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"No hay que morirse pronto": La Universidad del País Vasco homenajea al escultor Néstor Basterretxea, que desgranó su carrera ante los estudiantes de Bellas Artes (en El País)

06/05/2008

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June Fernández/Bilbao. A Néstor Basterretxea (Bermeo, 1924) le gustan las esculturas "verticales, hieráticas, enérgicas", y esa descripción encaja a la perfección con la presencia que el artista irradia a sus 84 años. Ayer, víspera de su cumpleaños, acudió por primera vez en su vida a la Facultad de Bellas Artes de la Universidad del País Vasco (UPV) para ofrecer una charla en la que fue repasando y entrelazando con cientos de anécdotas su trayectoria vital y creadora. La Universidad le correspondió concediéndole su insignia de plata.

Basterretxea se empeñó --con una espontaneidad que provocó carcajadas durante toda la charla-- en quitar mérito a una carrera fructífera y multidisciplinar de más de 40 años, que abarca la pintura, el grabado, el cine y el collage entre otros campos: "Estoy asombrado, yo no me creía tan importante. Pero si hubiera vivido diez años menos, no tendría ni la mitad de premios. No hay que morirse pronto", concluyó.

La visita a la Universidad fue agridulce, porque le sigue entristeciendo no haber cumplido su sueño de estudiar Arquitectura, debido a su exilio tras la Guerra Civil. A esa frustración atribuye su espíritu multidisciplinar: "Al menos me propuse ser culto, conocer todas las herramientas con las que nos podemos expresar según lo que queramos decir. Nunca trabajo en la misma dirección, con la misma energía. Me dejo tentar por el cambio", confesó. Y no reprimió comentarios sobre su trabajo y la enseñanza de las artes: "Me gusta lo circular porque es abstracto y no ha estado bien entendido. Hay que respetar su rigor. ¿Aprendéis esas cosas aquí?".

Fundador de dos de los grupos artísticos vascos más relevantes --Equipo 57 y Gaur-- junto a Ibarrola, Oteiza y Chillida, entre otros, empezó dibujando y diseñando muebles. En 1960 creó su primera escultura, disciplina en la que más ha destacado. "Dicen que fue porque vivía con Oteiza, pero no es verdad. Fue porque mis dibujos tendían a reventar lo plano". Su serie más conocida es Cosmogónica Vasca, en la que pretendió "hacer tangible algo metafísico como la mitología". Aún hoy se muestra apasionado por la escultura: "La rodeas, ocupa espacio, te encuentras con ella... Tiene fuerza, no es plana".

Destacó también en el cine, dirigiendo, entre otras cintas, el largometraje Ama Lur en 1966, una oda a la identidad vasca que la censura tardó un año y medio en aprobar. "Que te corten no duele mucho, ¡pero añadían cosas los muy hijos de puta! Fue la película más censurada de la historia. Muchas gracias", ironizó.

A sus 84 años sigue en activo, creando esculturas por encargo del centro vasco de Montevideo (Uruguay) y el Patronato de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai. "Hay que trabajar con criterio, no vale emborracharse con uno mismo. Pero lo paso muy bien. Todo me interesa. ¡Qué cosa, oye! Hay que tener obsesiones". Los estudiantes salieron encantados tanto por la obra del artista bermeano como por su personalidad. Iranzu, estudiante de quinto, destaca su naturalidad y sinceridad. "Me quedo con lo de tener obsesiones y con su consejo de respetar y cuidar los procesos creativos".

(publicado el 06-05-2008 en El País)


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