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Pedro Luro sembró Mar de Plata (en Izaronews.com)

30/10/2005

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Pablo de Iboa. Cada región de Argentina tiene en la memoria de sus habitantes más antiguos, un apellido asociado a los recuerdos que llamaríamos heroicos de su población. Es el de un hombre que no siempre coincide con el fundador de un pueblo o ciudad, pero que recoge los honores de una imaginación popular.

Al evocarlo aparecen su figura, sus hechos, su idiosincrasia. Y el anecdotario surge multiplicándose, hasta lo legendario. Tal fue don Pedro Luro en la zona sudoeste de la provincia de Buenos Aires. No fue el fundador oficial de Mar de Plata; este honor en las constancias oficiales corresponde a don Patricio Peralta Ramos y al doctor Pedro O. Luro, hijo del gran hermano del que estamos recordando.

Vasco en América

Don Pedro Luro llegó a Argentina en una época caótica al promediar el siglo XIX. Vino del Pirineo que linda con tierras de Francia, pero es solamente vasco, dado que reconoce como nacionalidad a lo que representa el lema Zazpiak-Bat. Este hijo de Euskal Herria perteneciente al pueblo vasco monta a caballo y galopa leguas, pero quiere el ferrocarril. Utiliza la carreta soñando con el vagón. Compra cruceros y sebo del ganado chúcaro, cazado como bestia salvaje, más piensa en las praderas de pasto apropiado, con sus vaquerías y tambos. Come la mazmorra y el pan moreno, teniendo la seguridad de que la chacra traerá la espiga dorada, la siega, la trilla, el molino y el pan blanco. Trata con el peonaje, con troperos, con reseros vasquianos en arreos, en rodeos, en la doma en “cueriar”; pero su voluntad está en la chacra, en la colonización, con hombres de Europa, hechos de vida sedentaria, que fija residencia, construyendo el techo fijando la heredad, arando la tierra y desparramando la semilla.

Es el colonizador. Por donde va, surge la civilización. Aparece el albañil, el carpintero, el herrero, el pocero, el alambrador. Tras ellos, toda la utilería agropecuaria. Y con estos implementos, llegan los galpones, los molinos, las instalaciones de cremerías. Llamadas por él, por Luro, llegan gran cantidad de familias vascas de Laburdi y Zuberoa y se inician en las pampas pensando en el caserío que rodeado de robles y nogales, dejaron la edificación a la manera del ambiente. Surgen en el sur de Buenos Aires las poblaciones. Todo se multiplica, se complejiza. La casa de “artículos generales” vende y compra, acopia y exporta, es el Banco y la Compañía de Seguros. Y después de rudas tareas, de fantástico planear, aparece la ciudad con todo su trajín, en cuya traza, maravillosamente prevista, se produce el crecimiento sin que sea necesario rectificar nada.

Luro, precursor de Mar del Plata

Aquí está Mar de Plata, la perla del Atlántico, el orgullo argentino, cuya bien cimentada fama llega hasta Europa antes que la de otras grandes y viejas ciudades americanas. La gran ciudad veraniega se halla hoy en pleno florecimiento y mostrando airosa la huella del poblador. Adelantémonos a decir que esta obra de progreso, en gran parte, es obra de Luro y de los Luro, porque los hijos continuaron la enseñanza paterna de engrandecer este bello balneario.

No se crea que el poblador se limitó al desarrollo de una colectividad naciente. No. En su mente estaba nítida la gran ciudad y la venidera. En un área, que aún no ha sido colmada, por la población y el progreso el vasco Luro fijó focos de crecimiento. Aquí un “gran hotel” porque las playas de Mar de Plata hace medio siglo ya tenían el germen de la grandiosa ciudad veraniega que ha venido a alcanzar en el curso del tiempo.

El primer hotel que instalara Luro hoy se ha transformado en cien hoteles magníficos que dan acogida cordial al medio millón de veraneantes que se trasladan a gozar de su saludable clima. La región entera se entrega a la siembra de trigos y desarrollo de la ganadería y hace ya muchas décadas que se come pan blanco, fabricado por buenos artesanos. Hoy todavía existe ese histórico molino y se llama “Molino Luro” como todo el paraje, porque el Molino Luro señala una orientación, una barriada inmensa de población compacta y laboriosa.

En otro punto cardinal Luro fijó los primeros elementos para la zona en que posteriormente habrían de levantarse miles de “chalets” de neta arquitectura vasca. Esta es, en breve síntesis, la gran obra que otrora realizara en la Argentina un hijo de Euskal Herria, tesonero, noble y trabajador. Es un mérito a ello que nos honramos en trazar las presentes líneas a las cuales vamos a dar término con una opinión del ex-presidente argentino, doctor Carlos Pellegrini, quien refiriéndose a la obra desarrollada por nuestra estirpe decía lo siguiente:

“Los vascos, los hombres de brazos poderosos, salían al campo en la Argentina confiando en sus fuerzas: poblaban las campiñas, luchaban contra el desierto, saboreaban los placeres de una existencia fuerte y libre que encuadraba tan bien con sus gustos y sus tendencias. Si se somete al trabajo bracero para el cual tiene tan bellas aptitudes, es únicamente a fin de conquistar, por sus propios esfuerzos, una posición independiente. Las familias que ellos fundaron han persistido hasta la actualidad y han conservado su rango y como posesión los dominios y las ricas fortunas, pudieron conquistar las latas posiciones y formar la vieja aristocracia bonaerense, hija del trabajo.

(publicado el 30-10-2005 en Izaronews.com)


Comentarios

  • mar del plata

    Mi abuelo fué empleado de don Pedro Luro, quién le dió su primer empleo a fines del año 1886, en el hotel de inmigrantes de Buenos Aires adonde había ido por empleados con oficios a contratarlos, los subió a un tren (la línea se había inaugurado hacía un mes !!)del Ferro Carril Sud y recaló en Mar del Plata. Su oficio era pintor, y trabajó en todos los edificios que Luro había construido: el Bristol Hotel, el Molino Luro y estancias rurales. Hoy somos mas de 50 los descendientes de este italiano del Piemonte que huía de la guerra y el hambre de entonces, que hablaba con Luro en francés ya que era el idioma que ambos tenían en común. El destino ha querido que por la iniciativa de Luro mi familia se haya arraigado en esta hermosa y moderna ciudad, que supongo, nunca imaginó. Hoy, después de 125 años somos unos de los pocos descendientes de los primeros pobladores, pero conservamos y transmitimos la historia de generación en generación; si Luro hubiera imaginado que esta aldea de 1200 habitantes hoy son casi un millón !!! Hace falta en el mundo actual muchos Luro con visión de futuro, que distinto sería todo !!!! (wismart@gmail.com)

    Ernesto Stecca, 04/08/2011 03:54

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