sumergieron en la bahía de Mejillones. El oro y la plata que una vez cargó, y que tantas expectativas había generado entre los buscadores de tesoros chilenos, había sido desembarcado casi 250 atrás en Valparaíso.

(publicado el 12-04.2004 en el diario Gara)


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