El californiano Matthew Iribarne publicaba hace algunas fechas un artículo bajo el título de "Remember when __ used to be __? Matthew Iribarne reminisces about what once was in San Francisco" (¿Recuerdas cuando __ solía ser __? Matthew Iribarne rememora cómo era San Francisco hace algún tiempo) en el que su memoria repasa algunos lugares e historias propias de la ciudad en las últimas décadas. Entre diferentes lugares sanfranciscanos menciona el viejo 'Basque Hotel', fundado por vascos, que, aunque transformado, hoy continúa abierto en la reducida y escarpada Romolo Street de North Beach.
San Francisco, EEUU. "La ciudad ha cambiado un montón en estos últimos veinte años. Y sí, el tiempo puede haberme cambiado a mí, pero yo no puedo rastrear el tiempo. O quizás sí pueda, al menos un poco. He aquí un desglose de algunos de los lugares de San Francisco que una vez yo frecuenté, qué es lo que fueron y qué son ahora, secretas historias que nos rodean". Así presenta el sanfranciscano Matthew Iribarne este artículo que con un grado de nostalgía publica en la web Bold Italic.
Entre lugares y establecimientos diversos, encontramos esta referencia y recuerdo al viejo "Basque Hotel" de la calle Romolo, que tuviera hasta apenas un par de años antes del último cambio de siglo como último propietario vasco al ortzaiztarra Jean-Emile Idiart. Esta es la mención que del mismo realiza Matthew Iribarne.
El número 15 de la calle Romolo solía ser el Basque Hotel Restaurante (1964-1996). Ahora es un bar, no es tanto un hotel, y puedo volverme un tanto sensible al escribir sobre este lugar porque, bueno, soy vasco. Está tambien el hecho de que guardo muchos buenos recuerdos de este restaurante. Las largas mesas corridas donde todos los clientes comían juntos, al "family style" (estilo familiar). El Picon Punch, anaranjado y amargo, del que un vaso nunca fue suficiente. La comida, dependiendo del día de la semana, podía ser trucha con salsa de limón, pechuga de pato o rabo de toro estofado. Primero venía la sopa, finalmente la ensalada y el vino estaba en todo momento presente.
Las raciones eran generosas y siempre, siempre, siempre había patatas fritas. Años más tarde volví a poner un pie en el número 15 de la calle Romolo y le pregunté al portero dónde diablos estaba el restaurante, a pesar de que sabía que ya no existía.
Dijo que el sitio era aún el hotel, pero que no era ya realmente un hotel vasco. Así que ¿por qué sigue llamándose Basque Hotel?, le pregunté. No tenía la respuesta. ¿Y qué podía yo decir? ¿Qué podía decir nadie?
Es un lugar más que ya no está y se ha transformado de una cosa en otra, sucede en todas partes. El tiempo transcurre. La historia se cuenta a través de los recuerdos de aquellos de nosotros que estuvimos allí. El estadio Seals, Winterland. Playland en la playa... la lista sigue y sigue.