Plentzia, Bizkaia. Capitán de la marina mercante, Sabino Laucirica se encontró un día en un mapa de Canadá el nombre de Placentia, e, intrigado, comenzó a investigar la relación entre su Plentzia natal y esta localidad de la isla de Terranova. Resulta que fueron los balleneros vascos quienes pusieron nombre a este enclave, en el siglo XVI, por su parecido con la bahía de Plentzia. "La primera mención escrita de este nombre que conocemos aparece en el mapa de Kallard de1547", cuenta Laucirica a EuskalKultura.com.
Aquel descubrimiento fue el comienzo de una pasión en la que ha trabajado en los últimos años, y que ha sido reconocida este verano con la entrega, el pasado mes de agosto, del premio Heritage Award de Placentia a Laucirica, por su esfuerzo por dar a conocer el patrimonio histórico de esta localidad canadiense. "Este galardón de reconocimiento a la defensa del patrimonio de la ciudad de Placentia, capital de Terranova entre 1662 y 1713, nunca ha sido entregado a un no canadiense", explica Laucirica, que no pudo estar presente en el acto.
Reticencia inicial
Con la placa del Heritage Award ya en su casa de Plentzia, Laucirica recuerda que al principio en Placentia no fueron tan receptivos a sus investigaciones. "Es que en esa zona tras la expulsión de los franceses y sus aliados comerciales, los vascos, se instalaron los ingleses y la zona se repobló con población irlandesa. Ellos, en principio, mostraban poco interés por esa parte de su historia". Pero Laucirica insistió, enviándoles documentación de sus hallazgos en archivos vascos, y dando a conocer el rico patrimonio vasco de Placentia.
Segun Laucirica, con el hallazgo de la Nao San Juan, hundida en Red Bay, las investigaciones y excavaciones arqueológicas se centraron en esta zona, y Placentia cayó en el olvido. "No se han hecho excavaciones, porque la gente de la zona no se ha animado. Mi objetivo es que ellos entiendan y se crean que lo tienen allí es importante". asegura. Laucirica avisa, además, de que la zona, al ser muy llana, corre peligro por el calentamiento global y la subida del nivel del mar.
Condiciones "horrorosas"
Como marino, Laucirica confiesa que las condiciones del viaje atlántico y la estancia en Terranova de los marinos vascos le parecen "horrososas". "Yo he navegado durante muchos años y al llegar la noche y encontrarte en medio del mar inevitablemente haces balance... Imagínate eso en un barco de 25 metros de eslora, con más de 100 tripulantes. Muchos murieron durante el viaje, y también en Terranova. Un invierno fue tan duro que murieron unos 500 balleneros. Cada año iban unos 2000, para que nos hagamos a la idea de lo que fue", cuenta.
Si las condiciones eran tan duras, ¿por qué iban allí estos marineros vascos? "Se enfrentaban a todos los riesgos porque era una industria muy beneficiosa. Un barril de aceite de ballena podía llegar a costar el equivalente a 5.000 euros. Cuando la nao San Juan se hundió en Red Bay, por ejemplo, llevaba a bordo 900 barriles", explica.
Vida y muerte en Terranova
En los próximos meses el Gobierno Vasco publicará un libro con las investigaciones de Laucirica, titulado "Vida y muerte de los balleneros vascos en Terranova". Se presentará en octubre y Laucirica espera poder llevarlo a la Feria del Libro y Disco de Durango.