La actividad que no cesa del grupo de baile del Centro Vasco de Chivilcoy: entusiasmo y ganas de compartir

Entusiasmo, ganas de aprender sobre la propia cultura, de compartir lo aprendido, de hacerlo cada vez mejor, y de realizar todo ello divirtiéndose y aportando un modesto pero siempre importante grano de arena a la conservación y la promoción del ingrediente cultural vasco que sus antepasados trajeron a Chivilcoy. Ese es el resumen de la contribución que los 24 niños y niñas dantzaris de Beti Aurrera --con el ánimo y el apoyo insustituible de sus progenitores-- realizan en cada ensayo, en cada actuación y salida del recién formado grupo de baile Beti Aurrera chivilcoyano. Sus mayores aprecian ciertamente el esfuerzo, y así nos lo han hecho saber.

Es bueno estar orgulloso/a de la labor y el entusiasmo que desbordan tus hijos en sus actuaciones y en sus actividades como miembros del grupo local de baile y de la euskal etxea; los padres de los jóvenes dantzaris del Centro Vasco Beti Aurrera de Chivilcoy, en la Provincia de Buenos Aires, lo están. Han animado y apoyado a sus hijos en la reciente formación del Dantzari Taldea (grupo de dantzaris) y, con la ayuda entusiasta de miembros de la Comisión del Centro, de las instructoras Norma Ríos y Graciela Corrao y de más voluntarias y voluntarios, lograron formar el grupo en un tiempo record, a tiempo para debutar el pasado 9 de julio en la fiesta del 22 aniversario del Centro Vasco. Posteriormente, siguen ensayando, y compartiendo lo aprendido. El tercer viernes de agosto bailaron para los alumnos de una Escuela de Educación Especial. El último viernes y domingo, en la Semana Solidaria que organiza un Centro Comercial para juntar alimentos para comedores carenciados. Ahí comenzaron a bailar tres chicas nuevas.

En su intervención en la Escuela de Educación Especial nº 502, un grupo de padres y emakumes del Beti Aurrera explicaron a alumnos y profesores dónde se ubica geográficamente Euskal Herria --el País Vasco-- y presentaron algunos rasgos de su cultura tradicional, para bailar seguidamente los txikis en sus atuendos de dantzari, repitiendo y bailando algunas de las danzas-juego vascas de modo participado, invitando a los niños de la Escuela. Una chocolatada y tortas, a cargo de las emakumes, unió a niños --alumnos y dantzaris--, que compartieron una tarde de ilusión, bailes y merienda. [En la fotografía de la izquierda, uno de los bailes-juego participados en que dantzaris y alumnos de la Escuela bailaron conjuntamente]

Profesora a distancia, más profesora local

El grupo se formó bajo la orientación de Norma Ríos, quien viaja periódicamente desde capital federal --el 17 de septiembre es su próxima cita-- para comprobar los avances realizados a partir de las instrucciones y materiales que dejó en el último ensayo, corregir pasos o posturas y avanzar en las diferentes danzas. Colabora, aprende y enseña con ella Graciela Corrao, una profesora local de baile general que se está reciclando ahora respecto a las euskal dantzak. 'Con lo que aprendemos ese día, tenemos para practicar un mes', señala a euskalkultura.com Nelba Calonge de Letamendi, prosecretaria del Centro Vasco y entusiasta impulsora de la actividad.

[Un ensayo de los dantzaris txikis en la sede del Centro Vasco]

'No es fácil', explica Nelba Calonge, 'pero tampoco lo era conseguir una profesora de baile para poder iniciar el grupo. Avanzamos poco a poco y lo que nos sobran son las ganas y el entusiasmo. De momento los primeros 24 dantzaris cuentan ya con trajes --son del Centro Vasco-- y hemos confeccionado ya alguno más, para las últimas incorporaciones. Pensamos iniciar próximamente un grupo de adultos, dado el entusiasmo que percibimos', asevera.

Con entusiasmo y ganas, todo es posible

El grupo de txikis ensaya en la sede de Beti Aurrera, un edificio cuya construcción avanza, pero aún por concluir, y lo hacen sobre el contrapiso de tierra. 'Es un tema importante que quisiéramos solucionar. No disponemos aún de piso, y cuando ensayamos sobre el contrapiso se forma una nube de polvillo que queda suspendida en el ambiente, de tal modo que salimos todos llenos de tierra', explica.

A pesar de problemillas como ése, la voluntad de continuar todo lo puede y ocasiona que todos los sábados, entre las 14 y las 17 horas esa casa con sólo las paredes exteriores concluidas y el interior por finalizar se llene de música, risas, chicos y chicas ensayando y un amplio movimiento de gente, puesto que a los niños --llegan a juntarse hasta treinta--, se suman los padres que los traen y los vienen a buscar, miembros de la Comisión, emakumes...

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