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Martin Goikoetxea, bertsolari en Wyoming: "Me alegró un montón que en 2003 nos concedieran el premio nacional"

01/07/2016

El bertsolari de Wyoming Martin Goicoechea esta semana en Washington (foto EuskalKultura.com)
El bertsolari de Wyoming Martin Goicoechea esta semana en Washington (foto EuskalKultura.com)

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Natural de la localidad navarra de Gorriti, hace 50 años que Martin Goicoechea reside en Rock Springs (Wyoming), desde donde ejerce en todo Estados Unidos, y a veces en Euskal Herria, una de sus grandes aficiones: el bertsolarismo. Martin es bertsolari y esta semana ha participado como tal --y como 'explicador' de los entresijos del arte de la improvisación al público americano no vasco-- en el Smithsonian Folklife Festival que, este año con los vascos y su cultura como leitmotiv, se celebra en la ciudad de Washington.

Joseba Etxarri. Entre semana Martin Goicoechea lleva en Rock Springs una vida normal, como la de cualquiera de sus vecinos, ocupado en su trabajo y en las obligaciones que le impone el concesionario y empresa de autos que allí regenta. Echando la mirada atrás, le viene a la mente la larga senda recorrida hasta llegar ahí, cuando con solo 18 años emprendió como antes muchos otros jóvenes en su entorno el camino de la emigración "Ameriketara", "a las Américas". Para entonces ya era bertsolari y, precisamente a pocos días del inicio de la final de 1966 del Campeonato Bertsolari de Navarra, para la que se había clasificado, le llegó el pasaje para partir hacia Estados Unidos, por lo que además de su familia y amigos también dejó en Navarra una prometedora carrera como bertsolari. Una vez en Estados Unidos dedicó todo su esfuerzo al trabajo y a labrarse un mejor futuro, por lo que aquella otra faceta y su pasión por el bertso quedaron en suspenso... durante 25 años, hasta que la organización en 1991 en Gardnerville (Nevada) del Euskal Kantari eta Bertso Eguna (Día del Canto y el Bertso) despertó de la hibernación su afición. Desde entonces han transcurido otros 25 años, en los que se ha recorrido numerosas plazas de diferentes estados, particularmente de California, convocado por euskal etxeas y fiestas vascas en las que desean su participación como repentista o improvisador en euskera.

Han pasado 25 años desde que te reincorporaste a la práctica pública del bertsolarismo. Zorionak!

-Eskerrik asko.

Te has convertido estos últimos años en una suerte de cronista de momentos importantes en la vida vasca de Estados Unidos. Eso es a menudo lo que en realidad es un bertsolari, un testigo que comenta lo que ocurre a su alrededor. Sé que te piden desde muchos lugares que acudas, normalmente a lugares en el Oeste, aunque también en ocasiones al Este a Nueva York o Washington, como es el caso etos días.

-En mi opinión el bertsolarismo goza de mayor atención hoy que cuando yo llegué a este país. Cierto es que entonces mis prioridades eran más bien trabajar, estudiar y aprovechar o crear las oportunidades para incorporarme desde una mejor posición a mi nuevo entorno, y poco tiempo había para más. Solo cuando volvía en alguna ocasión a Euskal Herria tenía ocasión de practicar el bertsolarismo. recuerdo, por ejemplo, haber cantado en uno de esos viajes en la plaza de Mugiro, junto a Lekunberri con el bertsolari Argiñarena; o en otra ocasión en Areso, con Joxe Agirre y Joxe Lizaso, llevado por mi hermano; o en el mismo Gorriti. Pero por otro lado, Wyoming queda un poco a desmano en relación a estados como California, con una comunidad vasca más numerosa. Mi punto de inflexión fue en realidad el Kantari Eguna de Gardnerville que comenzaron a organizar en Gardnerville. Fui por primera vez en 1991 y hasta aquel momento nadie sabía que yo era bertsolari. Allí canté y salí a gusto con el resultado, de modo que adquirí confianza. Desde entonces continúo y yo diría que hoy los organizadores de eventos vascos nos tienen en cuenta. Y eso se estima y te reafirma.

Estos días estás en Washington participando en el Smithsonian Folklife Festival junto a dos bertsolaris llegados del País Vasco, Xabi Paya e Irati Anda. Os toca improvisar bertsos, pero también explicar al público americano qué es, en que consiste y qué es lo que hay que evaluar en un buen bertso. Washington es la capital del país, pero no te asusta para nada. De hecho has venido en otras ocasiones... concretamente como invitado, para recibir algún importante premio...

-(sonríe) Puedo decirlo con orgullo, porque los premios que menos te esperas son los que más estimas, más aun si son premios de esta envergadura. En 2003 nos concedieron, efectivamente, el National Endowment for the Arts, uno de los galardones más importantes a nivel nacional en el campo de las artes. Nos lo concedieron a Jesus Arriada y Johnny Curutuchet (San Francisco), a Jesus Goñi (Reno) y a mí (de Wyoming). Estuvimos una semana, invitados, a cuerpo de rey. Fue inolvidable. Valoraron las características del bertsolarismo, su capacidad para improvisar sin apenas tiempo todo un discurso y el trabajo que en su cultivo y difusión hemos realizado durante años y seguimos realizamos en Estados Unidos. Quién nos lo iba a decir. Vine una segunda vez al cumplirse los 25 años del la creación de los premios Endowment for the Arts, representando al Estado de Wyoming, compartiendo mesa con el senador Mike Enzi y Ted Kennedy. En otra ocasión, acudimos a Nueva York como invitados a un congreso internacional de World Poetry. También participé en el momento central del acto de inauguración en Ellis Island de una exposición vasca. Pero lo normal es que participemos de actividades organizadas por las euskal etxeas, sobre todo en el Oeste. Tengo claro que California es el estado en el que más afición existe por el bertsolarismo.

Un detalle que pocos conocen. Eres autor de la que es probablemente la única grabación original de bertsos realizada en la Diáspora. Llevaste a cabo el trabajo en 1998 en California, con bertsos todos ellos compuestos por ti. Recuerdo unos bertsos emotivos dedicados a tu padre fallecido.

-Jean-Paul Barthe se encargó de la parte técnica y la llevamos a cabo en San Francisco. Luego la distribuimos en formato cassette. Algunos ejemplares fueron a Euskal Herria, pero la mayor parte se distribuyó en California, en euskal etxeas y entre amigos. Toqué entre otros temas la vida aquí, el amor... y esos bertsos dedicados a mi padre, que murió en Euskal Herria. No pude llegar a tiempo para despedirme como hubiera querido y justo llegué al entierro. De modo que enseguida pensé en escribir esos bertsos diciéndole todo aquello que no pude. Son muy especiales para mí.

Esta semana te estamos viendo en Washington tanto como bertsolari como guía hacia el mundo del bertso para el público que visita el Smithsonian Folklife Festival. Hace solo un par de días que se inauguró, pero ¿cuál es tu primera impresión sobre el evento? Por otro lado, finalizado esto, ¿cuál es tu próxima actuación como bertsolari?

-Mi impresión sobre el 



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