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Lima, Perú. La editorial Fauno ha publicado en Lima el libro 'Francisco Igartua, Oiga y una pasión quijotesca', una compilación de textos de destacados escritores e intelectuales peruanos en el que se narra la vida y la obra de Francisco Igartua Rovira, fundador y director de los principales semanarios del Perú, Oiga y Caretas.

Conocido como Paco Igartua en ambientes periodísticos, este vascoperuano nacido en Huarochirí en 1923, fue además un miembro muy activo de la comunidad vasca local y participó como delegado en varios Congresos de las Comunidades Vascas. Desde que descubrió sus origenes familiares en el caserío Berotegi de Oñati, siempre visitó Euskal Herria al menos una vez al año .

Compromiso profesional

Su vida fue muy ajetreada, en buena medida debido a su compromiso profesional y personal con un periodísmo crítico con el poder y los sucesivos gobiernos peruanos. Comenzó como periodista en los diarios Jornada y La Prensa (1943-1950) y ya entonces sufrió una primera encarcelación por sus críticas al gobierno de turno.

En 1948 fundo el primer Oiga, un semanario que sólo duró unas semanas, debido a sus críticas contra la dictadura de Manuel A. Odria. Igartua fue encarcelado y deportado y el semanario clausurado. El propio Igartua lo cuenta en esta interesante entrevista con Jose Mari Velez de Mendizabal publicada en Euskonews:

"Trabajábamos sobre información general y sobre todo críticas políticas. Me dieron el premio de la cárcel, y la deportación. Me enviaron a Panamá, pero me fui a un congreso de escritores que se celebraba en Chile y allí, con Curcio Malaparte y Camilo José Cela de por medio, se le pidió mi regreso al Gobierno peruano. Dos escritores me acompañaron hasta Lima y me refugié en el periódico "El Comercio", hasta que me autorizaron a quedarme en Perú"

Exilio en México

A su vuelta fundó la revista Caretas, junto a Doris Gibson, y en 1963 volvió a publicar Oiga, que se convirtió en el principal semanario político en Perú. En esta nueva etapa también sufrió la presión del gobierno, que cerró la revista por unos meses en 1968.

Durante el mandato del general Juan Velasco Alvarado, Oiga apoyó el proceso de reformas, pero la protesta de Igartua ante la captura estatal de los diarios y la regimentación de la prensa no diaria trajo como consecuencia su exilio a México en 1974. En México se relacionó con la comunidad vasca local y fue director del suplemento dominical del diario Cadena Sol.

La satisfacción de no haber claudicado

A su vuelta a Perú en 1978 refundó Oiga, que se mantuvo a través de los gobiernos de Belaunde, Alan García y los primeros años de Alberto Fujimori. Debido a la presión política y económica de Fujimori contra la la prensa opositora la revista cerró en 1995, con un número titulado 'Adios con la satisfacción de no haber claudicado'.

"Sí, mi trabajo me ha ocasionado disgustos", admitía Igartua en la entrevista de Euskonews, "pero muchas veces los disgustos se han convertido en alegrías. Me han condenado por jugar limpio conmigo y con mi entorno. Y eso, cómo no, significa reputación. El no equivocarme en mi camino me ha proporcionado el reconocimiento". Por su labor periodística Igartua recibió la Medalla de Lima (1988) y la Orden Gabriela Mistral del gobierno chileno (2001). Este último, le fue concedido en 1991, pero la entrega no se pudo llevar a cabo hasta la caída de Fujimori, y el acto tuvo lugar en la embajada de Chile en Lima.

Igartua falleció el 24 de marzo del 2004 en Lima.