diáspora y cultura vasca
07/04/2010
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Merry MacMasters/Ciudad de México. Aunque la idea original era conseguir apoyo económico para el proyecto, ante la imposibilidad por la razón que sea –la carga social de la obra o no responder a los criterios del mercado del arte– Agarraberes (1967) y Zapata (1981), ambos de Pamplona, decidieron financiar ellos mismos su primera visita al continente americano.
El contacto en México de los dos pintores es el artista Antonio Ortiz, Gritón, a quien conocieron el año pasado en el primer Ritual Internacional de Arte Actual, en la Zona de Ultzama, EMARI 09 (Mari es una diosa vasca y el prefijo “e” significa ofrenda a) en Navarra, España.
También participó el grupo mexicano Biorritmo, el cual “compara a Mari con la Coatlicue, la diosa sangrante, pero pensamos que no era así, que la diosa madre era anterior y que se puede encontrar con la cultura olmeca en estas piezas chiquitas que tienen más encanto que las grandes. Entonces, con ese proyecto decidimos venir a México, ver las piezas e intentar llegar hasta el principio, porque no somos antropólogos ni historiadores. Todos empezamos desde un matriarcado que creemos no era guerrero, al que queremos volver para renovarnos en estos momentos de crisis mundial, climática y de valores”, expresa Agarraberes.
Respecto del mural de 30 metros cuadrados, Josu Zapata apunta que “de alguna manera intentamos volver a la iconografía del inicio, de donde sale, de donde se construye toda nuestra cultura”.
Agarraberes agrega: “Este mural es parte de un proceso de recuperación y renovación del mito de Mari. Queremos mirar hacia atrás y actualizarlo de manera pictórica, pero lo hacemos de muchos modos, pedagógicamente, a la hora de elaborar certámenes artísticos novedosos. Estamos dentro del desafío en el arte, haciendo cosas muy lanzadas”.
Por ejemplo, es la primera vez que realizan un mural al alimón, el cual ha resultado un desafío, porque mientras Agarraberes tiende a la abstracción, Zapata es más bien figurativo.
Al llegar a México, lo primero que hicieron los artistas fue visitar el Museo Nacional de Antropología y luego ver obra de Siqueiros y Rivera. Algo que llamó mucho su atención fue “la mujer dormida”, ya que “en el País Vasco” representan a Mari como un monte, “donde se dice que también duerme”. Esa iconografía fue trasladada al mural en forma de una “Frida Kahlo dormida”.
Los artistas utilizaron tela blanca, pero con un motivo floral en rojo, mismo que han incorporado a sus trazos. El resultado es un trabajo muy cargado, barroco, que obedece al hecho que “Rivera intenta en sus murales cargarlos de iconografía y de alguna manera crear una especie de cuentito plástico”, anota Zapata.
Según Agarraberes, el mural tiene “una sicodelia que nunca había visto. Una manera de mezclar los colores que ha sido una influencia de nuestro viaje aquí”.
(publicado el 03-04-2010 en La Jornada)
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