Josette Daramy (Bakersfield, 1979) comenzó a bailar con el Kern County Basque Club cuando sólo tenía cinco años, pero lo tuvo que dejar cuando ingresó en la universidad. Ahora, tras veinte años, ha vuelto. “Después de que Kristie (Onaindia) lo dejara, supe que al Club le estaba costando encontrar a una instructora, así que les dije que yo ya impartí clases hace años y que podría hacerlo otra vez”, explica en conversación con EuskalKultura.com.
Ander Egiluz Beramendi. Ayer, último día de febrero, fue el primer día de clase para Josette Daramy, que está a cargo, junto con Nikki Iturriria, de los grupos dantzaris B y C (hasta los doce años). También echará una mano a Nicole Esnoz y Ashleigh Rossi, quienes fueran sus alumnas hace dos décadas, con el grupo A (de entre 12 y 14 años). En total, unos 70 niños y niñas estarán bailando con Daramy, al menos hasta el 29 de mayo, cuando el Kern County Basque Club celebre su anual picnic.
Dicen que una vez aprendes a andar en bicicleta nunca se olvida, ¿se puede aplicar esa fórmula a impartir clases de danza?
-Ya veremos... eso espero (ríe). Impartí clases de baile cuando estaba en el instituto. Supe que cuando Kristie (Onaindia) dejó de dar clases María (Toretta) y Suzy (Iturriria-Alexander) tenían problemas para encontrar a una instructora, así que les dije que yo ya impartí clases hace años y que de todos modos tenía que traer a mis hijas Noelle y Juliette, de modo que bien podría dar yo misma las clases.
¿Te hace ilusión?
-Sí, he hablado con antiguas compañeras del grupo para recordar cómo lo hacíamos y nos hemos reído mucho recordando anécdotas. Queremos hacerlo un poco distinto. Queremos que los niños aprendan bailes que luego puedan bailar en el picnic. Muchos de los críos no saben bailar una jota, un fandango, arin-arin, pasacalles, carnaval… Mi objetivo es recuperar los bailes tradicionales para que puedan también bailarlos de más mayores.
Más que en la actuación del picnic te interesa que los chavales disfruten bailando.
-Quiero que en el picnic se puedan quedar hasta tarde, que escuchen la música y la bailen. Quiero que disfruten, ya sea en Bakersfield, en Chino o en Euskal Herria.
¿Qué te dicen John Goyenetche y el resto de instructores?
-John no quiere interferir en el grupo. Le he pedido algunas canciones y me ha dicho que me pasará cualquier cosa que necesite. También he contactado con Jeanette Erassarret para que toque para nosotros. Queremos hacer una competición de jota, como hacíamos en los 80, y ella toca una versión de jota que no he encontrado en ningún otro lado. La quiero grabar para utilizar el audio en los ensayos y, el día del picnic, me gustaría que tocase en directo.
Comenzaste a bailar con cinco años, luego diste clases y, ahora, has vuelto. Ahora John utiliza una tablet en sus clases...
-Las cosas han cambiado mucho. Pero a mí me gusta mirar hacia la tradición. Hay una mujer que traea su nieto a las clases, que solía bailar cuando vivía en Euskal Herria, a la que siempre le pregunto primero, cuando tengo alguna duda. Es bueno recuperar los bailes tradicionales, porque son nuevos para los niños pero los más mayores también disfrutan viéndolos.
¿Piensas continuar como instructora?
-En principio me comprometí solo para este año, pero creo que el que viene tendré que continuar... aunque si mis hijas no quieren que siga, podré decir que me han echado (ríe).