Donostia-San Sebastián. Etxepare Euskal Institutua es una herramienta para la diplomacia cultural de Euskadi y el desarrollo de relaciones culturales internacionales. En 2022 se celebró la Conferencia de Futuro de la Unión Europea, en la que diversos agentes europeos compartieron en su foro reflexiones sobre el futuro de Europa. Euskadi hizo su aportación a través de EuroBasque. La institución propuso que uno de los textos que completaron la aportación fuera elaborado por Etxepare Euskal Institutua y la directora del instituto, Irene Larraza, redactó un artículo sobre la Diplomacia Cultural que incorporaron a las aportaciones de la conferencia.
Ese artículo y las funciones del instituto relacionadas con la diplomacia cultural, los pasos dados en los últimos años y los retos de la creación vasca para el futuro son el tema de esta conversación ofrecida por el propio instituto con Irene Larraza, directora de Etxepare Euskal Institutua.
—Ha escrito el artículo ´Europa y las culturas invisibles´ en la última publicación de Eurobasque. ¿Cómo nació esta propuesta?
La entidad Eurobasque trasladó la propuesta a Etxepare Euskal Institutua, con la idea de incorporar una aportación vasca en el proceso de la Conferencia Europea. Consideraron oportuno realizar una reflexión desde el punto de vista de la diplomacia cultural en el contexto de reflexión sobre el futuro de la Unión Europea.
—¿Qué aporta este artículo al libro?
Otro tipo de instituciones, asociaciones y delegaciones también participan en el libro, pero la aportación que hemos hecho por nuestra parte se sitúa exactamente en el ámbito cultural vasco. Esta aportación pretende explicar cuál es nuestra situación en la internacionalización y en el funcionamiento institucional del mapa europeo, cuál es nuestra función como instituto y cuáles son nuestros retos.
—¿Qué es la diplomacia cultural?
Hay diferentes maneras de acercarse a la diplomacia cultural. Si lo tuviéramos que decir en una sola frase, diplomacia cultural es trabajar las relaciones entre los pueblos a través de la cultura. La diplomacia cultural, en comparación con otros tipos de diplomacia (política, económica u otros), busca el conocimiento y el acercamiento de los pueblos. Cuando hacemos diplomacia cultural fuera de nuestro ámbito vasco se pone de manifiesto la capacidad de la cultura. A medida que mostramos nuestra cultura y nuestra lengua, nos permite conocer también la de los demás. Esto sirve para mejorar la comunicación, el conocimiento mutuo. Creo que la diplomacia cultural es una herramienta con un valor incalculable, no sólo en términos de actividad cultural, sino como espíritu o inspiración para funcionar en el mundo.
—En el contexto del euskera y de la cultura vasca, ¿qué importancia tiene trabajar este ámbito?
Una lengua y un contexto cultural como el nuestro, teniendo en cuenta sus dimensiones y el número de hablantes que tiene, claro que tiene lugar en el mundo, y sin duda tiene algo que decir en el diálogo de la diplomacia cultural. En el País Vasco, por supuesto, y mirando al marco europeo, es muy claro que hay como modelo dos bloques: las lenguas hegemónicas y las que no lo somos. Cada bloque puede trabajar a distinta velocidad. Por un lado, porque el tamaño y recursos que tiene cada uno son diferentes, pero también, por la brecha que provoca la falta de representatividad. En el caso de Etxepare Euskal Institutua, trabajamos junto a otras instituciones e institutos como nosotros, pero en cuanto a la representación formal, no tenemos los mismos derechos.
—Etxepare Euskal Institutua es miembro de la asociación de institutos nacionales de cultura europeos EUNIC desde 2015. Este año, el instituto ha sido nombrado miembro del clúster Eunic New York. ¿Qué efecto tiene esta nueva participación?
La red EUNIC tiene como objetivo promover la cooperación cultural entre los países europeos y la realización de proyectos e iniciativas culturales entre sus miembros. La integración de Etxepare Euskal Institutua en la red permite a Euskadi interactuar directamente con el resto de Estados miembros de la Unión Europea y abrir nuevas oportunidades de colaboración para los/las agentes y creadores/as vascos. En este momento somos miembros de los clústers de Bruselas y Nueva York.
Desde el pasado 4 de abril formamos parte del clúster Eunic New York. Gracias a este nuevo convenio y a la colaboración entre la Delegación de Estados Unidos en el País Vasco y Etxepare Euskal Institutua, la presencia de la cultura vasca en Nueva York se estabilizará a partir del próximo año.
En cuanto a los proyectos que surgen en los clústers de Bruselas y Nueva York de EUNIC, no tenemos ningún impedimento para participar en ninguno. En ellos, mano a mano, y como los demás miembros, participamos en los proyectos que elegimos. Hacemos nuestra aportación en términos de trabajo y aportación económica y compartimos nuestros/as creadores/as e indicadores de la cultura. Por el contrario, no podemos participar en el ámbito directivo de Eunic Global porque no representamos a un Estado. Esto no nos pasa solo a nosotros, lo mismo le pasa, por ejemplo, al Instituto Ramon Llull de Catalunya, por la misma razón. Es decir, estamos trabajando en ese ámbito con naturalidad, pero no tenemos la misma consideración a nivel europeo.
Esta es una de mis reflexiones en el libro Eurobasque. Estamos al mismo nivel que los demás desde el punto de vista de trabajo. La creación cultural vasca contemporánea en euskera o castellano no tiene ningún problema en ponerse a la altura de los demás, ni en Europa ni en el mundo. Sin embargo, la accesibilidad institucional formal no es la misma.
—¿Cómo trabaja la diplomacia cultural el Instituto Vasco Etxepare?
En la diplomacia cultural hay muchos/as embajadores/as, representantes y cónsules, porque todas somos en parte agentes en este campo. Cualquiera que se presente en el mundo como vasco/a está practicando la diplomacia cultural. También nosotros, como Instituto, lo primero que explicamos es “Hola, somos vascas/os, existimos.” A partir de ahí, informamos de sobre nuestro ser, sobre nuestro pueblo, sobre su carácter y, en nuestro caso, de nuestra cultura y de nuestra lengua. En eso, afortunadamente, estamos trabajando mucha gente tanto de forma formal como informal.
Desde el punto de vista del Instituto, también nos corresponde una función muy concreta. Somos el instituto de una cultura y una lengua y eso hace que sigamos un modelo concreto. Etxepare Euskal Institutua nació según el modelo de otros institutos europeos, aunque tiene sus diferencias y no es igual en la medida y no es equiparable a los demás en descentralización y otros ámbitos. Sin embargo, en el centro de nuestra misión están la difusión y conocimiento del euskera y de la cultura vasca, el apoyo a la promoción y el impulso al prestigio. En eso somos iguales en comparación con los otros institutos.
¿Qué aporta el Instituto en materia de diplomacia cultural?
En el ámbito académico, el Instituto incide en el ámbito de la enseñanza del euskera en las universidades y en los centros vascos; en el ámbito de la promoción de la cultura, abrimos ventanas para dar a conocer la creación contemporánea en el mundo. Estas ventanas responden sobre todo a la lógica de la creación cultural o a las programaciones y dinámicas culturales. En este contexto, la diplomacia cultural sería una tercera pata. Desempeñamos funciones que están conceptualmente presentes en todos los tipos de diplomacia, pero también tenemos unas líneas de trabajo concretas.
Por un lado, el trabajo que hacemos con otros institutos. Como decíamos, a nivel europeo trabajamos en los clusters de Bruselas y acabamos de entrar como socios asociados al clúster Eunic New York. Desde esta participación buscamos colaborar, aprender de los demás, profundizar en las relaciones y participar en proyectos. En definitiva, nuestro principal objetivo es incorporar propuestas vascas en proyectos concretos. Para esta labor contamos con el apoyo de la delegación de Euskadi.
También fomentamos la cooperación cultural transfronteriza. Hasta hace poco hemos tenido en marcha el proyecto aquitaine.eus para trasladar la cultura vasca a Aquitania.
También tenemos algunos proyectos estratégicos que son conexiones culturales especiales. Cuando participamos en festivales y otras actividades, despertamos muchas y variadas bombillas en el mapa mundial, pero en 2017 el Instituto Etxepare definió en su reflexión estratégica que valía la pena trabajar cada dos años otro tipo de relación más profunda en territorios concretos. Este otro tipo de relación es más larga y sofisticada. Actualmente estas relaciones tienen dos años de duración y buscan un viaje de ida y vuelta: mostrar nuestro trabajo allí, y viceversa. En 2019 y 2020 este territorio estratégico fue Escocia (Scottland Goes Basque), en 2021-22 Quebec (Saison Québec - Pays basque) y ahora, de cara al 2023- 2024 estamos trabajando con Flandes, con el proyecto Flenbasque.
—¿Por qué estos lugares?
Porque son pueblos que nos sentimos cercanos en cuanto a cultura e identidad y porque forman parte también de la estrategia Euskadi Basque Country, es decir, porque el Gobierno Vasco tiene relaciones o compromisos formales con ellos. Nosotros trabajamos el lado cultural de esas relaciones entre gobiernos. El hecho de que ya exista una relación abre más puertas a fomentar colaboraciones y facilita la exhibición de nuestra cultura, la llegada de agentes y creadores locales, la canalización de ayudas, etc.
—¿Cuáles cree que son los retos del futuro de la creación vasca?
Los retos que tiene la cultura vasca los tenemos dentro y fuera del territorio. Por un lado, la cultura vasca de cara al futuro no podrá desarrollarse de manera saludable si los jóvenes no tienen la oportunidad de conocerla de cerca en el conocimiento y la práctica de la cultura vasca. Y añadiría un matiz: hoy en día sobre todo muchos chicos jóvenes están lejos de algunas prácticas culturales, normalmente a fuerza de fútbol; ahí hay un gran reto porque no acercarse a la cultura desde jóvenes supone una pérdida brutal, tanto para ellos como para el conjunto de la sociedad vasca. Por otra parte, ahora los niños y los jóvenes están en el centro de una enorme corriente ‘mainstream’. Es muy importante, por tanto, que la cultura vasca esté arraigada desde su juventud.
Por otro lado, el futuro de la cultura vasca pasa por otros procesos importantes en marcha. El proceso para garantizar la posibilidad de que las y los creadores trabajen de una manera profesional es un reto que está en plena ebullición y en el que se está trabajando. Regular la especial condición profesional de los autores en su correspondiente estatuto, reconocer y pagar la creación cultural, disponer del lugar que le corresponda en las ofertas y promover su uso o disfrute.
Por lo tanto, de puertas para adentro los principales retos para mí son, por un lado, fomentar las prácticas culturales en los niños y niñas y que la cultura sea accesible a los jóvenes; y por otro, garantizar la dignidad profesional de nuestros creadores y creadoras.
Por último, hay otro reto que mira tanto hacia dentro como hacia fuera: la visibilidad. El euskera y la cultura vasca necesita una presencia en todos los formatos y tecnologías. Porque ese trabajo que lleva tiempo en marcha, muy importante, porque lo que no se ve, no existe.
Y también me parece significativo dar a conocer y hacer visible nuestra cultura en el exterior. Este es el principal trabajo que tenemos en el Etxepare Euskal Institutua. Tal y como dijo Bernardo Atxaga en la inauguración de la cátedra que lleva su nombre en la universidad CUNY de Nueva York, el Etxepare Euskal Institutua debe ser una caja de resonancia para el euskera y la cultura vasca. Nosotros remamos a favor de profesores/as, alumnos/as, académicos/as, creadores/as y agentes culturales para que la repercusión de lo que hacen llegue más lejos. Desde la frase “hola, somos vascas/os, existimos” también partirá con la aportación que todas/os ellas/os harán. Y contarán al mundo quiénes somos a la perfección, a través de la cultura. Esa labor de nuestros/as creadores/as y agentes es la forma más sofisticada e interesante de expresar lo que somos como pueblo en el mundo.