Salt Lake City, EEUU. Nacida en Bakersfield de padre bajonavarro y madre norteamericana descendiente a su vez de bajonavarros, Monique Heguilustoy Flesher es persona bien conocida en los ambientes vascos del Oeste. A sus 45 años combina su trabajo al frente de su propia empresa de diseño y decoración con su labor como madre de Jean-Jules (15) y Dominika (8), mujer de Jean (50) y, junto a ellos, muy activa integrante del Basque Club of Utah, la euskal etxea de este estado norteamericano conocido en el mundo por ser la sede y centro religioso de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, más conocida por la Iglesia de los Mormones.
-Tu tarjeta te sitúa al frente de la empresa Monique Jacqueline Design. ¿Cuál es exactamente vuestra labor?
Nos dedicamos a proyectos de diseño tanto para hogares como para edificios comerciales. Algunos clientes llegan con ideas o conceptos que desean plasmar y otros lo dejan más bien en nuestras manos, desde los primeros bosquejos hasta los planos y su aprobación en el Ayuntamiento. A partir de ahí, también les acompañamos en la obra y construcción, sea con su propio constructor o con la empresa de mi marido, Jean, que se dedica a ello. Asesoramos eligiendo colores, materiales, estilos, tanto en obras o partir de cero, como en remodelaciones.
-La competencia en Salt Lake debe ser dura.
La verdad es que en mi caso no me puedo quejar. Recientemente nos han elegido entre los mejores quince diseñadores de la zona y nos han reconocido este mismo año 2015 con los premios Best of Houzz en las categorías de Diseño y Servicio. Hemos realizado trabajos en diversos lugares del Gran Salt Lake y en ciudades de Utah como Park City, Heber City, Ogden y Provo, además de en otras de Idaho y Wyoming. En Meridian, Idaho hemos finalizado hace poco un trabajo de 60 unidades en un complejo de apartamentos.
-¿Algún trabajo del que te sientas especialmente orgullosa?
Unos cuantos, pero me viene a la cabeza la remodelación de una casa en Park City, al este de Salt Lake, con la que nos concedieron el premio de la Sociedad Histórica de la ciudad. Intentamos respetar al máximo la singularidad y los aspectos históricos del edificio y recuperar y revalidar algunos de sus atributos iniciales y que corresponden a esa zona y su periodo, y parece que lo logramos.
-Hablas de la ciudad en las montañas de Utah que albergó en 2002 los Juegos Olímpicos de Invierno...
Así es, Park City constituye un destino internacional de esquí de primer orden.
-También es una ciudad que cuenta con un importante pasado de presencia vasca.
Fue una importante ciudad minera, en la que trabajaron vascos y que contó con el Star Hotel y otros hoteles y posadas creados por vascos o para vascos.
-¿Cómo defines tu estilo como diseñadora?
Yo diría que es tradicional, con toques e influencia europea o lo que aquí se llama Viejo Mundo. Aquí se llevan las líneas limpias de lo contemporáneo pero con la calidez y el dulzura de lo tradicional. Me encanta hacer ese tipo de trabajo. Aunque cuando aquí se dice estilo Viejo Mundo es algo bien diferente de lo que se entendería en la propia Europa.
-¿Has llevado a cabo algún proyecto de estilo vasco?
En mi propia casa. Mi marido Jean y yo construimos nuestra propia casa en Heber City, Utah y teníamos por ejemplo un salón y planta principal de claras reminiscencias vascas. Durante algún tiempo pude conseguir también unos azulejos vascos, que traían al Museo Vasco de Boise. No me importaría recibir algún encargo en ese sentido.
-Tu familia es una de las puntales del Utah Basque Club.
Quizás se podría decir así. Bailé en la euskal etxea de Bakersfield desde los cinco años y también fui instructora. Me casé con Jean en San Francisco y al movernos seguidamente a Utah fui durante algunos años profesora de dantza de los más chicos y sigo colaborando en todo lo que puedo, también desde en el Udaleku de NABO. Jean, por su parte es uno de los músicos vascos más conocidos del Oeste y solemos acompañarle. Por ejemplo este próximo 14 de marzo él y su banda pondrán la música al festival Sheepherder's Ball de Elko, en Nevada. Mis dos hijos también han bailado vasco desde pequeños y el mayor, Jean-Jules asiste anualmente al Udaleku desde que tenía 9 años y en la actualidad toca el pandero y está tomando clases de acordeón. Es bonito ver cómo desea seguir los pasos de su padre.