Sabrina Otegui/Buenos Aires, Argentina. Representa un perfil de jóvenes de la diáspora vasca en Argentina; aquellos que han nacido en el seno de un centro vasco y que han elegido quedarse, ser parte y acompañar a la institución en sus actividades. Ignacio combinó este compromiso con su pasión, la música, y por eso tras estudiar durante más de diez años violín, eligió sumergirse en el apasionante mundo de la trikitixa, instrumento que si bien es de origen italiano, ha ido incorporándose al folclore vasco hasta convertirse actualmente en una de sus piezas clave. Autodidacta desde sus comienzos en la ejecución del pequeño acordeón, Ignacio nos cuenta qué significan para él la triki y la música de Euskal Herria.
-¿Por qué elegiste ser trikitilari?
-Me fascinó su sonido diferente, rústico, muy penetrante a la hora de ser interpretado junto a las danzas. Además, visualmente resulta muy atractivo ver cómo se toca y supongo que eso fue también parte de la decisión. Es curioso porque ningún otro tipo de acordeón me gusta particularmente, pero la triki me “abrió la cabeza” con respecto a estos instrumentos.
-Sos parte del centro Laurak Bat, ¿cuál es tu participación en la euskal etxea?
-Como músico, acompaño a los dantzaris en eventos, en casamientos o aquellos en lo que se nos convoque. El año pasado, por ejemplo, toqué para el grupo en la Semana Vasca de Villa María. No es una relación formal, es más algo por mi cuenta para dar ese toque pintoresco que genera la música en vivo y sobre todo la triki. Además empecé a bailar de chico, bajo la dirección de nuestro actual director Mauro Uranga y hasta hoy sigo formando parte del grupo.
-Tu vinculación con el centro es además un legado familiar…
-Sí, es más, mis abuelos José Miguel Barquin y San Martin, y mi abuela, Amaya Apoita, se conocieron bailando en el grupo del Laurak Bat y desde entonces seguimos la tradición.
-¿Qué supone para vos la música vasca?
-Para mí la música vasca es difícil de definir, pero sé lo que logra: dar alegría y ritmo a la colectividad. Es más, me arriesgaría a decir que si bien el idioma permitió que se mantuviera la cultura, la música también siempre estuvo ahí. Me parece que es una de las mejores herramientas de pertenencia y de conexión entre la gente, que el País Vasco supo conservar. La música vasca es fuerte y difícil de disolver. A mí me encanta la música, la folklórica más aún, me parece atractiva, y me gusta ver que la gente se alegra y baila al escucharla; quizás es un poco egocéntrico, pero me gusta esa sensación de estar tocando la triki y por lo que uno toca cambia el estado de ánimo de los demás y les aboca quizás al baile.
-Sos muy joven pero seguramente habrás tenido alguna experiencia en los escenarios que recuerdes especialmente…
-Una de las experiencias que más me marcó es obviamente la primera vez que subí a un escenario; fue en el teatro del colegio Bernasconi en los festejos por los 130 años del Laurak Bat. En esa oportunidad toqué el violín. También fue especial la primera vez que toqué en Av. de Mayo, en nuestro primer ‘Buenos Aires celebra al País Vasco’. Fue en el año 2011 y tocamos con el grupo Ixilik. Al año siguiente actuamos nuevamente, y en esta oportunidad, invitamos a Augusto Infante y Jerónimo Infante, dantzaris y músicos del grupo de Chascomús, y fue un momento muy fuerte, muy gratificante. También tocamos junto al grupo Baietz, de Córdoba. (Video del 'Buenos Aires celebra 2014, aquí)
-Estás en contacto con músicos de otras euskal etxeas del país.
-El año pasado tuve el agrado de tocar también con chicos de Mar del Plata, Juan Manuel Hiriart y Aitor Hormaechea, y por supuesto mantengo el contacto con los participantes del Gaztemundu de música, que se hizo en 2013. También estamos iniciando un proyectito con Iñaki Eskirotz del centro vasco Euskaltzaleak. Por suerte, conservo una relación bastante buena con todos.
-Mencionaste Gaztemundu, ¿cómo fue la experiencia?
-Muy gratificante y renovadora; conocí gente nueva y grandes músicos tanto de Vitoria-Gasteiz como de Argentina y Chile que me “abrieron la cabeza”. Es algo que no voy a olvidar y que espero poder repetir en el futuro. Estar tocando, viendo y viviendo las romerías en el mismo País Vasco es algo que no se puede vivir muy seguido acá.
-¿Cómo animarías a la gente joven a tocar algún instrumento vasco?
-Les diría que no tengan miedo; en Argentina no es algo muy “popular”, conocido entre la gente en general, y se van a encontrar con un mundo muy interesante y una cultura musical muy rica con la que no se van a decepcionar.
-Para terminar, ¿qué te gustaría lograr en tu carrera musical?
-Me gustaría poder vivir de esto, pero me parece que es muy difícil… me gustaría alguna vez poder tocar con alguno de mis referentes, Kepa Junkera, Tapia eta Leturia, Iker Goenaga, Xabi Aburruzaga, Alaitz eta Maider, con Korrontzi… sería un honor y me gustaría poder aprender de ellos ya que al ser autodidacta tengo mis vicios. Pero bueno, todo sea por ‘hacer un poco de ruido’, ¿no?