Begoña del Teso. Le interesa la Franja Atlántica más que el Arco Mediterráneo. De Irlanda a los Pirineos. Pasando, en un extraño desvío, por México. Sueña con hacer un doctorado en la UPV. Políglota a más no poder, es guía de turismo y trabaja a tiempo parcial en las recepciones de algunos hoteles de esta ciudad
– Y tú no las tienes
– ¿Raíces? En cierto modo, no.
– Siempre me había imaginado a los polacos como un pueblo con los pies y el corazón hundidos en una tierra sufriente, en una historia triste.
– Precisamente por eso. Yo he nacido en Szczytno. Al noreste, en la región de Masuria. No muy lejos del aeropuerto de Olsztyn-Mazury, que se hizo famoso porque EE UU lo usó como base para el transporte de prisioneros iraquíes a los que la CIA torturaría. Pero mucho antes que eso, hace muchos siglos, la ciudad fue fundada por la Orden de los Caballeros Teutónicos...
– Creada en Palestina. Siglo XII, durante la Tercera Cruzada.
– La espada y la cruz, una Orden religioso-militar. En el siglo XIII pasaron a la acción: evangelizarían a los pueblos bálticos. Crearon un estado independiente en Prusia. Dominaron Estonia, Lituania, Bohemia. La ciudad donde yo nacería era suya y habitaban en ella gentes del Sacro Imperio Germánico.
– Fueron pasando los siglos. Muchos. Polonia cayó en manos de unos, de otros y de los demás.
– El 11 de noviembre de 1918 la nación logra su independencia (es un decir) tras haber estado ocupada durante 123 años por Prusia, Austria y Rusia. Pero mi región siguió siendo germánica. Hitler derrotado, aquellos pobladores alemanes huyen o son masacrados por el ejército soviético. Masuria es repoblada con cientos de polacos que son trasladados desde otros lugares.
– Entre ellos, tu familia.
– Exacto. Mis abuelos. Por eso las raíces que puedo tener en Szczytno no son muy profundas. Tengo espíritu y sensaciones de ¿repoblador? ¿Colono? Me pasa algo parecido a lo que tantas veces cuenta Olga Tokarczuk.
– Nobel de Literatura 2019.
– Sus padres salieron de tierras que hoy son Bielorrusia para, precisamente, repoblar provincias que fueron alemanas. Ella escribe mucho sobre el desarraigo y su necesidad de encontrar tierra firme. Es una sensación compartida por muchos. Y por eso a tantos de nosotros nos atraen, nos fascinan, lugares como Euskal Herria donde las raíces son firmes, antiguas y a la vez están vivas en el día a día, en los bares. En las lenguas. Países tan viejos como este, con sus cuatro idiomas.
– Algunos solo contarán tres...
– Porque se olvidan del gascón. Y no deberían hacerlo pues se habló en las calles de esta ciudad, dejando huella en nombres como Urgull y Ayete y porque tiene una riqueza increíble. Hay hasta un 'gascón marítimo' que impregna el habla de las gentes de las Landas y del puerto de Bayona.
– Tú lo estás aprendiendo...
– En Anglet. Con la asociación Aci Gasconha que hoy mismo ofrece un taller sobre los cantos tradicionales de Gascuña, fronterizos con el Béarn. Es curioso cuántas lenguas se hablan en un país tan centralizado como Francia... Volviendo al punto de partida, cuatro idiomas tiene Vasconia.
– Estudiaste gallego en Galicia; catalán, en Andorra.
– Otra de mis pasiones. Geógrafo lo quise ser desde niño. La geografía como ciencia clásica, no tan unida como pasa aquí a la Historia sino también a la Biología. Fíjate, una de las asignaturas que yo he estudiado estaba dedicada a los glaciares. Geografía humanística. En los idiomas era malo, un negado. Pero decidí revertir la situación. Y aquí estoy. Entre el euskaltegi, el Kiskurra y el 27 de la rue d'Euskadi de Anglet. Eso sí, he tenido que pedir un crédito al banco.
– ¿Para? ¿Por? ¿Pues?
– Pagar el euskaltegi. Cierto, luego recibes la subvención. Pero es 'luego', tú tienes que poner los 600 euros antes. Y no es fácil. Hay mucho extranjero a quien eso les impide empezar a manejarse en euskera. En Andorra la enseñanza de catalán es gratuita. En Galicia, la del gallego tiene un precio simbólico... Alguien tendría que hacer algo al respecto.
– Tendría, sí. ¿Y los panderos de la foto? El cuadrado lo has hecho tú. Con piel de oveja.
– Cuando he estudiado los idiomas que he estudiado he querido y tenido que sumergirme en la cultura del lugar porque cada lengua es una representación especial y distinta del mundo. Si no la entiendes o no la vives, nunca hablarás bien esa lengua. Mira, eso lo noto incluso en mi propio idioma. Mi polaco no tiene matices. Porque no tiene raíces.
– Vaya, cuenta.
– Polonia es un país muy homogéneo. El 97% de la población pertenece al grupo etnolingüístico de los eslavos occidentales. No hay diferencias tan grandes como entre alguien de Utiel y alguien de Abalzisketa. Pero sí notas cambios en la manera de hablar. En las zonas de repoblación, no. Allí nuestro polaco es batua, standarizados, sin 'euskalkis'...
– Di alguna palabra del euskera que te guste especialmente.
– 'Jakin mina'. Me siento reflejado en ese 'deseo (casi ardiente) de saber'. Saber cosas y mundos. Me gustan las palabras que llevan dentro 'min'; 'herri mina', que se parece a 'saudade'; 'maiteminez' o 'herido de amor'...
(publicado el 14-03-2020 en El Diario Vasco)