Por Asier Vallejo Itsaso
Director para la Comunidad Vasca en el Exterior del Gobierno Vasco
TRAS el fallecimiento el pasado 29 de septiembre, de Pete Cenarrusa han sido numerosos los testimonios de recuerdo y afecto hacia una persona que ha marcado tanto la impronta de la comunidad vasca de Estados Unidos.
En este sentido, recuerdo con gran emoción la muy grata velada que tuve el placer de compartir con Pete y con su mujer Freda el pasado mes de febrero en Boise, con ocasión de mi primer viaje a Estados Unidos en calidad de director del Gobierno vasco para la Comunidad Vasca en el Exterior.
Habiendo seguido desde Euskadi la evolución de la política estadounidense durante varias décadas, para mí supuso una ocasión única poder tener la oportunidad de departir durante varias horas con una personalidad irrepetible que trabajó incansablemente desde Idaho por la paz y la libertad del pueblo vasco al que tanto amó.
A lo largo de dicho encuentro hicimos un repaso de su extensa carrera política y me llamó poderosamente la atención una frase que Pete utilizó para definirse a sí mismo: "Antes vasco que republicano".
Efectivamente, un animal político como Pete, que había sido un influyente líder del Partido Republicano, miembro de la Cámara de Representantes de Idaho durante nueve períodos legislativos consecutivos, presidente de dicha Cámara durante tres de ellos, 36 años secretario de Estado de Idaho, habiendo sido el cargo electo más longevo de la historia de su Estado natal, priorizaba su condición de vasco sobre todo lo demás.
Su gran interés por la paz y la libertad del pueblo vasco comenzó a cristalizar a una edad muy temprana. En 1940, siendo un estudiante en la Universidad estatal de Colorado, se dedicó a estudiar la historia contemporánea vasca, en especial lo ocurrido en Euskadi durante la reciente Guerra Civil. En los años venideros mostró su gran preocupación por los efectos perversos de la dictadura franquista en Euskadi, en especial en lo relativo a las situaciones de graves vulneraciones de derechos humanos existentes en la tierra natal de sus padres.
Desde su puesto de secretario de Estado de Idaho, Pete utilizó su considerable influencia política en defender la causa de la paz y de la libertad del pueblo vasco, en la que creía firmemente.
Así, en 1970 jugó un papel muy importante en la petición de clemencia a los presos condenados a muerte por el régimen franquista en el Proceso de Burgos. Sus firmes convicciones se vieron reforzadas a lo largo de su primera visita a Euskadi en 1971, así como en las siguientes que realizaría a lo largo de su vida.
Tras su vuelta a los Estados Unidos de su primer viaje a Euskadi, Pete impulsó en 1972 la aprobación por parte del legislativo de Idaho de una Declaración mediante la cual el Estado de Idaho solicitaba al Gobierno estadounidense que no enviara ayuda financiera al régimen franquista mientras no amparara los derechos que correspondían al pueblo vasco.
En su afán por colaborar en alcanzar la paz y la libertad del pueblo vasco, Pete impulsó en el año 2002 junto con Dave Bieter, en aquel momento miembro de la Cámara de Representantes de Idaho y perteneciente al Partido Demócrata, una Declaración que abogaba por un inmediato cese de la violencia y un reconocimiento del derecho de autodeterminación del pueblo vasco. Esta Declaración fue aprobada por unanimidad por la Cámara de Representantes y por el Senado de Idaho, a pesar de la presión ejercida por la diplomacia española y por la Administración del presidente George W. Bush. Así se lo confirmó el propio Pete a la entonces asesora de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Condoleezza Rice, afirmando su condición de "antes vasco que republicano".
Otro episodio en el que Pete dejó patente dicha condición de vasco, priorizándola sobre todo lo demás, se produjo el año 2003, cuando apoyó inequívocamente la candidatura de Dave Bieter a la Alcaldía de la ciudad de Boise, la capital del Estado de Idaho. El hecho de que Pete fuera un influyente miembro del Partido Republicano y su apoyo a una persona que militaba en el Partido Demócrata, le pudo granjear alguna incomprensión incluso entre su círculo más próximo de familiares y amistades, pero lo hizo en coherencia con sus principios y siempre buscando el bien de la comunidad. Cabe destacar que este apoyo fue determinante en la victoria de Dave Bieter, que en la actualidad ejerce la responsabilidad de la Alcaldía de Boise por tercer mandato consecutivo.
La incansable labor de Pete en favor de la paz en Euskadi quedó patente, una vez más, cuando una Declaración impulsada por él fue aprobada por unanimidad por ambas cámaras legislativas del Estado de Idaho en 2012, en un claro gesto de reconocimiento a su figura.
No quisiera terminar este breve recorrido por la trayectoria de Pete sin destacar su constante apoyo a la lengua y a la cultura vasca, algo que se acrecentó con la creación el año 2003 de la Fundación Cenarrusa, desde la que se potencian numerosas iniciativas culturales.
El legado que nos deja Pete Cenarrusa es impresionante, no solo para la comunidad vasca de Estados Unidos, sino para todos los vascos y vascas a nivel mundial. Siempre será un referente para todos nosotros y las nuevas generaciones. Está en nuestras manos continuar por el camino que él nos marcó y así lo haremos.
Agur eta ohore, Pete.