New London, EEUU. Las previsiones se cumplieron y los vascos de New England --con el club vasco y el propio alcalde de New London Michael Passero apoyando el proyecto-- pueden sentirse satisfechos por el soporte, la implicación, el eco y la asistencia conseguidos. Los mimbres --la plaza céntrica de New London, la labor de los voluntarios, el apoyo de restaurantes y empresas vascas de Nueva York y Florida y de grupos dantzaris y músicos de California y Nevada-- lograron la participación entusiasta de un público vasco y no vasco llegado desde toda Connecticut, Rhode Island y New England en general, así como de gentes de hasta Quebec y del Oeste del país.
El test satisfectoriamente superado conlleva además la instauración de esta fiesta en este céntrico lugar como evento anual incorporado al calendario de la ciudad. Poca duda cabe de que el festival, por poco que el clima colabore, reunirá a más gente el año que viene y que todo ello supondrá un rodaje formidable y la consolidación de la cita de cara a la edición de 2020, en la que el New England Basque Club será anfitrión en esta fecha de la Convención Nacional de NABO, encuentro que por primera vez se realiza en el Este del país.
El festival atrajo el sábado a personal de origen vasco que --este es un país extenso-- no se veían por años, desde niños a personas de edad avanzada. El inglés resonaba en la plaza junto a generosas dosis de euskera, también castellano y alguna incursión del francés. Algunos participantes --pocos-- no sabían gran cosa de los vascos y a todos los presentes el buen desarrollo de la jornada les sirvió para confirmar y comenzar a hacer planes para retornar el año que viene, a pesar de que buena parte de ellos se desplazaban desde largas distancias.
La organización calcula en 700-800 personas el número de asistentes. Los tickets puestos a la venta en internet se agotaron en días previos y los pintxos y raciones y la paella gozaron del favor del público. También los caldos, que incluían vinos y txakolíes blancos, rosados y tintos importados de Euskal Herria. En los stands se podían adquirir camisetas de la euskal etxea local, así como una gran variedad de productos y conservas de Euskal Herria.
Los dantzaris californianos del Gauden Bat de Chino y el Zazpiak Bat de San Francisco, y los de Ardi Baltza de Lamoille, en Nevada, fueron largamente aplaudidos. Y tanto adultos, como especialmente jóvenes, participaron en talleres y bailes participativos a que fueron invitados por los dantzaris; también en la parte dedicada a exhibiciones de herri kirolak que ofreció el herri-kirol taldea de la propia euskal etxea organizadora, con niños --y especialmente niñas-- debutando en deportes como, soka-tira, txinga-eroatea o harri-jasotzea, en este último caso con piedras de material liviano que servían al presentador y él mismo atleta de herri-kirolak Riki Lasa para introducir el deporte rural vasco a estos nuevos 'fans' norteamericanos.
Desde primera hora, la música en vivo se convirtió en un elemento importante de la fiesta, de la mano de la pareja trikitilari formada por Eneko Doronsoro e Izer, a quien asistió en algún momento al pandero y como dantzari Maialen Goirizelaia, que concluye en breve una estadía en Estados Unidos al objeto de realizar su tésis doctoral.
La cara de satisfación de Juan Mari Aramendi, presidente del New England Basque Club, era evidente cuando llegadas las ocho de la tarde se puso fin al encuentro: todo el mundo se deshacía en halagos y la palabra más repetida por los presentes era Zorionak-Congratulations.
Efectivamente, Zorionak-Congrats a Juan Mari, a las y los voluntarios y a todas y todos quienes participaron y contribuyeron de un modo u otro al éxito de la fiesta.