diáspora y cultura vasca
27/04/2012
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Mar de Ajó, Argentina. “Nací en Durango el 21 de abril [de 1910]. En este abril tendré 102 años [esta entrevista se realizó poco antes del mes de abril]. Vi la guerra desde Durango, una bomba destruyó mi casa y tuve que salir de entre los escombros. A mi padre, en cambio, lo mató una bomba”, se presenta en euskera María Luisa Irazabal, Maritxu, evidenciando al hacer esta referencia de su persona la impronta de dejaron en su vida la guerra y el bombardeo de Durango. Maritxu cuenta cómo logró salir de Durango y luego de Euskadi. “Después del bombardeo y para poder escapar todos fuimos a Bilbao. Allí estaba Justo Garate, un médico muy prestigioso, el principal del Hospital de Basurto y a quien yo conocía de Durango. Supo que yo estaba allí porque lo leyó en el Periódico Euzkadi y vino a verme. Su mujer estaba en Bruselas, Bélgica, con los cuatro niños y me preguntó si quería irme con ellos. 'A cualquier sitio con tal de salir de esta guerra. No quiero vivir acá', fue mi respuesta".
[María Luisa Irazabal se presenta (video y entrevista Teresa de Zavaleta)]
El dolor puede tomar distintos aspectos y en general se asocia con lo físico. El relato de María Luisa no es en absoluto sangriento, sin embargo la crueldad de lo que le tocó vivir aflora en las palabras, en los gestos: “Mi hermana estaba en Ondarroa y Ondarroa y Durango no están tan lejos, pero no podíamos reunirnos porque Ondarroa estaba tomada por Franco. Así nos pilló la guerra. Yo tenía 26 años cuando me fui a Bélgica. En Bélgica hice 27”, recuerda.
La narración abunda en detalles: viajaron a Burdeos en un barco pequeño, antes de pasar a Bélgica les pusieron unas vacunas y el brazo se le hinchó, y no tenía dinero. Y en saltos en el tiempo: “Dos hijas de Garate viven ahora en Mendoza. Tienen más de 80 años y nos hemos visto algunas veces; también hemos hablado por teléfono”, comenta.
Estadía en Bélgica
La estadía en Bélgica no fue muy larga, ya que la familia Garate tenía claro que su destino era Argentina. “Desde Bélgica fuimos a Holanda y allí tomamos el Vapor Alcyone hasta Buenos Aires. La familia del médico les había enviado dinero para ellos, pero no para mí, así que yo viajé como polizón. El capitán del barco me dijo que él me iba a llevar y que una vez que me instalara en Argentina ya le pagaría. ¿Y por qué Argentina? Porque aquí estaban dos hermanos de la mujer de Garate, jugaban pelota al cesto y eran famosos. Llegamos a Buenos Aires y allí nos alojamos en el Hotel Madrid. El dueño era conocido del doctor y nos dio lugar allí”.
Como para tantos otros inmigrantes, Buenos Aires no fue más que la puerta de entrada al nuevo país. Después de unos días y mientras el doctor revalidaba su título en la ciudad de La Plata, la familia de Garate y María Luisa viajaron a La Quiaca, lugar en el que permanecieron unos tres meses. Desde Salta, la siguiente parada fue Necochea, donde no se sintieron a gusto, y finalmente se afincaron en Tandil, provincia de Buenos Aires.
Época de Tandil
"En Tandil comenzamos a trabajar en un hotel llamado Benitorena. Luego el doctor comenzó a buscar dónde poner su consultorio y cuando se instaló comenzó a venir a verlo mucha gente. Como él era vasco, venía mucha gente de afuera, del campo a verlo. Y pagaban con pollos, con leche. Yo estaba siempre vestida con mi delantal blanco y los esperaba en la puerta de mi sala. Ocho años viví con los Garate en Tandil", recuerda la duranguesa.
Quizás puede hoy resultar raro saber que hace sesenta u ochenta años se escuchaba hablar en euskera en los pueblos de la provincia de Buenos Aires. Pero es un dato constatado en libros y algunas publicaciones de la época. He aquí el testimonio de María Luisa Irazabal: “Yo llevaba a los hijos del doctor a la plaza y con ellos hablábamos en vasco. Una vez, un muchacho nos escuchó y me preguntó '¿hablas euskera? Yo soy de Orio'. ‘Y yo de Durango’, le respondí. Pero claro, él hablaba en guipuzcoano y yo en vizcaino…”. Ello no supondría ningún obstáculo: un año después María Luisa y Tomás se casaron.
Casamiento y vida en Mar de Ajó
La pareja se casó en la Iglesia de Nuestra Señora del Valle, en capital, y se estableció en Mar de Ajó en la costa de la provincia de Buenos Aires. Tuvieron tres hijos, Amaia, José Antonio y María Teresa. “Los tres fueron bachilleres. José Antonio estudió en el colegio Euskal Echea de Buenos Aires, como pupilo, y las mujeres en la escuela Inmaculada Concepción, de San Clemente”.
El tiempo fue pasando y los casi setenta años que lleva en Argentina no han hecho que los recuerdos desaparezcan ni se debiliten. Es más, las anécdotas acuden una tras otra a la cabeza de Maritxu, desordenadas pero preciosas a la hora de reconstruir una vida. Los problemas de los hijos en la escuela cuando las palabras les salían en euskera, el accidente del marido antes de casarse y por el cual no pudo seguir trabajando como carpintero, y cuando tomó la sucursal de ‘Cafetal’ en la ciudad de Mar de Ajó.
Y recuerdos más antiguos aún que afloran sin aviso previo a la memoria de esta vasca centenaria: “Cuando era pequeñita iba a la escuela vasca, aprendíamos todo en vascuence. Mi madre se murió cuando yo era muy chiquita y mi padre se volvió a casar. Éramos cuatro hermanas y dormíamos todas juntas en una cama grande, luego las dos pequeñas murieron; mi padre le preparaba comida a los gudaris que iban al frente y yo lo ayudaba…”.
[Maria Luisa Irazabal canta ‘Gernikako Arbola’ (video y entrevista Teresa de Zavaleta]
En algunos momentos nos resulta difícil distinguir qué es recuerdo y qué presente. “Mi hermana está internada en el hospital de Galdakao, porque no está ya muy bien de la cabeza. Tienen 99 años, y ¿sabes qué me decía? Me decía 'Ay, Maritxu, ¿por qué te has ido a Argentina? Tú tenías que estar aquí conmigo'. Siempre con mucha pena, sólo quedamos nosotras dos y nos queríamos mucho... Pero bueno, Dios sabe cómo pone las cosas y qué hay que hacer”.
Aquella joven que con 26 años quiso y pudo alejarse de la guerra volvió dos veces a Euskal Herria y tuvo la oportunidad de ver cómo se había reconstruido su pueblo. También pudo observar otros cambios, los de la gente, los de la sociedad, que la llevan a conclusiones duras quizás, pero avaladas por el largo y difícil camino recorrido: “Yo creo que ahora se entiende un poco más, pero los jóvenes tienen otra manera. Yo fui en 1973 y 1980 y no sentí lo que tenía que tener -y se señala el corazón- lo que teníamos nosotros cuando nosotros éramos…”, expresa María Luisa pero sin terminar la frase. “Cuando les hacía la comida a los universales que iban al frente, al Amboto… Desde mi casa se veía Amboto y eso lo volví a ver cuando regresé pero no era lo mismo, la gente tampoco, nosotros éramos más verdaderos”, concluye María Luisa.
Queridisima Doña Maria: Tantos años juntos, compartiendo vida, sueños y esperanzas en un pueblo pequeño donde nos criamos como hermanos sus tres hijos con mis dos hermanos y yo y con la entrañable amistad de mis padres Inocencio y Maria, con Usted y Don Tomas, que nos hace sentir sumamente honrados con su afecto y su cariño. Usted es el testimonio fiel y mas hermoso de nuestra infancia. Con todo mi corazon muchas gracias por estar con nosotros con esa lucidez y alegria, Pilar Fuertes
Maria del Pilar Fuertes, 27/08/2012 22:30
SOS LA REINA DE LA PEATONAL!!!! DIOSA,! SIEMPRE VAS A SER MI REINA..TE QUIERO MUCHO..STELLA Y ANTONIO
Stella Maris, 27/08/2012 13:09
Felicitationes Doña Maria, es un ejemplo de vida, le envio un beso muy grande!! Vasca Guapa!!!!
susana elvira perez, 03/05/2012 22:23
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