Nerea Azurmendi. Donostia-San Sebastián. El Instituto Vasco Etxepare-Etxepare Euskal Institutua se creó hace diez años, empezó a funcionar hace poco más de seis y, desde finales del año pasado, tiene como directora a Miren Arzalluz Loroño (Bilbao, 1978). Licenciada en Historia por la Universidad de Deusto, máster en Política Comparada por la London School of Economics y máster en Historia del Arte, ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional en el ámbito museístico y en el comisariado de exposiciones, tanto en Euskadi -fue hasta 2013 responsable de colecciones del Museo Balenciaga- como en el extranjero. Arzalluz ha asumido la dirección de una entidad de «promoción de la lengua y la cultura vasca y de la imagen del país» en un momento en el que la definición de lo que es y deja de ser cultura se va desprendiendo de corsés.
-El Instituto Etxepare ya está muy rodado. ¿En qué punto se encuentra y hacia dónde se dirige?
-Ha completado una primera fase en la que se han puesto las bases de su actividad. Todo estaba por hacer, y ha sido una fase expansiva, de grandes retos, de crecimiento, que se ha completado con mucho éxito. Nuestras predecesoras [Aizpea Goenaga y Mari Jose Olaziregi] han realizado un trabajo tremendo, muy riguroso. Obviamente, el Instituto no puede seguir creciendo al mismo ritmo, pero está muy bien situado para emprender una segunda fase: la de consolidación y de crecimiento cualitativo. Ahora toca reflexionar y decidir qué caminos hay que seguir en el futuro para cumplir con los objetivos que nos marca la ley.
«Creo que en el ámbito de la 'diplomacia cultural' sí podemos presentarnos como un país relevante»
«Necesitamos una mayor dimensión, desarrollar proyectos que tengan más impacto y más visibilidad»
«La gestión del programa Euskara Munduan nos ayudará a acercarnos más a las euskal etxeak»
-Esa ley enmarca la tarea de promoción del euskera y la cultura vasca que atribuye al Etxepare en el ámbito de la 'diplomacia cultural'. ¿Es una expresión afortunada, o una auténtica estrategia de país?
-La puesta en valor del entendimiento y del diálogo a través del intercambio cultural está cobrando una gran dimensión en el campo de la acción diplomática. Es un instrumento fundamental para nuestra proyección en el mundo, y resulta particularmente importante para países como el nuestro, que no cuenta con un Estado y que, además, ha tenido que superar prejuicios y distorsiones. En el ámbito europeo también lo han entendido así, y en 2016 la Comisión Europea ha situado la 'diplomacia cultural' en el centro de su estrategia de relaciones internacionales.
-En ámbitos tan amplios, ¿Euskadi no queda un poco perdida?
- En la medida en que formamos parte de Eunic, la agrupación de institutos nacionales culturales, que las instituciones europeas han identificado como uno de los agentes fundamentales en la ejecución de esa diplomacia cultural, estamos en condiciones de tener voz y, en la medida de lo posible, de influir. Y eso es importante, porque somos los únicos miembros de Eunic que no representamos a un Estado.
-Pero, siendo realistas y teniendo en cuenta que son muchos los países que compiten en esa carrera, ¿Euskadi puede aspirar a ocupar un lugar relevante?
-Es cierto que es un terreno terriblemente competitivo pero yo, además de realista, soy optimista, y creo que sí podemos presentarnos como un país relevante. Lo somos, siempre en nuestra escala, en términos económicos, y también lo somos en términos culturales. Yo he desarrollado gran parte de mi trayectoria profesional fuera, y he sentido reconocimiento y admiración por una cultura que se identificaba mucho con una lengua y con una determinada manera de relacionarnos con nuestra propia tradición. Pero, en otro plano, también se nos está reconociendo la capacidad de renovar nuestra relación con esa tradición, de reinventarnos, de reconvertirnos. Tenemos proyectos culturales que nos identifican fuera de aquí, y se nos considera gente interesante en ámbitos en los que antes quizá no se nos tenía en cuenta.
-La proyección de la cultura vasca ha dependido durante décadas de grandes nombres que han alcanzado relevancia internacional. ¿Son aún un activo importante?
-No deberíamos renunciar a esos grandes nombres de nuestra historia reciente, porque siempre ayudan, abren caminos y proporcionan oportunidades a nuestros creadores. En todo caso, muy pocas veces los grandes creadores son una anécdota o una excepción en la historia de un país. Nacen de una determinada cultura, de una determinada tradición, de una determinada sensibilidad estética, artística e intelectual que tiene continuidad en muchos creadores que les han sucedido.
-Por citar solo tres nombres, se me ocurren los de Oteiza, Chillida o Atxaga... ¿Habría que añadir el de Balenciaga, a quien tanto admira y tan bien conoce?
-Tenemos muy pocos creadores que hayan sobresalido tanto en su disciplina como Cristóbal Balenciaga, y que hayan tenido en el mundo una influencia de semejante magnitud. Y tenemos muy pocos creadores que nos siguen abriendo puertas en instituciones que ni nos imaginábamos como lo hace Balenciaga...
-¿Eso que llamamos cultura es un concepto cada vez más amplio en el que habrá que ir haciendo sitio a nuevas áreas, como la moda?
-El debate sobre lo que que antes se clasificaba como 'cultura popular' está muy vivo. Hablamos de disciplinas y expresiones que se han situado en los márgenes del concepto tradicional de cultura, como el diseño, la moda, los videojuegos u otros, que se están reubicando y no podemos descuidar. El departamento de Cultura está haciendo su propia reflexión sobre las industrias culturales y creativas, que incorporan esa visión más amplia de las expresiones culturales, y estamos trabajando en estrecha colaboración con ellos, porque también influirá en nuestra misión y en nuestras acciones.
-El grueso de la actividad del Instituto Etxepare en lo que respecta a la promoción cultural consiste en facilitar el acceso al panorama internacional a creadores y profesionales, a través de diversas líneas de ayuda. Son decenas de acciones al año pero, más allá de su efecto en los beneficiarios, ¿no quedan un poco difuminadas a la hora de proyectar 'imagen de país'?
-Ese es un aspecto que hemos identificado como mejorable. Nuestra actividad es ingente, trabajamos con muchas disciplinas muy diferentes, y eso hace que esté muy fragmentada. Es efectiva en muchos niveles, pero no es tan visible como nos gustaría, y si tu objetivo es representar a un país en el mundo, la fragmentación no ayuda. Necesitamos una mayor dimensión, desarrollar proyectos que tengan un mayor impacto y más peso específico en el panorama cultural internacional y, que al mismo tiempo, supongan una plataforma para nuestros creadores e industrias culturales. Ganar visibilidad es fundamental, y es una de nuestras principales líneas de trabajo, un objetivo prioritario.
-¿Podemos estar hablando de producciones propias del Instituto Etxepare, por ejemplo?
-Puede haber muchas fórmulas, incluida esa. Entrar en una gran programación internacional puede dar pie a una gran producción y a un gran 'desembarco', por decirlo de alguna manera, pero esa proyección potente se puede hallar también de otras maneras. Ahora estamos buscando e identificando oportunidades, estableciendo relaciones... Es algo que hay que hacer con mucho cuidado y, además, para dar ese paso tenemos que ser capaces de captar nuevos fondos, no necesariamente públicos.
-Pero este año tienen más recursos, el presupuesto asignado por el departamento de Cultura y Política Lingüística ha aumentado...
-Sí, pero también se ha terminado de completar la estructura, con Irene Larraza como directora de Promoción y Difusión de la Cultura, una plaza que no se había cubierto, y Garbiñe Iztueta, que se acaba de incorporar, después del correspondiente proceso de selección, como nueva directora para la Promoción y Difusión del Euskera.
NUEVAS ÁREAS DE TRABAJO
-En ese terreno también van a asumir nuevas funciones, como el programa Euskara Munduan, relacionado con la enseñanza del euskera en las euskal etxeak.
-Durante muchos años, ese programa ha estado vinculado a Acción Exterior, pero si en los próximos años Etxepare será la principal herramienta del Departamento de Cultura y Política Lingüística en ese ámbito de la diplomacia cultural, es lógico incrementar la coordinación. Euskara Munduan nos parece un medio excelente para acercarnos a las euskal etxeak del mundo, de las que tenemos mucho que aprender. Las relaciones que hay con ellas son excelentes, pero convendría sistematizarlas más y actuar en red. En lo que respecta a Euskara Munduan, estamos en la fase de transición técnica. Todavía nos llevará unos meses, pero todos estamos deseando que se materialice, porque nos va a permitir dar más difusión al euskera. Será la extensión natural, más allá del ámbito académico, del trabajo de enseñanza del euskera y la cultura vascas que se está haciendo a través de los lectorados.
-Ya son una treintena, en 18 países. ¿Se seguirá ampliando la red?
-Se irá estudiando en la medida en que surjan nuevas oportunidades, pero estamos sujetos a un presupuesto y, aunque hay un gran potencial de crecimiento, tiene que ir acompañado de los correspondientes recursos. Ahora toca consolidar y reforzar la relación con los lectores.
-¿Qué hace exactamente un lector o lectora?
-Dan clases de lengua y cultura vasca, tras pasar un proceso de selección muy riguroso y recibir preparación específica, porque es algo que las universidades con las que tenemos convenios se toman muy en serio. Ahora, retomando algo que ya se había planteado, estamos en conversaciones con HABE y la viceconsejería de Política Lingüística para hacer posible la acreditación de los conocimientos de euskera en los lectorados. Puede ser un atractivo más.
-Algunos lectorados acaban de organizar su propia Korrika. Más allá del aspecto lingüístico, ¿esa faceta emocional, reivindicativa y lúdica del euskera es también un atractivo añadido?
-En ese sentido, creemos que nuestros lectores no son solo profesores de euskera y cultura vasca, sino que también son dinamizadores culturales en su ámbito de influencia, que a veces se limita a la universidad, pero otras más mucho más allá. Nos gustaría reforzar esa línea de trabajo.
-En cuanto a las cátedras, ¿hay planes de expansión?
-Las cátedras nos brindan la posibilidad de promover estudios de especialización sobre temas vascos en los que creemos que hemos hecho y hacemos una aportación significativa. Con carácter inmediato no hay nuevas cátedras a la vista, pero a medio plazo no lo descartamos. Hay una parte de la cultura y la creación vascas que se están trabajando en las ocho cátedras existentes pero, si empezamos a hacer lecturas más amplias de lo que es la cultura vasca, ¿por qué no? Tenemos que diversificar, ser más creativos en la lectura de nuestra propia cultura.
ETXEPARE, EN CIFRAS
10 años: Se cumplirán el próximo día 20 de la aprobación de la ley que contemplaba la creación del Instituto Vasco Etxepare.
2,3 millones: de euros tiene consignados para este año en los presupuestos de la CAV. Más de la mitad se dedican a las ayudas a terceros.
209 proyectos (teatro, danza, musika, artes plasticas y visuales) recibieron en 2016 ayudas para su proyección internacional.
122 participaciones en ferias internacionales de carácter profesional contaron el pasado año con el apoyo económico de Etxepare.
30 lectores en 34 universidades de 18 países y ocho cátedras integran la red académica de promoción del euskera y la cultura vasca.
26 ferias internacionales tuvieron stands con la presencia directa de Etxepare, en colaboración con agentes de los diversos sectores.
(publicado el 16-04-2017 en El Diario Vasco)