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Recién retornado del Jaialdi de Boise, donde presentó en la Convención de NABO los avances del proyecto Memoria Bizia, conversamos en la Universidad de Nevada Reno con el investigador vasco Pedro J. Oiarzabal.

Joseba Etxarri. Reno, Nevada (EEUU). Licenciado en Historia por la Universidad de Deusto, la versión reducida del currículo de Pedro J. Oiarzabal registra asimismo un máster en Económicas en Belfast y un doctorado en Estudios Vascos, Ciencias Políticas, en la Universidad de Nevada Reno (UNR). Especializado en Migraciones y Diásporas, con especial énfasis en la vasca, este bilbaíno de 44 años trabaja desde 2009 en la Universidad de Deusto como investigador del Instituto de Derechos Humanos Pedro Arrupe y desde 2014 es titular de la Cátedra Jon Bilbao en Reno, constituida por la UNR y el Instituto Vasco Etxepare al objeto de promover estudios sobre la Diáspora Vasca. Él mismo puede hablar en primera persona del hecho diaspórico, puesto que ha pasado buena parte de su vida fuera de Euskadi, residiendo dieciséis años en Irlanda y Estados Unidos y como buen vasco tiene antecedentes familiares de emigración, concretamente a Cuba y México, aunque su contacto directo con la Diáspora se produjo, nos dice, a través del hoy reconocido programa Gaztemundu del Gobierno Vasco.

Participaste en la génesis del primer Gaztemundu.

-El programa surgió como propuesta a los jóvenes de los centros vascos del mundo para visitar durante un par de semanas Euskadi y participar en actividades para adquirir una visión general o especializada de su realidad. Junto a mi hermano Agustín Oiarzabal, me tocó en 1996, por encargo del Gobierno Vasco, participar en su organización y gestión.

Aquí en Reno coordinas, desde la Cátedra Jon Bilbao, el programa Memoria Bizia, del que justamente habló durante la Convención de NABO, la federación de entidades vascas de Norteamérica, este pasado viernes en Boise.

-La Cátedra se creó en Reno en el Centenario del nacimiento de Jon Bilbao, gran investigador de la Diáspora Vasca, cofundador del Centro de Estudios Vascos de Reno y coautor, junto a William A. Douglass, del libro Amerikanuak. El proyecto que auspiciamos, Memoria Bizia, pretende recoger los testimonios directos de las personas vascas de más edad en Estados Unidos y Canadá, para su preservación y difusión. Nuestra aspiración es recoger el máximo de testimonios posible, en su lengua original, sea inglés, euskera, español o francés, a través de la participación de voluntarios, debidamente formados, de las propias comunidades vascas. Queremos empoderar, sobre todo a los jóvenes, para que adquieran conciencia de la importancia de preservar su propia historia. En este sentido valoramos tanto el proceso mismo como su resultado. Contamos para ello con el apoyo del Instituto Etxepare, el Gobierno Vasco, la Universidad de Deusto y también de NABO, con cuyas euskal etxeas y comunidades vascas trabajamos codo con codo. Sin su implicación nada de esto sería posible.

¿Qué destino se dará a ese material?

-Pretendemos involucrar a las comunidades vascas y hacerlo sostenible en el tiempo, preservar ese material y difundirlo, poniéndolo a disposición de todas aquellas personas interesadas, tanto de sus propias familias, como del entorno académico y del público en general. La idea es generar un repositorio digital abierto al público, aportando visibilidad a un grupo minoritario en la composición étnica de Estados Unidos y Canadá como son los vascos, que no cuenta, según los propios datos del censo, con más de 60.000 personas en EEUU y de muchas menos en Canadá. Queremos generar interés por lo vasco y la Diáspora Vasca en ambos países. El propio lehendakari Urkullu destacaba esta pasada semana en Boise lo prioritario de esta actuación y ensalzaba el proyecto Memoria Bizia.

Recién volvías este martes del Jaialdi de Boise. ¿Impresión en torno a este encuentro que los medios han presentado como el mayor o uno de los mayores del mundo fuera de Euskal Herria?

-Me interesa más resaltar lo cualitativo que lo puramente cuantitativo. Prefiero destacar la importancia de Jaialdi como una nueva oportunidad que se ha proporcionado a dos mundos para que puedan conocerse e interactuar en un ambiente distendido y amigable. En Boise han confluido visitantes de Euskal Herria y personas de la diáspora vasca local, de EEUU y de otros países. Para muchos llegados de Euskadi este era su primer encuentro con la Diáspora y eso es importante. Según el DeustoBarómetro Social de 2014, el 60% de los vascos de la Comunidad Autónoma desconoce el hecho de la emigración y la Diáspora Vasca, por lo que cualquier iniciativa que intente crear puentes directos y experiencias enriquecedoras de relación, de información y conocimiento hay que valorarla en términos positivos, y este es el caso de Jaialdi.

¿Qué valoras más del encuentro?

-Que la gente estuviera deseosa de conocerse, que se haya generado el contexto adecuado para facilitar encuentros espontáneos y compartir amistades y experiencias. Tenemos que integrar y normalizar nuestra relación con la Diáspora. Ahí juegan un papel determinante las nuevas tecnologías, EiTB y los medios de comunicación vascos. El día en que los medios de comunicación dejen de informar sobre la Diáspora por el hecho de la presencia de personalidades institucionales del país y lo hagan por las propias iniciativas que genera, habremos llegado a ese deseado punto de normalización.

Sobre la mesa está la celebración en Euskadi del Día de la Diáspora.

-Jaialdi, la Semana Nacional Vasca de Argentina y otras iniciativas similares son encuentros de sociabilidad. La Diáspora busca legitimación en Euskadi y tener un día de reconocimiento a estas personas que no están entre nosotros, pero que siguen siendo ciudadanos vascos, gente con la que compartimos ciudadanía, tendría total sentido. En Euskadi se celebran, por ejemplo, el Día de Galicia y otros similares de reconocimiento a comunidades de fuera y de su aportación a nuestra sociedad. ¿Por qué no reconocer eso mismo a estos otros vascos, que a pesar de la distancia siguen siendo parte de la sociedad vasca?