Joseba Etxarri. A 16 millas al sur de Carson City --capital del Estado de Nevada-- Gardnerville responde al arquetipo de localidad Western, con su larga calle principal, en la que se asienta la cantina y restaurante 'JT'. Es en 1960 cuando los hermanos bajonavarros Jean y Pete Lekumberry, el primero junto a su mujer americana, Shirley, adquieren a otros vascos el establecimiento, si bien Pete retornaría transcurrido un tiempo a su Ortzaize natal. Jean fallecerá en 1993, pero sus hijos Marie-Louise y JB mantienen desde entonces y hasta hoy plenamente activas y vigentes las esencias de este local que porta bien alta la enseña de lo vasco en el valle de Carson. Sus clientes llegan desde lejos, atraidos por la reconocida fama de su comida y su ambiente, hoy día --salvo en fechas señaladas-- unos pocos, vascos, y una mayoría americanos. A quien escribe estas líneas se le hace la boca agua solo de pensar en su inigualable txuleta de res o sus costillas de cordero. El JT, con sus guiños y su historia vasca, forma parte del Oeste, Un Oeste que en su comedor principal preside desde antiguo un escudo del Zazpiak Bat.
Marie Louise, tú naciste aquí mismo, el mismo año que tus padres compraron el JT: el JT de los Lekumberry y tú misma lleváis una historia pareja, hasta tenéis la misma edad.
-Asi es, aita había venido a Nevada en 1947, pero aita y ama compraron el JT en 1960, el mismo año en que yo nací y desde entonces aquí estoy; aquí he crecido y aquí sigo al pie del cañón.
Hace por tanto 55 años que pertenece a tu familia. Aunque antes de vosotros era asimismo un establecimiento vasco.
-Mis padres y mi tío se lo compraron a otros vascos. De hecho, el nombre JT corresponde a sus apellidos, Jaunsaras (J) y Trounday (T). Ambos eran bajonavarros, al igual que aita.
Y el propio edificio hunde aún más sus raíces en la historia de la región; es todo un símbolo e institución en Gardnerville.
-Por un lado es el último de toda la serie de hoteles vascos que antaño abundaban en la zona, tras el cierre en 2014 del Overland. Pero dices bien, porque el edificio en sí es aún más antiguo, ya que fue transportado tal cual desde Virginia City, tal como se estilaba en aquel entonces. Eso antes de que Gardnerville se constituyera incluso como pueblo, a fines del siglo XIX.
Hace algo más de un año la Sociedad Histórica del Condado os otorgó su primera medalla a la preservación. Y el pasado mes de mayo, el auditorio de la misma sociedad llenó con centenar y medio de personas que asistieron interesadas a la primera de las sesiones del primer ciclo de historia del valle contado por sus propios protagonistas. Fuisteis invitados a pronunciar la charla inaugural, para compartir la historia del JT.
-Es cierto que somos depositarios de una rica historia y que el JT puede hacerlo porque a pesar de los años sigue vivo y activo y forma parte de la historia ininterrumpida de la comarca, mientras otras casa y establecimientos han quedado en el camino, los han cerrado, demolido o de cualquier manera ya no existen en la actualidad. Por o tro lado, he de señalar que esa charla que comentas constituyó también una forma de repasar la historia centenaria de los vascos en la zona.
Decir aquí 'Basque' (vasco/a) supone mencionar algo que a todos resulta familiar.
-En la charla, por ejemplo, citamos el caso de nuestro padre. Mostramos una película que grabó nuestra madre cuando visitamos el País Vasco a mediados de los 60 y fue curioso comprobar cómo nuestros convecinos se sorprendían con las imágenes de los montes de Ortzaize porque habían supuesto que sería parecido a las zonas deséticas de Nevada, Idaho o California; les extrañaba ver todo aquel verde y no alcanzaban a comprender cómo un joven de 22 años podía venir de allá dejando su país y su familia para dedicarse aquí a pastorear ovejas en el desierto. Las razones, claro está, eran económicas, porque allá las oportunidades de progreso eran entonces muy limitadas. Eso ocurría en un tiempo en que, por mencionar solo esta nuestra pequeña comarca, el Valle de Carson, albergaba a 55.000 o 60.000 cabezas de ganado ovino y por lo tanto no faltaba trabajo. Hoy ya no tenemos ovejas.
¿Qué imagen les viene aquí a la mente cuando dices 'Basque'?
-Puestos a decir tres cosas, diría... picon punch (típica combinado vascoamericano e alta graduación alcohólica), costillas de cordero... y algo, una referencia que mezcla Francia y España, pero sin saber precisar más. Algunos lo harían, pero creo que a una mayoría le costaría ubicar geográficamente el País Vasco, y sobre la lengua, no serían pocos quienes dirían que es una mezcla híbrida entre el español y el francés. Los vascos somos conocidos aquí, pero en mi opinión de una manera un tanto superficial.
¿Cómo presentarías el JT?
-Para muchos de nuestros clientes es algo cercano, un vínculo familiar con su propio pasado. La primera vez que cruzaron nuestra puerta lo hicieron seguramente de la mano de sus padres o abuelos y por lo tanto constituimos para ellos una referencia familiar. También para los vascos es un lugar de encuentro que proporciona presente y futuro a nuestro pasado, que labraron en esta tierra nuestros padres y abuelos. Aunque es el último de los hoteles y cantinas vascas que queda en el pueblo, sobrevive bien y en plena forma, es un establecimiento de éxito. Tenemos un jukebox con música vasca, porque así nos gusta, y este mismo verano han pasado por aquí bertsolaris. Cuando tenemos ocasión, organizamos recitales de música, bertsos o canto y estamos abiertos a grupos que vienen de Euskal Herria y quieren pasar por aquí. Mi hermano y yo nacimos aquí, somos vascos y es natural que, siguiendo nuestra mejor tradición, ofrezcamos nuestra casa, gure etxea, a cuantos vascos pasan por Gardnerville: forma parte de la esencia del JT.