Ander Egiluz Beramendi, EEUU. Junto al gasteiztarra, han estado animando el ambiente la guitarrista Joanna Garrido y en la voz Cristina Sádaba. La primera es miembro del coro Zabaldi y la segunda del grupo de jotas La Ribera Canta, ambas agrupaciones navarricas. “Es mi cuarta vez en América –indica Reta− y me animé a venir acompañado porque la música se iba a ver mucho más arropada”.
¿Qué tal va la gira por EEUU?
-Muy bien. Personalmente estoy contento de volver a encontrarme con grandes amigos, además sigue siendo muy especial el sentirte partícipe de la comunidad vasco americana.
Calentásteis motores en Chino antes de Boise. ¿Cómo os habéis movido por la capital de Idaho?
-En Chino actuamos en el Centro Basco y en el restaurante Pizzaioli y, en Boise, en el restaurante Leku Ona, en el Basque Center y, todos los días, por la calle, para crear más ambiente festivo.
El grupo lo creásteis para el Jaialdi, ¿verdad?
-Así es, el grupo lo formamos especialmente para venir. Es mi cuarta vez en América y me animé a venir acompañado porque la música se iba a ver mucho más arropada.
¿Tienes en la familia algún ‘amerikanoa’?
-Ninguno del grupo tenemos amerikanoak en la familia. Los míos se fueron a Francia en la época de Franco, es por eso que entiendo muy bien lo duro que fue para los que vinieron aquí. Lo más bonito es ver cómo han cuidado y conservado nuestras raíces. A EEUU vine por primera vez en 2008, por la gran a mistad que me une con Mike Bidart; me quedé tan impresionado con la comunidad vasca que, siempre que puedo, vuelvo.
¿Qué es lo que más te llama la atención de la Diáspora?
-Nos han dejado un legado que se tiene que conocer. En Euskadi, normalmente, la gente que no tiene un vínculo con esta diáspora no se imagina lo que hay aquí. Considero necesario que se sepa, ayudaría a quitar muchos clichés políticos que no hacen más que manchar la imagen de nuestra cultura. Incluso lo veo como algo educativo, pienso que se debería incluir en las aulas para que los jóvenes comprendan el gran trabajo que nuestros abuelos han hecho por el mundo, manteniendo toda la esencia de Euskal Herria.
¿Qué tiene la jota de especial para que te atraiga tanto?
-Mi abuelo cantaba jotas y mi padre también canta. He crecido escuchándolas toda la vida, así que siempre me han gustado. Es una parte del folklore navarro muy arraigada a la tradición y costumbres, más quizá en la Ribera, de donde desciende toda mi familia. Es por eso que me parece necesario el seguir manteniendo nuestro canto regional, y que pase de generación en generación como se ha hecho en mi familia.
Es importante mantener las tradiciones, pero también darles una vuelta. Tú cantas las jotas en inglés, ¿significa eso que la jota no está ligada a un idioma concreto?
-La jota ha estado ligada al castellano, mayoritariamente, aunque ha habido quienes la han interpretado en euskera y que han adquirido pasacalles vascos y zortzikos. Las jotas en inglés las hemos introducido más recientemente. Personalmente, lo veo como algo positivo, porque creo que abre fronteras. Siempre hay puristas que critican este tipo de innovaciones y mestizajes pero, como en otros estilos musicales, es una evolución de la misma. Siempre que se respete la tradición y que la esencia de la jota no caiga en el olvido, es bueno poder llegar fuera de nuestra tierra a ofrecer nuestra cultura.
En la Diáspora de EE.UU. hay bastante trikitixa, en el oeste hay mucha klika, también hay danzas… Y todos los años hay un Udaleku para jóvenes, organizado por NABO, al que acuden muchos profesores de Euskal Herria a enseñar pelota a mano, pala, mus, euskera, txistu… ¿Te gustaría unirte algún año como profesor de jotas?
-Me encantaría. Trabajar en algo así sería una satisfacción personal y profesional.