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Reivindicando historia: Moraleda y Chile

19/12/2005

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El historiador Juan María Garate Ibarrola reivindica en este artículo la importancia del conocimiento de la historia y destaca el olvido en que se deja o el poco conocimiento que existe en torno a un buen número de personajes que por derecho propio debían figurar en la memoria y en el acervo histórico vasco, citando como ejemplo de ello al pasaitarra Moraleda, quien es (re)conocido en Chile, pero no así en la tierra que le vio nacer.
Por Juan María Garate Ibarrola, historiador

Quizá en más de una ocasión nos preguntemos con grandes dudas sobre qué es la Historia. Sabemos por teoría que es una ciencia que tiene por objeto el conocimiento del pasado. Los hechos históricos son hechos temporales y no se pueden estudiar abstrayéndolos de su temporalidad o aislándolos de su contexto.

La fuente fundamental de la que bebe la Historia son los documentos. Pero hay que tener en cuenta que el hecho histórico es un hecho pasado, algo que ya ha ocurrido, y el historiador tiene que reconstruirlo, a través de la fidelidad a los documentos, pero con intuición y veracidad. En la historia local se corre el riesgo de unir los objetivos que se persiguen en toda investigación con intenciones políticas interesadas, proyectando así la actualidad en el pasado. Si no tenemos en cuenta los cambios históricos a lo largo del tiempo, mal podremos entender nuestra historia.

Es en los archivos donde se encuentra la gran fuente informativa de la Historia. Por suerte, disponemos en Euskadi de varios de una calidad extrarodinaria, además de las bibliotecas, colecciones y archivos familiares donde se concentra el paso temporal e histórico de las gentes de raigambre.

Es en esta labor de arhivo en la que quiero apoyarme para reivindicar con contundencia los nuevos descubrimientos documentales, los cuales siempre quedan relegados a un segundo plano, por no decir directamente al olvido, en los grandes fastos de celebración de hechos históricos.

No es mi intención añadir absolutamente nada, ­nada nuevo poseo­ sobre los grandes marinos vascos por todos reconocidos, como Urdaneta, Elcano, Oquendo, Blas de Lezo o Legazpi, cuyos bustos custodian la fachada de la Diputación de Gipuzkoa. Sin embargo, sí quisiera añadir información sobre el pasado de nuestro territorio a través de nuevos datos que han ido apareciendo sobre personajes de cuyo valor histórico no se puede ni se debe dudar. ¿En qué rincón de la memoria histórica se encuentra Pedro de Zubiaur, general de la Armada del Océano en el siglo XVI, o Martín de Zamalbide, general de la Armada del Mar del Sur? Por no hablar del guardamarina natural de Hernani José Aramburu, que viajó a la isla de Pascua en 1770, en la expedición de Felipe González, y que murió en Cádiz, siendo comandante del navío San Rafael. ¿Cómo se entiende que el getariarra Domingo de Bonechea sea más reconocido y admirado en Tahití que en la tierra que lo vio nacer?

Podemos comprobar, al mirar un mapa de América del Sur, que existe un canal que lleva el nombre de Moraleda, pero debemos reivindicar y saber que José Moraleda fue un marino vasco de la Ilustración, natural de Pasai San Pedro, que falleció en el Callao, Perú. Pertenecía a una importante familia de marinos profesionales asentada en Pasaia desde principios del siglo XVII. La vida y la obra de Moraleda han permaneceio en una discreta e inexplicable penumbra histórica, a pesar de haber sido uno de los mejores pilotos de su época en el hemisferio sur. Moraleda realizó su primer viaje en 1764 como meritorio en prácticas desde Cádiz hasta Veracruz y La Habana. Pasó a ser pilotín en 1765 y teniente de navío en 1804, cargo con el que culminó su carrera.

Importantes estudios

A lo largo de su vida, desempeñó diferentes servicios, desde su dedicación al corso en las costas chilenas a las defensas en la navegación durante las guerras contra Inglaterra, pasando por los importantes estudios del cono sur chileno durante los años 1787-88, en concreto, en la isla de Chiloé, en el archipiélago de Chonos y en toda la costa occidental patagónica. Realmente fueron estos trabajos los que ensalzaron su fama y consagraron a Moraleda como hidrógrafo y cartógrafo. Esos trabajos sirvieron como referencia a personas tan influyentes en la época como Alejandro Malaspina. El nombre del ilustre piloto guipuzcoano quedó perpetuado en 1873 por una comisión chilena que asignó su nombre a un canal, el canal de Moraleda, que tiene unos 150 kilómetros de longitud y unos doce de anchura. Se encuentra entre la costa chilena y la isla de Magdalena al Este, el archipiélago de Chonos al Oeste. Asimismo, en 1965 se instituyó el premio Moraleda al mejor alumno de la promoción más antigua de la Academia Naval de Valparaíso.

José Moraleda falleció en el Callao en 1810, a los 63 años, después de más de 45 de servicio. Sus trabajos de exploración son de una extraordinaria perfección, en especial los correspondientes al sur de Chiloé y al archipiélago de Chonos. Qué frágil resulta muchas veces nuestra memoria y qué enorme nuestro olvido histórico. Recuperar la Historia es nuestra responsabilidad y difundirla, nuestra obligación.

(publicado el 18-12-2005 en Gara)


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