Regreso a la anteiglesia de Begoña. Una exposición del Museo Vasco de Bilbao muestra imágenes de Eulalia Abaitua sobre la vida cotidiana en torno al santuario en 1900 (en Gara)

Eulalia Abaitua captó con su cámara distintos aspectos de la sociedad vasca de finales del siglo XIX y principios del XX. Sus fotografías han ofrecido un importante testimonio a las siguientes generaciones. Su obra se custodia hoy en el Museo Vasco de Bilbo. El centro acaba de inaugurar la quinta exposición que dedica a la figura de Abaitua, bajo el título «Begoña 1900», una muestra que nos acerca a las costumbres de la antigua anteiglesia.

Bilbao, Bizkaia. Begoña 1900. República y Santuario ocupa las dos salas de exposiciones temporales del Museo Vasco de Bilbo plaza Unamuno. Colgadas de sus paredes se exhibe un centenar de fotografías que llevan la firma de Eulalia Abaitua Allende-Salazar (1853-1943). La muestra nos acerca a la población de la antigua anteiglesia de Begoña, a sus costumbres y a algunos de sus rincones emblemáticos y, cómo no, al santuario.
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Begoña perteneció a la merindad de Uribe y tuvo voto y asiento en las Juntas Generales de Gernika. La anexión a Bilbo tuvo lugar el 1 de enero de 1925. Begoña perdió su foralidad y pasó a regirse por el Código Civil, como la villa.

Eulalia Abaitua vivió, junto a su marido, Juan Narciso de Olano, en el palacio de El Pino, hoy convertido en clínica privada. Traspasando el umbral de su casa, halló material fotográfico de su interés: las gentes y el paisaje que le rodeaban.

Abaitua fue capaz de transmitirnos el ambiente festivo que se respiraba en las ferias de ganado de hace cien años. En una de sus fotografías se puede ver la Plaza de la República a rebosar, con más de 50 cabezas de bóvidos. También, a la clásica vendedora de rosquillas, castañas y avellanas, con la jícara de loza para medir las avellanas y el tostador de cerámica para las castañas.

Son varias las piezas que ilustran las danzas de la época. Imágenes en las que se puede contemplar a un aurreskulari y un atzezkulari exhibiendo sus habilidades ante la mujer elegida por el primero, a un grupo de mujeres y hombres bailando cogidos con pañuelos o a los txistularis con su traje de gala.

Varias son las instantáneas en las que se puede observar la casa de la calle Zabalbide en la que se cobraban los impuestos por el tránsito de mercancías. Eulalia Abaitua fotografió, asimismo, las escuelas públicas, con sus alas para niñas y niños bien diferenciadas, y las fuentes de la Campa del Santuario y de la Plaza de la República. En todas ellas, aparece la población de la anteiglesia de Begoña en su cotidianeidad.

Su familia y las personas de su entorno más inmediato se convierten también en protagonistas de esta exposición. En una de las fotografías aparece su joven ayudante, portando el trípode. Su marido, sus hijos y sus nietos fueron captados por su cámara tanto en momentos importantes para la familia como en quehaceres diarios.

Es amplia la selección de imágenes sobre el santuario y la actividad en torno al templo. Ofrece su testimonio en blanco y negro de las bodas y sus ritos, los invitados asistiendo al desayuno a base de chocolate, café, pastas y tostadas, y las largas filas de peregrinos venidos desde toda Bizkaia.

UNA FOTÓGRAFA VASCA INSTRUIDA EN INGLATERRA

Eulalia Abaitua tomó contacto con la fotografía en Inglaterra, adonde viajó con su esposo a raíz de la II Guerra Carlista. A su regreso, y ya instalados en el palacio de El Pino, junto a la basílica de Begoña, acondicionó su laboratorio en el sótano de la casa. Su trabajo fotográfico está realizado, casi con exclusividad, en placas estereoscópicas de 44 x 107 milímetros, en blanco y negro. El Museo Vasco ha reunido en una vitrina algunos de los materiales que utilizó. Abaitua vivió en Begoña hasta 1941, fecha en la que se trasladó al Ensanche. Falleció dos años después. La muestra que le dedica el Museo Vasco permanecerá abierta hasta el 30 de octubre, de 11 a 17.00. Los domingos se adelanta el cierre a las 14.00.

(publicado el 14-06-2005 en Gara)

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