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John Ysursa: “Hace treinta años fui a Oñati y allí comencé a estudiar euskera. Eso me cambió la vida”

10/10/2014

Ysursa compagina su faceta académica con la de vasco-americano involucrado en su comunidad. En la imagen, dando la espalda a la cámara, bailando un fandango en un receso del Congreso Mundial de Colectividades Vascas de Donostia (foto EuskalKultura.com)
Ysursa compagina su faceta académica con la de vasco-americano involucrado en su comunidad. En la imagen, dando la espalda a la cámara, bailando un fandango en un receso del Congreso Mundial de Colectividades Vascas de Donostia (foto EuskalKultura.com)

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No solo en el ámbito universitario, el boisetarra John Ysursa, también es un hombre activo en el ámbito de las comunidades vascas. Ayer jueves, ofreció en la Euskal Etxea de Boise una charla sobre los orígenes de las danzas vascas. Euskalkultura.com ha conversado con el director del Consorcio de Estudios Vascos (Basque Studies Corsortium) sobre el simposio que está organizando de cara al Jaialdi del año que viene y sobre la situación de las comunidades vasco-americanas.

Ander Egiluz Beramendi/EE.UU. El libro Amerikanuak, que Jon Bilbao y William Douglass publicaron en 1975, fue la chispa necesaria para que los Estudios Vascos surgieran con fuerza en los Estados Unidos. El año que viene se cumplen cuarenta años de su edición. Y otros tantos años cumplirá el programa de la Universidad de Boise por medio del cual los primeros estudiantes vasco-americanos fueron a estudiar a Oñati. Es por todo ello que Ysursa y sus compañeros han decidido bautizar como Joan-Etorri (ida y venida) el simposio del año próximo. “Ir a América y venir a Euskal Herria”, en sus propias palabras.

-Habéis abierto el plazo para enviar los trabajos para el simposio. ¿Alguna novedad respecto al anterior, realizado también juntamente con Jaialdi, en 2010?

-Hasta ahora solo habíamos aceptado trabajos de estudiantes de posgrado y doctorandos pero, a partir de ahora, vamos a incluir trabajos de estudiantes de grado e incluso de gente no involucrada en el mundo académico, lo que solemos denominar como popular scholarship.

-¿Constituye un esfuerzo de acercar la Academia a la gente de la calle?

-Así es. Y es ese también el significado del logo que hemos creado: dos personas, que agarradas por las manos, crean un puente.

-¿Cuántos trabajos esperáis? ¿Fecha límite para su entrega?

-En 2010, fueron dos días de programa, con veinte conferencias. Posiblemente será algo semejante. Ya hemos recibido los primeros trabajos, aunque de momento no hemos anunciado una fecha límite. Junto a ello, vamos a organizar unos encuentros llamados Meet the Basques (Conoce a los vascos) en el Egyptian Theatre del Basque Block. El porqué de esto es que Boise ha crecido mucho y hay gente que sabe poco sobre los vascos, así que debemos seguir dándonos a conocer. Colabora en ello el Consejo Humanitario de Idaho.

-Se cumplirán cuarenta años desde que los primeros estudiantes de Boise viajaron a Oñati en un programa especial. ¿Habéis pensado organizar algo al respecto?

-En Boise hay un grupo de gente que formó parte de ese primer viaje y que suele organizar cosas, quizás ellos lo hagan. Lo hicieron en 2010, de modo que puede que para el año que viene también preparen algo.

-¿Cuál es la importancia de este programa de la universidad?

-Esos viajes han creado hasta familias. ¡Algunos de quienes se conocieron en su seno se han llegado a casar! (Ríe) En el proceso de aprendizaje no hay más pieza clave que uno mismo; quien no tiene el deseo de aprender no aprende. Y en ese proceso, estudiar en el extranjero, cuando ello es posible, es lo más bonito. En el extranjero aprendes más sobre tu tierra, porque tienes perspectiva. Aprendes más de la vida. Yo hace treinta años fui a Oñati y allí empecé a estudiar euskera. Eso me cambió la vida.

-‘Amerikanuak’ de Jon Bilbao y William Douglass cumple también cuarenta años en 2015.

-Con ese libro, y gracias a él, comenzaron los Estudios Vascos en Estados Unidos. A pesar de ser un libro bastante académico presentaba una especie de agenda a seguir para los que veníamos por detrás. Hacía muchas preguntas que, claro, con cuatro décadas de diferencia, se responden de forma muy distinta. Douglass no veía un futuro muy prometedor para los vascos en América y, aunque es cierto que es difícil mantener comunidades así, tras la publicación del libro se han creado fenómenos como el Jaialdi, que trasciende lo meramente vasco. NABO se creó alrededor de seis centros vascos y ahora hay más de cuarenta afiliados. El Museo de Boise es otro buen ejemplo… Por un lado, hay una innegable crisis porque los lazos entre los vascos se están debilitando pero, de la misma manera, se van creando nuevas uniones.

-Eres el editor de la revista académica digital BOGA. ¿Cómo va la experiencia?

-Estoy contento. En el número de octubre el autor destacado será Jon Bilbao, por los cuarenta años de Amerikanuak. Y en otro orden de cosas, hace poco mantuvimos una reunión con representantes del Instituto Etxepare y discutimos la posibilidad de varios proyectos muy interesantes de cara al futuro. Pero aún no puedo dar detalles al respecto.

- Por último, el padre Antton Egiguren Iraola será el nuevo cura vasco de Boise. Habéis organizado una recaudación de fondos para costear su visado. ¿Cómo está yendo?

- La verdad es que ya hemos conseguido todo, con la ayuda de unas veinticinco personas. Si todo va bien, estará aquí para Navidades.



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