Joseba Etxarri. La Administración vasca ha realizado un gran esfuerzo en las últimas más de dos décadas por atender la demanda de numerosos centros vascos de todo el mundo en torno a la enseñanza del euskera. Este año se cumplen 25 años desde que un grupo de docentes argentinos pusiera en marcha en plena Pampa, en la ciudad de Macachín, lo que devendría en el programa Argentinan Euskaraz, más tarde ampliado y rebautizado con el nombre de Euskara Munduan. José Francisco, para los más Kinku Zinkunegi, es quien coordina desde hace casi dos décadas esta iniciativa que se encarga de formar en la Diáspora profesores locales de euskera. Son las propias euskal etxeas las que aportan, además del alumnado, las personas que, una vez formadas por HABE, pasan a ser profesores de euskera en sus respectivas euskal etxeas. Desde HABE, Zinkunegi les apoya en ese viaje.
Las cifras no parecen nada despreciables: 2.100 alumnos adultos estudiando euskera en 80 centros vascos pertenecientes a 15 países de Europa América y hasta Australia.
-Es una realidad que se ha generado poco a poco, intentando por nuestra parte atender de la mejor manera posible y de acuerdo a los medios de que disponíamos en cada momento la demanda que los propios centros vascos nos han ido exponiendo. Hay todavía euskal etxeas que queriendo contar con clases de euskera no las tienen, muichas veces por falta de profesores, pero qué duda cabe de que hemos recorrido un largo camino desde que apoyamos hace 25 años a aquel pionero grupo de Macachín, algunos de cuyos miembros continúan hoy como docentes de euskera y lo hacen desde el dominio del idioma, siendo ellas y ellos nacidos a 10.000 kilómetros del país.
"En el proceso de aprendizaje llega un momento en el que se da ese pequeño milagro de que el estudiante se da cuenta de que es capaz de comunicarse en euskera; el conocimiento de la lengua le abre una dimensión nueva en su relación con lo vasco"
Hubo un tiempo en que los profesores de euskera llegaban a los centros vascos desde Euskadi. Hoy la apuesta es la capacitación local de docentes.
-Procuramos que las euskal etxeas sean lo más autónomas posible y dispongan de sus propios profesores. Nosotros les proporcionamos formación y material didáctico y ellas ponen las personas, la dedicación y la ilusión. A quienes desean aprender y convertirse en profesores les ofrecemos capacitación, en periodos de cuatro años, de manera gratuita, con un compromiso por su parte de que aprovecharán las clases, vía online, y atenderán los barnetegis regionales que realizamos en el Cono Sur o en Estados Unidos. Adquieren el compromiso con su propio centro vasco y se les realiza un seguimiento, cosa obligada al tratarse de dinero público. En una buena parte de los casos empiezan ya a revertir y a impartir clases de iniciación ya al tercer año de haber iniciado el proceso.
¿Hay muchas bajas?
-Los alumnos parten de cero y el primer año suele ser de asentamiento del grupo. A partir de ahí, quienes continúan normalmente finalizan el periodo formativo. Y suele ocurrir el pequeño milagro: ves a gente que un barnetegi antes --en Argentina hacemos dos al año, en enero y julio-- estaba medio desesperada, que, en un momento dado, se da cuenta de que empieza a poder comunicarse y de repente se les abre el mundo. Hablas con ellos al cabo del tiempo y te dicen que inicialmente les costó, que les sigue demandando esfuerzo, pero que el aprender euskera les ha cambiado la vida, te dicen a veces que ven de manera diferente la cultura vasca o sienten su vasquitud de una manera diferente.
"Es necesario prestigiar el euskera y su uso normalizado en la vida de la euskal etxea, tenemos que generalizar esa sensibilidad en relación a la lengua y proporcionarle una presencia digna y transversal en las actividades y la vida cotidiana de los centros"
En las euskal etxeas qué echas de menos en relación al euskera.
-Cada vez más euskal etxeas se suman a este esfuerzo colectivo y personal por el euskera. Pero en mi opinión podría hacerse más en temas como la visibilidad de la lengua y su utilización en la papelería, la cartelería, las propias señalizaciones en las euskal etxeas o por ejemplo en las páginas web de los diferentes centros vascos y federaciones. No cuesta un esfuerzo grande poner en la puerta de la oficina "bulegoa" o decir en los ensayos del grupo de baile "bat, bi eta hiru" en vez de "uno, dos y tres" o "one, two, three". Es cuestión de sensibilidad, tenemos que generalizar esa sensibilidad y prestigiar el euskera y su uso transversal en las actividades y la vida de la euskal etxea, acompañando de esa manera a quienes lo estudian. El euskera no puede ser un satélite alejado o ajeno al núcleo de la marcha de la euskal etxea sino un componente nuclear, presente con dignidad en su devenir cotidiano. El impliso y la implicación decidida de los centros en ese sentido es imprescindible si realmente queremos avanzar.
Por curiosidad, ¿cuáles fueron tus inicios en relación a la Diáspora?
-Entré en HABE en 1983, cuando saqué plaza y comencé a impartir clases en el euskaltegi municipal de Urretxu, más tarde en el barnetegi de Hondarribía, del que fui director, para luego incorporarme a la sede central de HABE en Donostia. Ahí, un buen día, era el mes de enero, la entonces directora, Josune Ariztondo, me llamó a su despacho y me preguntó, así de repente, si tendría disponibilidad para ir a Argentina durante varias semanas. Al poco tiempo, viajé el día 19 de enero, víspera de San Sebastián, me hallaba en Argentina, dando clase en Tandil. Recuerdo que con un montón de kilos de libros y papel en la maleta, porque entonces no había ni discos duros ni pendrives.
Cambiaste los euskaltegis de acá por los de allá...
-Me sumé a un mundo tan interesante y tan nuestro como el de la Diáspora. Con sus 2.100 alumnos adultos el de la Diáspora es el euskaltegi más grande de Euskal Herria.