Laprida, Argentina. Conciertos, charlas, muestras, entrevistas y encuentros de todo tipo componen la intensa actividad cultural que desarrolla el Centro Vasco de Laprida. Algunas de sus propuestas incluyen rescatar y sacar a la luz la vida y obra de personas que han desarrollado su actividad en Laprida. En esta ocasión han puesto su particular lupa sobre personas que convirtieron su trabajo cotidiano en fuente de recreación, personas que hallaron satisfacción en transformar materiales y objetos que fueron una vez sus herramientas de trabajo en algo diferente. Es el caso de Enrique Méndez. En el marco del ciclo "Manos de Laprida”, una muestra de sus obras y una exposición fotográfica que presenta su historia se presentó el pasado sábado 28 de septiembre en Lagunen Etxea.
El lapridense Enrique Méndez fue tornero y herrero y, además, hacía objetos con bujías... toda suerte de vehículos en miniatura, barcos, aviones, helicópteros, automóviles, y también pequeñas esculturas. Un grupo de estudiantes de fotografía del Centro Cultural Rayuela —integrado por Eugenia Alberdi, Miryam Galarraga, Raúl Vide e Iris Moreno, y dirigido por el Prof. Gustavo Martínez— retrató al artesano en su taller, en el torno, junto a sus obras, y en distintas situaciones, con gran calidad y calidez. Ese material, junto a las obras de Méndez, pasó a ser exhibido en el salón de Lagunen Etxea. El sonido del saxo de Esteban Aguinalde, director de orquesta y profesor de txalaparta de la euskal etxea, imprimió al evento un clima ideal.
Enrique Méndez, segundo por la izquierda, junto a su familia, y algunos de los trabajos que integran su muestra
Silvia Azpiazu, referente de Lagunen Etxea, explica a EuskalKultura.eus que “la concurrencia fue alta, quizás mas de la esperada, con muchos asistentes que nunca antes había ingresado a nuestra sede. La gente estaba encantada, no conocían la actividad de Enrique fuera de su oficio, por lo que, además de sorprender al público, se cumplió un sueño a la familia, y a muchos que querían que mostrara esta otra cara”, comenta. De a poco, el centro vasco lapridense va haciéndose un lugar en el circuito de los espacios culturales de la ciudad. La entrada fue libre y gratuita y a su término, como es habitual, hubo servicio de taberna, con pintxos y bebidas.