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Leire Gondra/Deia. A Joseba Andoni le mola el rock. Le encanta Metallica. Y Aerosmith. Y trata de emular a sus ídolos con una pequeña guitarra. Es un niño especial. Mucho. Este pequeño bakiotarra tiene ocho años, una sonrisa que atrapa y una vida nada sencilla... Y es que, cuando apenas tenía 11 meses estuvo a punto de morir ahogado en una piscina. Salvó la vida. Pero de aquel suceso le han quedado secuelas que han afectado a su desarrollo. Su amatxu, Eneritz Larrazabal, se enteró de que en EE.UU. había un centro hospitalario que podía ayudar a su pequeño y no se lo pensó. Se puso el mundo por montera y cruzó el charco con el pequeño Joseba Andoni y con su hijo menor, Anaitz. Hoy, seis años después, la Euskal Etxea de Miami se ha volcado en recoger fondos para costear un nuevo tratamiento que ayudará a recuperarse a este chaval, un bakiotarra que vive peleando y sueña a ritmo de rock and roll...

Aquel incidente en la piscina marcó para siempre la vida de esta familia. Eneritz narra cómo notaban que el desarrollo de Joseba Andoni no era normal. Después de muchas vueltas y más vueltas entre médicos, de escuchar que el pequeño no caminaría ni hablaría, de ver cómo el niño sufría convulsiones, Eneritz, que tenía familia en Florida, acabó instalándose allí para que Joseba Andoni, que tenía dos añitos, siguiera una terapia en el Miami Children´s Hospital. "Allí nos dijeron que no había una cura definitiva, pero que sí mejoraría la calidad de vida del niño", explica Eneritz.

La evolución de Joseba Andoni ha sido evidente estos años, pero llegó un momento, al cumplir ocho años, en el que el pequeño quedó fuera del programa de ayudas de este centro hospitalario. Y Eneritz no se resignó. Su hijo tiene que salir adelante. Oyó hablar de un tratamiento que consiste en el trasplante de células embrionarias y que tiene un alto porcentaje de posibilidades de ser exitoso. Ante esta situación, la Euskal Etxea de Miami decidió volcarse para echar un cable al pequeño Joseba Andoni para reunir fondos que puedan ayudarle a costear dicho tratamiento.

Boni Guenetxea es el presidente de la Euskal Etxea de Miami, un centro que hoy día funciona de manera virtual, ya que tuvo que cerrar su sede por cuestiones económicas y falta de ayudas. Uno de los objetivos de Boni y del resto de miembros de la Euskal Etxea es el de mantener este centro en marcha y con actividad. "La familia Larrazabal contactó con nosotros en el Aberri Eguna de este año. Para mi misión, la de mantener la Euskal Etxea viva, fue un gran contacto, ya que son de pura cepa y con conocimientos de música y folclore de la zona de Bermeo, Bakio y Busturia, que es donde he vivido toda mi infancia y adolescencia hasta que vine a jugar Jai-Alai a Miami", explica Boni. Así que, pensó en proponerle a Eneritz que les echara un cable para poner en marcha cursillos de txistu y tamboril, instrumentos que esta vizcaina sabe tocar.

Pero cuando Boni supo de la situación de la familia Larrazabal, vio que la prioridad era otra. "Me di cuenta de que Eneritz me necesitaba a mí más que yo a ella con sus talentos musicales", explica. Así que, lo comentó con otro miembro de la Euskal Etxea y llegaron a una conclusión: había que ayudar al pequeño bakiotarra. "Ya tocaremos el txistu para celebrarlo cuando Joseba Andoni se recupere", zanja Boni.

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