Buenos Aires, Argentina. La agrupación Uzturre reúne en su seno a distintas asociaciones que tienen como meta organizar actividades de cara a la juventud del País Vasco. Cuando el proyecto se puso en marcha, sin embargo, los responsables no quisieron dejar de lado a los jóvenes vascos que viven fuera de Euskal Herria y por eso se encuentran ahora trabajando en la construcción de puentes que unan las dos costas del Atlántico, para reunir de esta manera a los jóvenes de ambas orillas, siempre usando la cultura vasca como herramienta en el tejido de las relaciones.
La delegación de Uzturre Munduan que arribó a Argentina el 2 de septiembre estuvo integrada por el coordinador del proyecto, Koldo Bilbao, y Jon Ander Beraza, Garazi Uriarte, Erlaitz Arozena y Gorka Mostajo, quienes además son dantzaris del grupo Elai Alai. Durante dos semanas, los visitantes recorrieron cuatro euskal etxeas y en cada una dictaron talleres de danza y música orientados a los dantzaris locales. Una vez terminada la gira, los viajeros compartieron impresiones y balance del viaje con EuskalKultura.com.
-¿Cómo surgió la idea de viajar a Argentina?
La idea surgió como consecuencia de las visitas previas. El año pasado vinimos un par de veces a conocer la situación de las euskal etxeas y la realidad de la Diáspora, y nos contactamos con los centros de Rosario, Bahía Blanca, Mar del Plata y el Laurak Bat de Buenos Aires. Tuvimos muy buena recepción del proyecto y por eso después de esos viajes nos pusimos a trabajar para concretar esta experiencia.
-Entonces algunos de ustedes ya conocían Argentina y la diáspora vasca local…
Para Gorka y Koldo es la tercera visita en el marco de Uzturre Munduan y para Erlaitz la segunda. En el caso de Jon Ander y de Garazi es la primera vez y quedaron muy contentos al conocer a los grupos desde dentro. Los dantzaris que conocían la diáspora argentina, la conocían un poco por arriba porque en 2012 habían venido a bailar a la Semana Nacional de Rosario con el grupo Itxartu. Pero esta experiencia ha sido completamente distinta porque nos ha permitido conocer las euskal etxeas desde dentro y hemos establecido contacto con mucha más gente.
-¿Qué centros visitaron y por qué la elección?
Visitamos el Zazpirak Bat de Rosario, el Denak Bat de Mar del Plata, Unión Vasca Bahía Blanca y el Laurak Bat de Buenos Aires. Y la elección responde a las relaciones que se establecieron en los viajes del año pasado, pero no descartamos la posibilidad de visitar otras euskal etxeas en el futuro. El taller que dimos en el Laurak Bat, organizado por FEVA, será seguramente un medio para que nos extendamos hacia más centros.
-¿Cómo fueron los talleres?
Los talleres fueron de dos tipos. Por un lado, los que ofrecimos en los centros, organizados conjuntamente con los dantzaris locales, y por otro el organizado de la mano de FEVA. En el caso de los primeros, los pensamos no en función de lo que nosotros queríamos dar sino en función de lo que pidieron los grupos. Les pedimos por eso que nos contaran y mostraran qué hacen y qué querían aprender. Y así nos fuimos adaptando a sus pedidos e intereses. Los talleres se convirtieron en un ensayo más del grupo.
En cada encuentro tuvimos aproximadamente unos treinta participantes; una convocatoria muy buena, que da cuenta del compromiso de los dantzaris con la actividades relacionadas con la cultura vasca, lo que realmente agradecemos. En el taller organizado por FEVA en Buenos Aires, la participación fue aún mayor.
-¿Y cómo han visto a las danzas y dantzaris argentinos?
Lo primero, decir que nunca dejaremos de asombrarnos por el mérito de los dantzaris. Es increíble ver cómo se mantienen vivas nuestras costumbres a 10.000 kilómetros de Euskal Herria. Tanto en los talleres organizados en las euskal etxeas como el organizado por FEVA hemos visto a los dantzaris muy a gusto, muy implicados con la cultura vasca y con sus centros vascos; y de verdad creemos que los jóvenes de Euskal Herria tienen mucho que aprender de los de la Diáspora. Los grupos de baile son el futuro de las euskal etxeas, por su presencia en las actividades y porque son quienes impulsan y mantienen –en un plano no institucional– las relaciones con otros centros.
Cuando hemos estado con los grupos ha sido como estar en un grupo de dantzaris de Euskal Herria; hemos sentido aquí el mismo ambiente que tenemos allí hasta llegar a olvidar en algún momento que estábamos en Argentina. Y esa sensación es mágica.
Con respecto a las danzas, está claro que hay diferencias con las danzas que hacemos en Euskal Herria; pero hay que tener en cuenta en qué contexto evolucionaron estas danzas, cuándo, cómo, aisladas de su lugar de origen. Estudiar esas diferencias sin comprender cuál es ese contexto sería un error. Por otro lado, se nota en las fiestas vascas en Argentina un toque de la danza y la música moderna. Se pueden ver danzas basadas en piezas de artistas como Kepa Junkera o de la compañía Kukai. Está claro que eso también es cultura vasca, pero creemos que la discusión que surge entre tradición versus modernidad es necesaria y que debe dársele a cada una su lugar. Por ejemplo, hemos escuchado opiniones como “¿En la Semana Nacional se deben bailar estas coreografías? ¿Sí o no? Para mí no, a menos que esté basada o incluya pasos de danzas tradicionales o se aclare que no es una danza tradicional”. Muchos dantzaris se han expresado de esta manera.
No obstante, debemos decir que los grupos son muy buenos, con dantzaris de calidad y que es destacable el hecho de que mantengan vivas aquellas danzas traídas por sus ancestros hace tanto tiempo.
-Con todo esto podemos deducir que el balance del viaje es positivo…
Sí, muy positivo. Por un lado, nos valió para profundizar la relación que teníamos con las euskal etxeas y con sus jóvenes. Nos hemos alojado en casas de dantzaris y nos llevamos muy lindos recuerdos. Por otro lado, estamos sorprendidos por la respuesta que tuvo el taller organizado por FEVA en el Laurak Bat. Vinieron unos sesenta jóvenes, algunos viajando kilómetros y kilómetros y ese encuentro nos permitirá seguir conociendo nuevas euskal etxeas. Además de que lo hecho en el taller llegará a más lugares. Nos volvemos a casa con las expectativas superadas.
-¿Eso quiere decir que posiblemente vuelvan?
Pensando en la recepción que hemos tenido, está a la vista que el proyecto está encaminado y ahora el objetivo es darle continuidad, reuniendo cada vez a los euskaldunes de cada lado del Atlántico. Durante estas dos semanas nos hemos sentido como en casa y en cada centro nos han comentado que iniciativas como ésta le dan vida a la Diáspora, sobre todo a los jóvenes. Por lo tanto sí, tenemos idea de volver pero para ellos nos tendremos que poner nuevamente en contacto con las euskal etxeas para organizarnos.
Además, no queremos que este proyecto sea unilateral y nos gustaría ayudar a las euskal etxeas, especialmente sus dantzaris, que decidan visitar Euskal Herria a organizar sus viajes tal como hicimos este año con los dantzaris de Mar del Plata.
Nuestro objetivo es construir puentes entre el País Vasco y la Diáspora y hemos comenzado a concretar el proyecto en Argentina; y es así porque la diáspora argentina es la que más gente mueve y la que está más organizada.