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Joxe Erquiaga en Miami

27/07/2003

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A sus treinta años el deportista Jose Miguel Erquiaga, hijo adoptivo de Arrasate, se muestra como una persona tranquila, aunque en sus ojos claros se adivina una mirada nerviosa de soñador, que le ha llevado a la larga a vivir en una encrucijada entre Miami y Arrasate, a pesar de que nunca olvida el pueblo costero que le vio nacer, Lekeitio. Koldo Nausia se entrevistó con él para El Diario Vasco.
Cuando habla de la cesta punta, un deporte que le invitó hace ya más de diez años a embarcarse en la mayor aventura de su vida, se entusiasma con facilidad y es consciente de que todos sus esfuerzos han merecido finalmente la pena.

Todo empezó cuando «de repente» se le ocurrió apuntarse a jugar a cesta punta en su pueblo natal. «Le dije a mi ama, me voy a apuntar a la cesta punta, solo como hobby», recuerda Erquiaga. Pero con el tiempo este deporte le fue atrapando hasta que se vio jugando en serio. «Poco a poco me fue gustando cada vez más, hasta que debuté». Entonces algo cambió y una temporada más tarde, «me llegó una oferta de contrato de una empresa americana y me fui para allá», comenta sin darle mucha importancia. Diez años después se encuentra jugando a cesta punta en los frontones de Miami, disfrutando de una vida a medias entre el caluroso sur americano y el Alto Deba, al que vuelve para descansar con su familia todos los veranos.

A pesar de estar contento con su evolución en este deporte, ciñe las cejas al hablar de la lesión que le ha tenido fuera de la cancha esta última temporada. «Tuve una rotura de ligamentos y he andado de rehabilitación todo el año», cuenta el cestapuntista, quien ha aprovechado la visita a Arrasate para pasear por el monte. Aunque ya volvió a Miami el jueves pasado con su familia y las maletas a cuestas.

Miami es diferente

Bajo el prisma de la experiencia, Erquiaga tiene claro que la cesta punta en Euskadi vive una situación muy diferente a la de Estados Unidos. Tal y como explica, «allí se juega mucho más que aquí, en Euskal Herria no se puede comparar la cesta punta con la pelota». Según él, «los medios de comunicación le hacen mucha propaganda a la pelota, se retransmite mucho y también están las empresas que la apoyan». «Quieras o no, eso potencia cualquier deporte», apuntilla algo resignado. Sin embargo, se siente orgulloso de un deporte del que ha hecho su modo de vida y es consciente de que aunque «la pelotamano se juega en Euskal Herria, la cesta punta se practica en todo el mundo».

La afición por el deporte fue lo que llevó a Erquiaga en su día hacia estos derroteros, pero con los años y las circunstancias se ha visto obligado a cambiar de parámetros. Ya que como el mismo cestapuntista asegura, «allí la gente no va a ver los partidos por afición o competición, los seguidores van con la intención de apostar, y fuerte». Explica que aunque aquí también es tradición el apostar en cada partido, «el dinero que se mueve es mínimo». «Los americanos no van a verlo en sí», dice totalmente convencido, «la idea principal es la de apostar». En un deporte tradicional como el suyo en el que los partidos no terminan hasta llegar a los 35 tantos, el concepto americano de la cesta punta ha variado el sistema de partidos y competiciones, haciéndolo muy diferente al de Euskadi. «Allí no hay ++txapelketas++, se juegan lo que es una quiniela», comenta el deportista. «Los partidos son más cortos, el primero que llega a siete tantos gana el partido, y se suele jugar por parejas», explica dejando apreciar que de este modo se pueden jugar más partidos, y hacer también más apuestas.

Declaración de objetivos

Su mirada soñadora se torna pensativa al hablar de intenciones y objetivos. «Si la rodilla me aguanta, quiero seguir jugando otros 7 u 8 años más », afirma muy seguro de lo que dice. «Tenemos casa en Miami, y de momento aguantaré todo lo que pueda», asegura teniendo muy en cuenta a su familia, «y después volveré a casa». Al decir esta última palabra ni siquiera él está seguro de lo que querrá decir en el futuro, «no se donde pararé, soy de Lekeitio pero mi mujer es de Arrasate, así que ya se verá».

De cualquier manera, es seguro, que seguirá haciendo las américas con la intención de volver a su tierra. La misma intención a la que por varias razones, ni siquiera pudieron aspirar muchos de los euskaldunes que en la historia reciente cruzaron el Atlántico, llevándose con ellos tradiciones como la cesta punta, que décadas después, han dado a Erquiaga la oportunidad siempre buscada por cualquier ser humano. Vivir de un sueño.

(artículo publicado el 27-07-2003 en El Diario Vasco)


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