Joseba Etxarri. Descendiente de vascos que llegaron a esta ciudad y homónima provincia argentina hace más de un siglo, nuestro contertulio pertenece a una extensa saga familiar, los Salvarredi, que continúa la labor agraria que iniciara don Severiano, el bisabuelo berastegiarra, en este lugar de Mendoza, cuya denominación evoca asimismo a la población del mismo nombre en la Llanada Alavesa.
-Mendoza es conocida internacionalmente por sus vinos.
-Nuestra economía se basa en la vid. Somos agricultores, viticultores. En este rubro Mendoza cuenta con importantes y antiguas empresas, algunas, como la Goyenechea, de origen vasco. Cierto es que en los últimos 13 años, después del corralito, se ha producido un cambio relevante. Ha llegado mucho capital extranjero que ha comprado y realizado importantes inversiones, a veces con un monto no tan significativo para ellos, que aquí les ha cundido. Me viene a la memoria Belasco de Baquedano, si no me equivoco empresa vinculada al pacharán La Navarra.
-Eres ingeniero civil, pero dedicas tiempo a vuestra empresa familiar, que produce tanto vino como uva de mesa.
-La mitad de nuestra producción se destina a la elaboración de vino en régimen de cooperativa. Producimos uvas cabernet sauvignon, syrah y pedro ximénez, así como aspirant bouchet. Vendemos el vino a granel y la cooperativa nos permite ser más competitivos. La otra mitad la dedicamos a diferentes variedades de uva de mesa, que comercializamos bajo la marca familiar, ‘Atxona’, que es como llamaban en casa al abuelo. En una época exportábamos a Bilbao, pero desde 2.010 vendemos toda la producción en Brasil.
-Has sido dantzari y eres integrante del Denak Bat, el centro vasco de Mendoza.
-Siempre. En la anterior Comisión Directiva era secretario y en esta última me eligieron vicepresidente, con Alicia Aguirre de presidenta. En todo caso, con o sin cargos, uno trabaja siempre con el mismo gusto. El centro es una prolongación de nuestra casa y me siento feliz y muy afortunado de poder aportar mi grano de arena.
-Hace unos años apoyásteis desde la euskal etxea un programa de intercambio entre agricultores y viticultores alaveses y mendocinos.
-Fue en 2.007. Vinieron 25 jóvenes agricultores de Lantziego, en la Rioja Alavesa y compartieron con nosotros dos semanas, conociendo nuestra forma de trabajar y nuestra realidad y viceversa. Cada uno se alojó en casa de un agricultor de aquí y más tarde viajamos nosotros allá. Comprobamos las diferencias abismales en relación a los procesos, la calidad, el valor agregado… Lo que más me llamó la atención fue que acá, una familia, para poder llegar a vivir de ello, ha de cultivar alrededor de veinte hectáreas; mientras allá esa misma unidad económica era de solo cinco hectáreas.
-Has estado tres veces en Euskal Herria.
-En el 2.006 pertenecía a una Comisión de Jóvenes dentro de FEVA, la federación de centros vascos argentinos, y viajé para participar en un Congreso en Bilbao. Fue el viaje más alucinante, en cuanto a sentimiento. Conocí a primos Salvarredi y visité los caseríos de Berastegi y Zegama de los que partieron mis bisabuelos. Me ilusionó muy profundamente visitar la ermita de San Lorenzo, en la que existe una campana que forjó mi tatarabuelo, que lleva su nombre inscrito. Hacerla sonar el 10 de agosto, día de San Lorenzo, supuso para mí una experiencia inenarrable.
-Y hace cuatro años recorriste Euskal Herria de punta a punta en bici.
-Me gusta el ciclismo y el cicloturismo fuerte. Guardo recuerdos muy gratos. De hecho ahora estoy preparando una nueva vuelta, más amplia, seguramente para el próximo verano, que partirá quizás desde Bilbao o Donostia, para atravesar Iparralde, más tarde la zona más al sur de Navarra y adentrarme en los más variados parajes de Euskal Herria.
-¿Qué te sugiere la palabra crisis?
-Los argentinos estamos acostumbrados a los vaivenes de la economía y a la inestabilidad. Si te refieres a la crisis que vivís en Europa, no te puedo decir gran cosa. Nos escribe mucha gente de Euskadi a la euskal etxea preguntando por posibilidades de trabajo, aunque no ha llegado a venir nadie. Siempre recibimos bien a los vascos que están de paso. A fines de octubre, por ejemplo, recibiremos a un grupo grande de gente de Iparralde. “Gure etxea zure etxea da” dice el viejo adagio vasco.