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Los 16 años de Euskal Herria diciendo presente por la radio; el diario argentino Uno entrevista a Federico Borrás

18/04/2006

Federico Borrás en la sede de Urrundik (foto Uno)
Federico Borrás en la sede de Urrundik (foto Uno)

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El diario 'Uno de Entre Ríos', de esa misma provincia argentina, entrevistaba en su edición de ayer a Federico Borrás Alcain, conductor y director del espacio radial 'Presencia Vasca' y responsable de la Asociación Vasca 'Urrundik' de Paraná, con motivo del reciente cumplimiento de 16 años ininterrumpidos en las ondas haciendo y difundiendo cultura y presencia vasca. Por su interés, reproducimos en su integridad la entrevista que bajo el título Los 16 años de Euskal Herria diciendo presente por la radio firma el periodista Julio Daniel Vallana en las páginas de este diario de la argentina provincia de Entre Ríos.
Domingo a domingo, desde hace 16 años en forma ininterrumpida, el programa Presencia Vasca irradia su mensaje de información y cultura de la comunidad vasca paranaense, aunque con un criterio de amplitud no excluyente. Su creador fue don Raúl Alcain quien –junto con su nieto y continuador del proyecto, Federico Borrás– han logrado no sólo la permanencia sino la superación en cuanto a la propuesta. Borrás –presidente de la Asociación Urrundik, de Paranᖠrecordó aquellos adolescentes comienzos en el éter y los principales hitos en la historia del reconocido envío que se emite por el 105.7 de FM.

DESPOBLANDO LOS PIRINEOS

—¿Dónde naciste?

—En Paraná y tengo 31 años.

—¿De quién proviene la ascendencia vasca?

—Es por parte materna. El abuelo de mi abuelo vino del País Vasco en el siglo XIX. El fervor y el interés por el origen se transmitió sobretodo por mi abuelo, Raúl Alcain, que tiene 93 años y es con quien iniciamos el programa de radio hace más de 16 años.

—¿Reconstruiste la historia de aquella llegada?

—Sí, aquí en Entre Ríos hubo una inmigración temprana que se inicia en el siglo XIX. Urquiza fue el promotor de la llegada de los vascos y a él se le atribuye una frase que –aunque no está documentada– ha sido citada en varios libros y transmitida oralmente. Habría dicho: “Hay que despoblar a los Pirineos de vascos y poblar la República Argentina con ellos”. Él era hijo de vascos, los llamaba “mis paisanos” y conocía sus apodos –algo muy común de esta nacionalidad.

—¿Qué cualidades les atribuía para decir eso?

—La laboriosidad y la honestidad. Paralelamente muchos vascos trabajaban en los saladeros. Fueron quienes organizaron la primera huelga de la que se tiene noticia en Entre Ríos, pidiendo una serie de reivindicaciones que parece que fueron satisfechas. ¡Había que hacerle una huelga a Urquiza!

—¿Qué particularidad tuvo esta inmigración en el marco del proceso general?

—Entre Ríos, junto con Buenos Aires y La Pampa, son las provincias que mayor cantidad de vascos recibieron. Hay una actividad muy destacada en muchos ámbitos, entre ellos la política. Hubo una sucesión de gobernadores de este origen que llama la atención, sobre todo en las primeras décadas del siglo XX.

—¿Tenés alguna explicación sociológica para semejante movilidad social?

—Supongo que habrá que atribuirlo a que era gente laboriosa, que logró hacer fortuna y porque tenían aptitud de liderazgo ya que se destacaron como dirigentes políticos y empresariales.

—¿Viven aún vascos nativos en nuestra provincia?

—No, porque la inmigración se dio hasta las primeras décadas del siglo XX y no tuvimos ese nuevo flujo migratorio de exiliados que se dio por la Guerra Civil Española; aunque sí se los puede encontrar en algunos lugares de la provincia de Buenos Aires.

—¿Te llegaban relatos cuando niño de cómo era la vida en aquellas tierras?

—No. Aunque hay alguna historia de un tatarabuelo que estuvo vinculado a Urquiza como lugarteniente y dicen que lloró cuando se enteró del asesinato. No tuve demasiados datos de esos primeros tiempos. Mi abuelo fue el impulsor de la actividad vasca y del programa. Él transmitió algunas tradiciones y otras las fuimos recreando.

—¿Cuándo te motivaste para indagar en estos orígenes?

—Alrededor de los 10 años, acompañándolo a él en algunas actividades. Participé en grupos de baile, comencé a tocar el chistu –una flauta milenaria de tres agujeros que se toca con un tamboril– y a los 15 años surgió la idea de hacer un programa de radio, en FM Capital. Al principio lo acompañé seleccionando la música. Siempre fue un envío semanal, los domingos por la mañana, salvo un breve lapso que lo hicimos los sábado por la tarde. María del Carmen Schaller era la locutora.

—¿Tu abuelo tenía algún acercamiento a los medios?

—Sí, cuando joven incursionó en el periodismo y gran parte de su vida fue viajante de comercio.

—¿Cómo era el formato original?

—Bastante musical, con algunos comentarios e informaciones del País Vasco. Me acuerdo que llegaban los diarios del País Vasco con tres meses de demora. O sea que leíamos noticias con tres meses de antigüedad. No había otra forma. ¡Y no estamos hablando de hace 50 años! No había Internet ni correo electrónico. Mi abuelo preparaba algunos temas editoriales y se ocupaba de la parte comercial.

—¿Cuál fue la repercusión?

—Muy buena. No sólo dentro de la colectividad sino hacia fuera. Siempre lo encaramos como un programa de los vascos, no para los vascos. La música ha sido una puerta de acceso importante para mucha gente que no tiene vinculación con la temática vasca. Con Internet y el desarrollo de las comunicaciones, cosas que antes parecían inalcanzables ahora las hacemos todos los domingos. Como también establecer comunicaciones telefónicas. Cuando cumplimos el primer año del programa hicimos una transmisión especial con un periodista de Radio Popular del País Vasco. Toda la gente de la emisora estaba sorprendida.

—¿Cómo asumiste esta experiencia?

—Con seriedad y a los 19 años comencé a trabajar en periodismo. En 1994 cubrí la Convención Constituyente para Radio Capital y una emisora de Concordia.

—¿El programa te despertó la vocación?

—Tal vez sí.

UNA TIERRA COMO PROPIA

—¿Qué grandes etapas se pueden marcar?

—Hay un hito que fue en 1996 cuando hice el primer viaje al País Vasco y entrevisté a personalidades de la política y la cultura. Fue importante personalmente y para el programa. Hice algunas salidas desde allá. Volví en 2003 para conocer el sistema educativo y en diciembre de ese año estuvimos en la presentación de un libro que se editó con entrevistas que hizo el diario Deia, tituladas Vascos mundiales. Era una doble página con reportajes a 46 personalidades del mundo vasco que se proyectaban fuera de la comunidad. Fue hermoso porque había gente de las más variadas actividades.

—¿Cuáles fueron las entrevistas de mayor valor periodístico?

—Las de los tres presidentes desde la instauración de la democracia: Carlos Garaikoetxea, José Antonio Ardanza y el actual, Juan José Ibarretxe. También a integrantes de grupos musicales como los de Oskorri y artistas como Néstor Basterretxea, el escultor vivo más importante y pintor. Con Ibarretxe, hicimos el año pasado una entrevista con motivo de los 15 años del programa.

—De las tres a los presidentes, ¿cuál fue la más significativa?

—La de Garaikoetxea porque fue el de la transición democrática y quien negoció el Estatuto de Autonomía con el gobierno de Adolfo Suárez. Y el actual, por su calidez humana.

—¿Tuviste algún contraste entre lo que sabías del País Vasco y lo que realmente es?

—En general se tiene una visión idílica por el amor y los afectos, y existe el temor de una desilusión. Pero no me pasó sino que fue mejor de cómo me lo había imaginado. Por el conocimiento previo, nunca me sentí un turista o extranjero. Fue un reencuentro con una tierra que sentía como propia.

—¿Qué fue mejor de lo imaginado?

—Ver que un pueblo tan pequeño, con una geografía que si bien es muy bonita, es poco productiva, a través del esfuerzo y de apostar a la educación, logró un país que en cuanto a desarrollo está por encima de la media europea. Es la enseñanza más importante. Es un pueblo prehistórico que ha subsistido de milagro. Todavía no se sabe su antigüedad ni la de su idioma. Por ahí pasaron romanos, godos, árabes y ninguno pudo dominarlos.

—¿Fuiste al pueblo de los Alcain?

—Sí, es la zona de San Sebastián, Irún y Fuenterrabía. La llegada fue muy emocionante al comenzar a ver los típicos caseríos. Me puse a lagrimear. Mi abuelo había estado en 1987 con una tía mía, pero yo no tuve demasiados contactos familiares. El vasco es muy hospitalario y hay hacia la Argentina una corriente de afecto muy grande.

—¿Cambió tu actitud en torno al programa?

—Fue un refuerzo moral para seguir y abrió un abanico de contactos para enriquecerlo. Eso ha marcado, felizmente, el rumbo para otros programas en distintos puntos del país. Tuvo un giro periodístico, ya que tratamos de reflejar temas de la actualidad y de la historia.

—¿Qué otro hecho modificó sustancialmente las posibilidades del programa?

—La incorporación de Internet y el correo electrónico. Tenemos dos corresponsales, el profesor Mikel Ezkerro que sale desde Buenos Aires, y un escritor y periodista que lo hace una vez por mes, desde el País Vasco, con comentarios sobre geografía y etnográficos. Por la radio en Internet nos enteramos que nos escucha gente en otros países y en el propio País Vasco; algo impensado hace 10 ó 15 años. Me llegó un mensaje de una persona que tiene un programa de radio vasco en Alemania y otra en Colombia.

—¿Algún aporte de los oyentes?

—La satisfacción de encontrar gente que no conozco y te referencia por el programa. Es el indicativo que funciona y la magia propia de la radio.

—¿Qué otras entrevistas recordás particularmente?

—Tengo un archivo de voces muy importante que en su momento, seguramente, tendrá su valor histórico. Recuerdo una con el secretario del Comité Pro Inmigración Vasca, que gestionó ante las autoridades argentinas dos decretos firmados por el presidente Ortiz en 1939 y 1940. Eso permitió el ingreso irrestricto, incluso sin documentación, a quienes se encontraban en situación desesperante después de la Guerra Civil. Fue gestionado por un comité de argentinos de origen vasco de gran importancia en ese momento, y el último sobreviviente se llamaba Diego Joaquín Ibarria. Lo entrevistamos y le hicimos un homenaje en Paraná.

—¿Y un personaje de Paraná?

—Me cuesta señalar a alguien en particular.

—¿Hubo otras coberturas importantes?

—La difusión de las actividades en Argentina de diversas entidades. La cobertura de las Semanas Nacionales Vascas, el encuentro anual de la colectividad, que reúne a unas 2.000 personas, la mayoría jóvenes. El año pasado fue en vivo, desde Necochea.

—¿Siempre se emitió por FM Capital?

—Tuvimos un paso fugaz por FM Contacto y en los últimos años en Radio Universidad –de la Universidad Tecnológica Nacional– los domingos de 12 a 13 y en Internet (www.lasogaweb.com.ar).

—¿Queda alguna gran meta?

—Poder digitalizar el archivo de voces, incluso poder volcar algunas de esas entrevistas en una publicación. Es una asignatura pendiente.

—¿Y el abuelo qué hace ahora?

—Sigue acompañando. El mes pasado hicimos una transmisión especial desde acá y participó con sus juveniles 93 años. Está muy orgulloso de que lo que inició siga adelante.

—¿Qué le parece Internet?

—Debe estar sorprendido, no sé si termina de dimensionarlo. Él fue un visionario sobre las posibilidades de la radio y del programa.

—¿A quién te gustaría entrevistar que no lo hayas hecho o –si se pudiera– a qué personaje histórico?

—A quien fue el primer presidente del gobierno vasco en 1936 en el marco de la Guerra Civil, José Antonio de Aguirre. Defendieron con uñas y dientes la tierra contra un enemigo mil veces superior. Murió en la década del 60. Quedan algunos exiliados que vivieron esa época y quisiera establecer contacto con ellos.

—¿Cómo manejaste lo editorial en torno al problema de la pretensión autonómica vasca?

—Pretendimos transmitir una imagen positiva del pueblo vasco, que muchas veces no tiene reflejo en los grandes medios de comunicación, donde la única inserción han sido los atentados, los muertos y las bombas. Lo que de ninguna manera refleja lo que ha sido la historia y el sentir del pueblo vasco.

—¿Por qué hay varias entidades vascas en Paraná? ¿Por pluralismo o por “cuestiones de vascos”?

—Aunque tienen objetivos similares, cada una tiene su línea de trabajo y creo que ha enriquecido la oferta cultural. Paraná es una plaza importante de referencia en todo el país.


“NO HAY MARGEN PARA VOLVER A LA VIOLENCIA”

J.D.V./Paraná. El periodista se refirió a la actual coyuntura –a la cual calificó sin posibilidad de retorno– generada a partir de la tregua declarada por ETA; definiéndola como una “oportunidad histórica” para la negociación y el entendimiento, en el marco de un problema centenario.

—¿Qué expectativas tenés respecto al efecto que el alto el fuego permanente declarado por ETA puede tener en las negociaciones con el gobierno español? ¿Qué dimensión tiene esto en la complejidad del problema?

—Es complejo, pero indudablemente se abre una esperanza no sólo para mí sino para la inmensa mayoría del pueblo vasco y una mayoría del pueblo español y francés. Es una esperanza cautelosa por la complejidad del conflicto, ya que no se agota en el accionar de ETA. Hay un problema político anterior a ETA y su accionar es un lamentable emergente. Incluso desaparecida ETA el problema subsiste porque la solución tiene que ver con lo que democrática y mayoritariamente decida el pueblo vasco. El argumento para negarlo ha sido el de la violencia. ¿Si ETA no está más, el gobierno español respetará lo que se decida? Ése es el punto principal.

—¿Te animás a hacer un pronóstico?

—Será difícil, pero hay un sentimiento mayoritario de que no puede haber una vuelta atrás. No hay margen para volver a la violencia. La esperanza está pero es un conflicto que lleva más de 150 años. La única solución que tiene es a través del diálogo y el acuerdo. Por eso se hace hincapié en el caso irlandés. Aunque la diferencia es que el gobierno británico aceptó reconocer lo que decidan los irlandeses. El gobierno español hasta ahora no ha hecho eso. La prolongación del conflicto tiene muchos adeptos, empezando por algunos sectores de la derecha, que le ha sido funcional a su discurso la utilización del problema del terrorismo. Son los más escépticos y menos proclives a un escenario de paz. Rodríguez Zapatero tiene una oportunidad histórica.

(publicado el 18-04-2006 en Uno de Entre Ríos)


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