La eclosión del cine argentino; los estrenos de No sos vos, soy yo y Chiche bombón confirman la buena salud cinematográfica de que goza el país del Cono Sur americano (en El Correo)

Anton Merikaetxebarria/Bilbao. Ahora mismo, el cine argentino es uno de los más pujantes del mundo. Dos películas de dicha nacionalidad se estrenan esta misma semana entre nosotros --'No sos vos, soy yo', de Juan Taratuto, y 'Chiche bombón', de Fernando Musa--, con lo cual se demuestra la eclosión de una cinematografía que, de la crisis galopante que sufre el inmenso país del cono sur americano, sabe extraer sus mejores historias. Pero, si bien es cierto que los filmes de Juan José Campanella 'El hijo de la novia' y 'El mismo amor, la misma lluvia', fueron los que rompieron el fuego al respecto, hay que tener en cuenta que son títulos herederos de los grandes clásicos, como Leopoldo Torre Nilsson ('La mano en la trampa'), Manuel Antín ('La cifra impar'), Héctor Olivera ('La Patagonia rebelde'), Luis Puenzo (con la oscarizada 'La historia oficial') y Adolfo Aristarain ('Un lugar en el mundo').

El fulminante éxito de 'El hijo de la novia' y 'Nueve reinas' (de Fabián Bielinsky) benefició a la modesta industria del cine argentino, respaldado en todo momento --y esto es de ley reconocerlo-- por el cine español en general y por el productor Gerardo Herrero en particular. Son, en todo caso, dos excelentes películas, que comparten al mismo actor, Ricardo Darín, metido en 'El hijo de la novia' en la piel de uno de los miembros del clan Belvedere, nombre de la familia protagonista, cuyas mayores virtudes residen en la observación de unos personajes y de una sociedad. Un actor de cuerpo entero, que no cesa de homenajear a sus maestros: Héctor Alterio y Federico Luppi.

Sin demagogia

En estos tiempos de escapismo cinematográfico, de abandono casi total del concepto de verosimilitud y de olvido de las referencias éticas e ideológicas, películas como 'Garaje Olimpo', de Marco Bechis, permiten recuperar las esperanzas. La cinta contaba el secuestro de una joven activista contra la dictadura del general Videla. Y lo hacía sin tapujos ni componendas, pero sin demagogia ni sadismo visual, lo que no es poco en un filme cuya trama principal es la tortura física y moral. Por otra parte, que Natalia Verbeke, afincada en España desde hace muchos años, es una actriz internacional lo demuestran títulos como 'El hijo de la novia' y 'Apasionados', en esta última dirigida por otro realizador con futuro: Juan José Jusid.

Lo mismo que Daniel Burman, capaz de saltar de la sensible 'Un crisantemo estalla en cinco esquinas', a la multipremiada 'Esperando al Mesías', o a una comedia romántica al estilo de 'Todas las azafatas van al cielo'. Ganador de la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián con 'El viento se llevó lo qué', Alejandro Agresti prosigue incansable filmando película tras película, incluida 'El sueño de Valentín', donde la versátil actriz española Carmen Maura encarnaba a una abuela muy especial.

Y, en fin, tanto Eduardo Mignogna, autor de las exquisitas 'Sol de otoño' y 'El faro del Sur'; como 'Nueces para el amor', de Alberto Lecchi; 'Plata quemada' y 'Kamchatka', de Marcelo Piñeyro; o los documentalistas Fernando Solanas ('La hora de los hornos') y Héctor Faver ('Invocación'), demuestran con creces que el cine argentino sabe combinar como pocos risas y lágrimas.

(publicado el 27-05-2005 en El Correo)

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