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María Bayo, soprano navarra: «Hay veces que me arriesgo y me sorprendo a mí misma por la voz»

30/04/2005

La soprano fiterana María Bayo (foto Gara)
La soprano fiterana María Bayo (foto Gara)

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Es una de las grandes figuras de la lírica mundial, pero ha llegado a la cúspide partiendo casi de cero, del coro parroquial de un pueblo. Quizás, por ello, su forma de ser que combina una extremada voluntad de autosuperación con la llaneza de carácter y la cercanía. María Bayo ofreció el pasado jueves un recital en el auditorio Kursaal donostiarra. Con tal motivo fue entrevistada por el diario Gara.
Bajó de la habitación del María Cristina, donde se aloja, con el semblante desdibujado y la sonrisa apagada. Había dejado a la hija con la familia de su marido en La Rochelle y acaba de llegar del viaje. Pero bastó una simple pregunta para que recobrara su habitual expresividad. La soprano navarra ofreció el pasado jueves, acompañada al piano por Frabrice Boulanger, un recital de arias barrocas en la primera parte y de canciones de Mozart, Granados, Martín y Soler, Adolf Hasse, Rodríguez de Hita, Esplá y Montsalvatge en la segunda. Fue en el Kursaal donostiarra.

­¿Podría comentar brevemente el repertorio elegido para el recital del Kursaal?

Hago tres arias barrocas de un disco que grabé hace dos años y otras dos que acabo de grabar ahora en una ópera en Dresden, la “Cleofide” de Hassen. Luego sigo con Mozart, que es un compositor que me gusta muchísimo para este tipo de recitales. En una segunda parte, suelo hacer autores españoles, porque así me lo piden. Haré una selección de tonadillas de Granados, dos ciclos de Esplá y cinco canciones de Montsalvatge. Es un abanico que va del barroco al clasicismo y que finaliza con nuestro siglo.

­¿Qué diferencia hay entre un recital y una ópera?¿Cuál de ellos exige más esfuerzo?

El recital es mucho más difícil y trabajoso que una ópera. Primero, porque requiere más tiempo de esfuerzo vocal. Supone más de una hora sólo de música. Y en una ópera, salvo contadas excepciones como el personaje de Susana en “Las bodas de Figaro”, nunca pasa de una hora. El recital, además, no es difícil solamente por esa maratón que supone cantar de seguido un repertorio entero, sino también por la tensión vocal. El recital es algo cristalino, tan inmediato que no te puedes equivocar en nada. Es uno de los ejercicios más difíciles dentro de la lírica.

­¿Cómo compagina ambos campos si tienen un carácter tan diferente?

Son dos estilos y dos mentalidades completamente diferentes, porque además de la música hay mucho texto en esa hora de actuación. Lo más difícil del recital es que tienes canciones de dos o tres minutos en los que debes atraer la atención del público. En una ópera, aunque no logres la atención del público desde el comienzo, no pasa nada. Y cuentas con más elementos: está la escenografía, la orquesta, el director que te hace gestos. En el recital el cantante está solo, es el foco de todas las miradas. No puedo compaginar ópera con recitales. Lo que hago es espaciarlos, separarlos en el tiempo. En noviembre dejé la ópera por los recitales. A principios de mes terminé los recitales y he estado en casa trabajando en futuros proyectos. Ahora he vuelto a los recitales pero con un repertorio que me conozco muy bien. Esta semana haré tres recitales, vuelvo a parar otra semana para preparar “L’Elixir d’amore”, de Donizetti, que haré en Barcelona y ya no daré recitales este año hasta noviembre o diciembre. Tras “L’Elixir d’Amore” tendré tres semanas para memorizar el personaje de “Bianca”, de Rossini, que representaré en el Festival de Pesaro en Italia. Para mí es importante que no coincidan ambos tiempos, el de los recitales y el de la ópera.

­En noviembre estuvo en el Baluarte (Pamplona) y en setiembre en el Euskaduna (Bilbao). Se dijo que tenía nuevos compromisos con la ABAO (Asociación Bilbaína de Amigos de la Opera).

Es verdad. Tengo un compromiso con “Los cuentos” de Hoffman para el año que viene. Hay también otros proyectos pero para más adelante. Hay otro proyecto inmediato con orquesta para este año en Bilbao, en el teatro Arriaga. Serán unos conciertos con orquesta seguramente en noviembre.

­Cuéntenos algo de su experiencia como madre. Ha llegado a decir que la maternidad cambió su forma de cantar.

No he dicho nunca tal cosa. Lo que cambia es tu estado físico y síquico. Y estás pendiente de una niña que también cambia bastante las cosas.

­¿Cómo se llama la niña?

Illia. Me ha cambiado la vida como a todas las madres. En nuestro caso mucho más, porque es una profesión muy comprometida y arriesgada. Enfrentarse continuamente a un público no es como estar en un despacho. Pero todas las madres tienen que ser unas superwoman para responder a esa doble faceta de la profesión y de la maternidad.

­¿La lleva a menudo a Fitero?

Lo intento. Cuando esté en Barcelona la dejaré con mi hermana para que también esté con el abuelo. Ahora ha quedado con los padres de mi marido en La Rochelle. Son los problemas que acarrea una criatura a cualquier madre. Ahora tiene diez meses. Está en esa edad en la que habla todo el tiempo pero no dice nada.

­¿Es verdad que fue el azar el que decidió su destino y le encaminó hacia el canto?

Es verdad que yo fui al Conservatorio de Pamplona para estudiar guitarra clásica y que me llevaron a las clase de canto porque no había plazas en las de guitarra. A veces me pregunto cómo he podido llegar hasta donde estoy tras salir de un coro parroquial. Pero ayer le escuché a Saramago que empezó a escribir muy tarde y que venía de una familia casi analfabeta. Son cosas que no se explican. Yo nací rodeada de música. Pero en un pueblo de 3.000 habitantes nadie sabía lo que era una carrera lírica.

­¿Supone eso un handicap?

Supone que tienes que superarte más. Una persona que tiene un objetivo claro tiene muchas posibilidades de lograrlo.

­¿No tiene proyectos o ideas para que la música lírica sea más popular?

Es una problema de los medios de comunicación. Sólo venden moda, cine y espectáculo. Nosotros somos una pequeña minoría. Voy a ponerte un ejemplo. Llevo días discutiendo con Telefónica para solucionar un problema. Me ponen nerviosísima porque me mandan de un teléfono a otro y lo peor es que me hace escuchar músicas que son horrendas. ¿Por qué no pondrán al menos algo de música clásica? Yo intento hacer lo que puedo, participo en conciertos populares, se abren los ensayos a los niños. Pero no puedo hacer más.

­¿Se ha sorprendido alguna vez de las potencialidades de su propia voz?

Sí. A veces me asombra y me emociona mi propia voz. Yo sé a dónde quiero llegar con mi voz, pero cuando me arriesgo y tras ese salto al vacío todo sale bien, me emociono. Ocurre siempre en el directo, cuando cada concierto es único y la gente lo percibe como tal.

(publicado el 28-04-2005 en Gara)


Enlaces relacionados

Entrevistada en Euskonews por Koldo Larrea (2002)
'Hay una gran mina de voces que debemos fomentar y cuidar'

Página web de María Bayo
www.mariabayo.net

Página web de Fitero, Navarra
www.fitero.com


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